Sabio es el proverbio que reza:
Dos tigres no pueden vivir en la misma montaña.
Tu aura fuerte y pesada abruma mi marcha;
Y el terco ímpetu de mis pasos genera presión.
El fruto no cae lejos del árbol;
Y estos dos titanes vuelven a colisionar.
Aun si el aprecio sigue presente,
La afrenta se repite en un vaivén sin final.
Y existe ese choque entre tu carácter y el mío.
Donde la odisea no encuentra su límite.
No se puede compartir territorio enemigo;
Las alianzas con diplomacia tienen fecha de expiración.
Cuento los días para salir de aquí,
Ya que alejarse será la mejor opción frente a lo incierto.
No quiero tu escueta comprensión;
Ya es demasiado tarde para eso.
El carácter, moldeado a golpes y hierro,
Se sobrepone al hecho de angustia y dolor.
Dos mudos emocionales en el arte de las señas,
Que, aunque quieran,
Jamás lograrán con éxito un lapsus de comunicación.
Y me abrumo, porque somos iguales.
Es mejor irme para mantener esto agradable.
No quiero faltarte el respeto y condenarme;
No quiero soltar una palabra y autoabofetearme.
Pero estoy sumamente harta de todo esto.
Aun si estás por encima de mí,
No bajaré mi cabeza para subordinarme.
Mi columna se desvió por bajar siempre la mirada;
Es hora de observarte de frente y con saña.
Por eso escojo irme antes de hablar;
Porque me volveré un desagradable villano.
Pero te advierto sin parpadear,
Que cuando dé la vuelta y me vaya,
No habrá retorno en mi marcha.
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Editado: 12.09.2024