Metamorfosis de una mente cansada (poemario)

Despierto

Me encuentro en una pesadilla constante;

sin poder despertar, aunque lo desee.

Este sueño lúcido que no se mueve a mi ritmo,

marcándome una agenda que no quiero seguir.

Soy consciente en cada momento de que estoy mal,

pero el sueño sigue latente sin dejarme abrir los ojos.

Y el cerebro lleno de una química anormal,

conoce los síntomas, pero no tiene la voluntad de tratarlos.

Y me asfixia,

oprimiéndome con malicia porque sabe que estoy débil.

Y me somete,

porque me encuentro desgastado mentalmente.

Camino a grandes zancadas,

en una huida infructuosa que no puedo controlar.

Y me tropiezo al intentar correr;

porque debo moverme a su sesgado ritmo.

Mirando al abismo de corazón negro;

donde no me acerco al borde, pero este viene a mí.

El miedo me pide huir,

pero las piernas están atadas, hundidas en el barro.

Fango que se ha acumulado a lo largo de los años;

la pila de desperdicios y malos pensamientos.

La mierda que se excreta desde las profundidades del alma,

con más hedor que la misma muerte.

Atorada en esta pesadilla sin sentido,

que me atormenta con los recuerdos del pasado.

Amarrándome a la depresión con un alambre de púas,

sin dejarme ninguna oportunidad para salir de acá.

Pero, en el punto crítico, logro despertar.

Y con un suspiro, me incorporo de golpe.

Con sobresalto, los jadeos salen de mi boca;

el sudor frío recorre sin pudor mi espalda y mi pecho.

Observo a los lados,

con la alerta de revisar que nadie aseche en los alrededores;

y a medida que pasan los minutos, el corazón se calma.

Y me levanto, porque el día comienza.

La pesadilla sigue fresca en la memoria.

Pero la mente se ha despertado y sabe que está bien.

Deja correr el buen ánimo, saliendo lentamente de la oscuridad.

Mirándose al espejo para ensayar una simple sonrisa.

Una sonrisa que en meses no la ha apreciado.

Y las piezas del rompecabezas se vuelven a agrupar;

la rutina se hace más llevadera.

El día a día continúa con normalidad;

y la vieja persona vuelve al estado original.

Pero llega la noche,

momento en el que debo cerrar los ojos.

Y, aunque no hay nadie sobre la cama,

soy consciente de que la pesadilla sigue viva en mi interior.

Esperando el momento exacto para hundirme de nuevo.




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