Metanoia

Capítulo 29

Se acercó a atender a algunos clientes que se encontraban sentados en las mesas alrededor del mostrador sintiendo la pesada mirada de Bastián que no dudó en tomar su mano para detenerla al pasar por su lado.

―Suelta ―murmuró está lo suficientemente bajo solo para que él la escuchara. 

―Es hora de ir a casa, hermanita ―la mirada que Alex le lanzó lo estremeció y a la vez le brindó la esperanza de traer a Alexandra de vuelta y que dejara de jugar a la casita―. Sabes que es cuestión de tiempo.

Οχι (No).

Ella no volvería, no quería, mucho menos en ese momento que por fin se había librado de la carga que traía constantemente sobre sus hombros. Quería quedarse allí con Franco, con los chicos, quería conocer al hijo o hijos de su amiga… quería esa vida y lucharía por ella incluso si eso significaba que Bastián la odiaría. 

Para Alex ver a Bastián era verse a ella misma. Se odió al ver en lo que él se había convertido, era el reflejo de la persona que ella había sido. Ambos habían sido víctimas de un hombre despiadado como lo fue su padre ―algo que, hasta ese momento podía ver con claridad―, víctimas de nacer bajo el apellido Nikolau y, en parte, culpables de la muerte de su hermano.

Y eso era algo que los perseguiría de por vida.

Apolo siempre había sido lo contrario a ellos. Ella lo amaba y, hasta entonces, lo comprendía. Comprendía por qué quería alejarse de ellos, por qué quería vivir una vida normal, pero ellos se aferraron tanto a él que lo único que provocaron fue su muerte a manos del bando enemigo. 

Las palabras quedaron en la boca de Bastián en el momento que su celular sonó, le lanzó una mirada severa a Alex y se levantó de la mesa. Pasó a su lado chocando sus hombros. Ella lo vio marchar en el preciso instante en que Franco entró en el lugar. 

Este, sin pensarlo, se acercó a ella y la besó. Ya no le importaba que los vieran, quería vivir el momento en el que solo eran ellos dos.

Él y ella.

Ella y él. 

Alex no dudó en corresponder aquel beso lleno de sentimiento en el que, sin necesidad de palabras, ambos aceptaban luchar por ellos, por su amor y por la vida que querían tener juntos. 

Laura los miraba desde la cocina, emocionada. Ella supo desde el inicio que algo había allí que se habían tardado en admitir, mientras que Pablo se encontraba sorprendido. Su esposa no pudo evitar rodar los ojos, este no captaba señales.

Alex abrazó a Franco y entonces lo vio, Bastián se encontraba al otro lado de la calle con su teléfono en mano observándolos, observándolo a él, a Franco. Murmuró algo que sabía que era para ella y se marchó. 

Y así fue durante lo que restó de la semana. No había día en el que Bastián no apareciera en la cafetería, se dedicaba a observarla y a Franco con el cual varias veces lo había visto cruzar miradas, pero ese día hubo algo diferente. 

―¡Abi, qué sorpresa! ―Alex se giró al escuchar a Laura.

Y efectivamente ahí se encontraba su amiga. Esta les sonrió a ambas antes de pasar al lado del mostrador y abrazarlas. Tenían bastante de no verla debido a su trabajo.

―¿Y quién es el acosador? ―susurró bajo haciéndolas reír.

―No es ningún acosador ―susurró de igual manera Laura―. Es el hermano de Alex.

Esta la miró sorprendida y Alex se encogió de hombros. Justo cuando Abi iba a preguntar cómo lo sabía, una voz se escuchó a sus espaldas.

Las tres se giraron a la vez y, por el rostro de ambas, no fue difícil deducir que era él.

―¿Puedo ordenar un café? ―las observó a cada una sonriendo.

Laura y Abi notaron cómo Alex se precipitaba a atenderlo, pero esta última decidió acompañarla.

―Claro, yo te ayudo ―contestó está un poco molesta. 

Abigail observó a Laura preocupada.

―¿Negro? ―Abi decidió intervenir.

―Así es ―confirmó, alejando su mirada de la de ella para ver a su hermana―. También me gustaría un brownie ―comentó notando a Alex tensarse en el acto.

Alex asintió dirigiéndose a la vitrina con este siguiéndola desde el otro lado, pero esta vez no la observaba a ella, sino a Abi que podía sentir su intensa mirada sobre ella, analizándola.

Alex lo observaba como esperando cualquier reacción que la hiciera intervenir. 

―¿Eres nueva? ―observó curioso a Abi, esta le sostuvo la mirada.

―No, solo he venido de visita.

Bastián observó a Alex fingir que no prestaba atención, pero él sabía que, en el fondo, se encontraba alerta. Por un momento la vio negar con la cabeza, anticipándose a lo que él iba a decir. Y no era para menos, ella siempre se encontraba atenta para atenderlo cada que llegaba. No quería que cruzara palabras con Laura o Pablo y eso parecía suceder con esta chica.

―¿Eres amiga de Alex? ―preguntó, entregando el dinero de lo comprado.

―Sí.

Sonrió con esa sonrisa tan característica de él.

―Yo soy su hermano.




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