Metamorfosis

CAPÍTULO 4

James iba directo a su trabajo después de que Jana se hubiera ido a la escuela. Había pasado una semana e iba concentrado en su celular viendo una publicación de un nuevo trabajo, pero él consideraba eso y tenía que ver si le daba tiempo por sus horarios de estudio, sin embargo, al parecer no iba a aceptar ese trabajo.

Consistía en ser mesero en una cafetería, que también era por la mañana, pero como ya tenía el de ayudante como bibliotecario no lo podía aceptar, a decir verdad, no ganaba mucho, pero gracias a su beca como mejor estudiante le ayudaba en mucho para los gastos de la casa.

No se había olvidado cuando su hermana le dijo que tal vez ella podía ayuda a trabajar para qué así él no se cansara mucho, pero él sin pensarlo declinó esa opción, es aún una adolescente que no se debe de preocupar por nada.

Él tenía que decirle algo importante a ella, solo que aún no sabía cómo decírselo ni cómo iba a reaccionar. Tal vez en otro momento se lo mencione con tranquilidad.

Se adentró a la biblioteca cuando no habían llegado aún personas, así que dejó la mochila que siempre trae aquí a un lugar separado.

—Buenos días —saludo a la persona de edad avanzada que también estaba arreglando una pila de libros que recién había llegado—. ¿Cómo estás, Zara?

Ella alzó su cabeza en dirección a él.

—Buenos días, James. Espero te encuentres bien.

—Todo bien.

Ese era su saludo de todos los días. Zara era la persona que más años tiene en este lugar, así que cuando le dijeron que ya no podía trabajar por lo que ya pasa de los 60 años, ella rechazó la idea y siguió llegando sin importar lo que le digan. Ella no se puede apartar de un lugar tan bello como este. Ha pasado toda su vida atendiendo a personas que son amantes de los libros.

—Es bueno que hayas llegado hoy más temprano, van a llegar más libros dijo Leonor —menciona Zara— así que tenemos mucho trabajo el día de hoy.

—Yo lo puedo hacer —aclara James— no puedes cargar mucho peso.

Ella se baja los lentes por la nariz ya que se sintió ofendida, pero no de una mala manera.

—Tonterías, aún puedo —se cruzó de brazos girando el rostro aun lado enojada.

—Él tiene razón, señora Zara —una voz femenina se escucha que se va aproximando— usted ya no puede hacer peso.

—Si sigues diciéndome señora sí que me sentiré así, Franci. Te he dicho que puedes tutearme.

—Lo sé, pero aún no me acostumbro a hablar así.

Cuando la chica de cabello negro se acerca al lugar de ellos dos. James no sabe ni a dónde mirar y como si fuera poco, Zara le echa una mirada a él sonriendo. Sabe que le gusta ella.

—Hola, James —le saluda con una sonrisa dejando sus cosas en el locker de metal donde están las cosas de James también.

—Hola Franci —le devuelve el saludo. Él intenta no mostrar ningún nerviosismo así que sigue haciendo lo que estaba haciendo.

Cuando James está por marcharse a otra sección de libros Zara lo detiene.

—Deberías animarte a invitarla a salir —le susurra ella.

Él se sorprende y mira a todos lados comprobando que no la hayan escuchado.

—Zara, por el amor de Dios. No digas eso —se pasa una mano por el cuello— no sé por qué dices esas cosas.

Ella rueda los ojos.

—Me hace falta un cambio de lentes, pero eso no me hace menos observadora, niño.

—No me llames así —frunce el ceño.

—Lo pareces, por no atreverte a admitir lo que sientes.

Él mira hacia otro lado.

—No entiendo por qué los jóvenes de hoy en día son así. Tan dejados y perdiendo la oportunidad de estar con alguien.

—Ni yo lo sé —mira en dirección a donde está Franci.

—Tienes que animarte, James. Se que te gusta mucho. ¿No temes que alguien venga y la conquiste en poco tiempo? Luego te vas a lamentar.

—Es una semana recién. Además, es una atracción a primera vista —pone sus cosas sobre una superficie para aparentar tranquilidad.

Él lo piensa por un momento, pero en serio la quiere. Solo que no se atreve a decirle, ya que hay una razón muy importante que no lo quiere ni pensar.

—Seguro que algún día se lo diré —ella asiente con la cabeza— gracias por el consejo, Zara.

De nuevo antes de irse lo detiene.

—Por cierto, ¿cómo está Jana?

James relaja su rostro cuando escucha que menciona a su hermana.

—Se encuentra bien. Gracias.

—Me alegro, mándale saludos de mi parte y si puede que algún día me visite. Extraño su sonrisa por mi casa, es una niña muy dulce —unas arrugas visibles se muestran por el rostro de ella cuando se ríe.

—Le haré presente, Zara. Gracias —dice con una sonrisa.

Zara conoce a Jana desde hace algunos años. Se conocieron en el parque cuando los hermanos salían y Zara estaba con sus sobrinos —ella es una mujer soltera que no quiso casarse. ¿La razón? Aún no se sabe—. Así que frecuentaban cuando llegaban todas las veces que podían. Poco después James se entera que la misma señora del parque trabaja en la biblioteca.




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