Metamorfos

Capítulo 22

Demian

Ver a Dorian desaparecer entre los árboles le dio la sensación de paz que tanto ansiaba. Él iba a morir, estaba seguro de eso, pero saber que su amigo sobreviviría lo dejaba tranquilo. La metamorfa rio a sus espaldas, una risa que le hizo recordar aquel día que su madre murió. La misma risa que fue lo último que escuchó antes de abandonarla y dejar que la asesinaran.

-Eres idéntico a tu madre, siempre convirtiéndose en los mártires del momento. ¿Crees que dejaré que tu amigo se escape? Cuando tus entrañas estén esparcidas por esta tierra iré detrás de él y disfrutaré de cada gemido de agonía que escape de sus labios –esa voz antigua adquiría matices de perversión cuando de sufrimiento se trataba.

-Eres menos insoportable cuando tienes esa forma de zopilote –había burla en la voz de Demian-. Al menos así mantienes esa asquerosa boca cerrada.

Tiempo, tenía que darle todo el tiempo posible a Dorian para que pudiera huir, alejarse, esconderse de la despiadada metamorfa que tenía enfrente. Cerró los ojos por unos segundos tratando de concentrarse e internarse en su poder. Siempre se imaginaba a sí mismo lanzándose a un precipicio de fondo helado. Vientos gélidos eran presencia de su poder, pero ahora…. Todo era fuego. Aquello que lo estaba atacando iba directo a su magia, lo estaba incinerado desde el interior.  Sentía un poder antiguo entrando por cada poro de su piel, iba quemando todo a su paso mientras se internaba y se quedaba en su pecho, en el origen de su propio poder. Si la metamorfa no lo mataba, lo que fuera que lo estuviera atacando lo haría.

-Al menos tu madre tuvo la decencia de mantenerse calla mientras moría en mis garras –susurró, inyectando ira a su voz.

Sus huesudas extremidades comenzaron a deformarse en medio de una oscuridad antinatural. Sus huesos crujían al fracturarse y alargarse para adquirir el tamaño y forma de las monstruosas alas que había lucido cuando apareció. Las facciones de su rostro que antes habían sido suaves y perfectas perdieron su belleza y dieron lugar a un enrome pico lleno de filosos y letales dientes. Su cuerpo transpiraba muerte, unas garras que ya desgarraban carne y partían huesos desde antes que el tiempo existiera se preparaban lentamente para arrebatarle la vida.

Demian sentía que su cuerpo se incendiaba, ese poder antiguo le impedía acceder a su magia y transformarse en alguna bestia capaz de combatir contra esa mujer. Trataba de sumergir su conciencia en ese pozo que antes había contenido su poder. Nada. Estaba vacío. Lo único que contenía era un fuego antiguo que no era capaz de usar. Su visión mejoró un poco y las uñas de sus dedos se habían convertido en garras felinas pero no sería suficiente para detenerla por más de varios minutos. Moriría e inevitablemente Dorian también. No sería capaz de mantenerlo a salvo.  Tenía en frente a un enorme quebrantahuesos y él no era más que un niño con las uñas largas.

Su vista mejorada alcanzó a percibir cuando los fuertes músculos de las alas se tensaron segundos antes de lanzarse contra él. Obligó a sus pies a moverse y retroceder algunos metros evitando así las largas garras que tenían como objetivo cortar su piel. El ave de más de dos metros aulló de dolor cuando Demian se lanzó sobre ella tratando de alcanzar el cuello. La metamorfa se retorció violentamente y Demian salió volando por los aires.  Cayó sobre el suelo cubierto  de corteza y pequeñas ramas de los árboles. Trató de ponerse de piel, de encontrar su poder y convertirse en un felino capaz de combatir.

Nada.

Había firmado su sentencia de muerte al percibir esas dos presencias de metamorfos y no hacer nada al respecto.

Su cuerpo ni siquiera había recuperado el aire cuando unas enormes garras lo levantaron y lo estrellaron contra un árbol, que, apenas dos segundos atrás, había estado a diez metros de él. Sus músculos rugieron adoloridos cuando la corteza gruesa y rugosa se abrió paso entre su piel; sintió sus huesos crujir, resquebrajarse rápidamente. Al menos una costilla había sucumbido ante el impacto. Trató de burlarse de la metamorfa que lo tenía aprisionado contra el árbol y con sus fauces a unos centímetros de su rostro. Lo único que brotó de sus labios fueron borbotones de sangre pues las heridas habían sido más graves de lo que había pensado.

La voz que antes había empleado la mujer apareció dentro de su cabeza:

-Es tan placentero el dolor ¿no crees? –aunque parecía imposible, su rígido pico pareció curvarse y formar una sonrisa torcida y malévola.

Demian no logró hablar, la sangre de su boca estaba ahogándolo. Respiró lo más profundo que sus costillas fracturadas le permitieron y escupió una mezcla de saliva y sangre contra el rostro quebrantahuesos. Haciendo acopio de todas sus fuerzas logró sonreír. ¿Dorian ya estaría lo bastante lejos como para que no lo encontraran?



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En el texto hay: bestias, gay, sobrenatural

Editado: 02.01.2023

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