Metanoien

Capítulo 1

Cuando Elián nació fue llevado en brazos por su madre fuera del hospital donde ni siquiera se quedó una noche en la camilla, una mujer pobre de salud precaria y decadente consecuencia por los malos hábitos y constantes apuestas terminó embarazada a los diecinueve años por un hombre de entidad desconocida para ella. No podía pagar tan costosos servicios como resultó ser el servicio hospitalario, entonces optó por huir del lugar tan pronto Elián saliera de su cuerpo.

Un bebé pálido de ojos café y cabello rizado, muy esponjosito, un pequeño niño de apariencia adorable nació ese día tan nublado y gélido. 

Al nacer el niño fue marcado como un alpha mitad beta, siendo beta por parte de su madre y alpha por aquel hombre desconocido. Bueno, al menos algo bueno salió de ese amorío. Los alphas mitad beta eran catalogados como una especie rara, no existían estudios de la condición genética y tampoco medicamentos en tratamiento al celo.

Lo que resultó ser una terrible catástrofe para Elián en su primer celo. Tal fue su excitación que rompió como un pedazo de nada la base de su cama, pero más enfurecida terminó la pobre madre del niño, esa base le había costado dos meses de paga. ¡Y todavía no terminaba de dar el último pago! 

Su madre, la señora Caely era amada por todos en el lugar, ella le dió una niñez envidiable a pesar de ser tan pobres que a veces el único alimento ingerido por Elián era conformado por un pedazo de pan duro y agua hervida en leña con sabor a tierra.

 Después del pequeño accidente de la cama Elián durmió en el suelo dos años, la ira de su madre era algo que ni siquiera él pudo apaciguar con sus ojitos de venado.

Esa mujer era de mano dura.

 

 

Unos años después Elián cumplió los nueve años conoció a nuevos integrantes a la familia: dos hermanos gemelos de siete años y una niña morena con la misma edad que los gemelos: a los tres los encontraron en una zona militarizada por unos policías que, casualmente, hicieron ronda por esa zona tan escabrosa. 

Tremenda pesadilla resultaron los gemelos.

Elián no se consideraba un niño travieso y tampoco un niñito aplicado, digamos que él era una media entre ambos conceptos. Sin embargo, pronto descubrió que la maldad y la ternura pueden coexistir en un ser humano, y en su caso, en dos seres diminutos e idénticos.

La madre de Elián logró conseguir empleos de largas jornadas para poder solventar los gastos de todos sus hijos y debido a ello Caely no pudo degustar la infancia de los gemelos y de la niñita menor.

No se arrepentía no la malinterpreten pero mantener cuatro bocas más la suya le sacaban considerables horas de sueño y, a la par, su juventud.

Elián reposaba su cabeza sobre el roble viejo frente a su pequeña choza, masticaba unas bayas silvestres muy ácidas para su gusto pero era mejor que no tener nada para distraer el monumental hambre que le hostigaba hasta retorcerse de dolor. 

Cerró sus ojos. Si dormía dos horas el hambre se aplaza y con suerte llegaría vivo a la cena.

—¡Hermano Elián! —La voz chillona de Charlie, su hermana, lo hizo pagar un brinco, volteó hacia todos lados buscando la voz de su hermana— ¡Ayúdame! 

Asustado, Elián se levantó de su lugar y gritó notablemente alterado.

—¿Dónde estás?

—¡Arriba de ti, voltea! —Elphonese, extrañado, miró hacia las ramas del árbol... Charlie colgaba boca abajo con los pies atorados en una rama gruesa, su lindo vestido se había rasgado e inevitablemente se deslizó sobre su pancita hasta sus axilas dejando a la vista su ropa interior y su todavía inexistente pecho. 

—¡Jesus! —Escandalizó subiendo hasta donde se encontraba el cuerpo expuesto de su hermanita, agarró con mucho cuidado el doblez del vestido para sostenerlo a la altura de las rodillas. Suspiró temeroso por la gran altura. Tragó saliva—. De acuerdo... tú... sostén el vestido y desliza tu cabeza por mi espalda, cuando lo hagas suelta el vestido y agarra mi cuello. —¡Ni él mismo se entendió!—¿Lista?

Charlie negó pero lo hizo de cualquier forma. 

Elián jaló sus pies sin obtener éxito. Mordió su mejilla intentando resistir las ganas de correr en busca de su mamá,  no lo haría, no dejaría a Charlie sola colgando de cabeza como un calcetín.

—¡¡Hermano Elián, me duele mucho!! —Gimoteó Charlie. Le dolían los tobillos y las rodillas, estaba sumamente avergonzada de que su hermano mayor le haya visto sus calzones de pingüino. 

Sin importar cuando le doliese los jalones Charlie nunca soltó a Elián, su agarre nunca disminuyó. 

Ella pensó que su hermano mayor era genial. Desde su perspectiva su hermano era muy atractivo y cool, su cabello rizado y sus ojos eran algo que le encantaba admirar mientras no se deba cuenta. En esa situación tan embarazosa sólo podía pensar en que el cuello de su hermano era muy suave. 

—¡Una... dos.... TRES!

 

. . .

 

Caely recién llegaba a su hogar después de una larga y extenuante jornada en el hospital, sus pies palpitaba con cada paso sobre la madera, incluso creyó escuchar cómo rechinaba su columna. Los gemelos se encontraban sentados coloreando con crayones en la mesa del comedor,  sólo unos segundos tardo en preguntar por Elián y Charlie, ninguno de los dos estaba en casa, a lo que Claude, el mayor de los gemelos, respondió con una negativa sin despegar su mirada de la hoja rayada. 

Ese sexto sentido se activó. 

Tranquila y todavía sin alterarse caminó por el parte trasera de la casa normalmente Charlie jugaba en el lodo de las flores, pero no encontró rastros de ella en ese lugar. 

Poco a poco la preocupación explotó en su pecho.

—Elián, hijo, dónde estás. —preguntó al aire. 

Un tirón en su camisa la tranquilizó hasta que notó que no era Elián sino William el menor de los gemelos. 

William señaló el árbol. Ese susodicho árbol. 

Su hija últimamente le había dado por copiar todas las acciones de su hermano mayor, perseguirlo y acompañar a todos lados al niño se convirtió en su hobby favorito. En uno de esos días Elián trato de huir de Charlie, subió al árbol sin esperar que ella le seguía de cerca. 




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