Metanoien

Capítulo 7

El chillido de William empezó desde muy temprano. Decidí ignorarlo aún era muy temprano y ni siquiera había luz de sol en las ventanas pero William no dejaba de chillar, solté unos pequeña patada pero él no se detenía, bufé cansado al sentir como se subía sobre mis piernas. Finalmente abrí los ojos dispuesto a correrlo de la habitación.

William estaba sobre mis piernas con una pequeña gasa en la pata. Mi miraba preocupado, meditabundo, su nariz tenía algo de sangre y sus orejas estaban sumisas. Mi cerebro conectó cables y salté de la cama tirando a William en el proceso, no sabía dónde rayos estamos.

La cama era más que grande, era gigante. La habitación no tenía fin y el techo estaba cálidamente iluminado por un candelabro, tan malditamente alto. Ahora entendía porqué William no se callaba. 

Ese no era nuestro hogar. Empezando por el clima y aire, me cuesta respirar, el aire es más pesado de lo normal y parecía que la gravedad quería tragarme. 

—¿Dónde estamos...? —pregunté, sabía que William tampoco lo sabía, sus orejas y cola se encontraban sumisas en reacción al miedo pero aún así pregunté.

—No te preocupes. —acaricié su cabeza ¿Claude? La pregunta me aterrorizó, casi olvidó a Claude. Miré nuevamente la cama y me lancé sobre los enormes cojinetes jalando el pesado bulto, todo era increíblemente grande y pesado.

Después de un rato lanzando cojines al suelo encontré a Claude, dormía plácidamente con la panza expuesta, a su cola le faltaba un pedazo de pelaje y sus patas tenían vendajes blancos. 

—William será mejor que vuelvas a tu forma —dije en dirección al mencionado, pero ni siquiera se movió —¿William?

Él sólo se recostó de nuevo, como si estuviera terriblemente agotado. Un toque delicado y considerado tocó a la gigantesca puerta, un rostro femenino se asomó de entre las puertas.... ella también era gigante... 

¿Dónde demonios estamos que nos encogimos?

—Oh, están despiertos —Pareció darse cuenta, William volteó a verla, saltó de la cama y caminó defensivo hacia ella—Hola lindo cachorrito... no temas. 

¿Le dijo cachorrito? William ya poseía la estatura y porte de un alpha maduro. 

Salió detrás de las puertas y se hizo ver completa. Su vestimenta era igual de extraña que ella, tela blanca con listones azules rodeaban su cintura y pecho, el listón azul se ajustaba pulcramente a su cuello sosteniendo la gran cantidad de tela. En cada muñeca un aro de oro adornaba la zona y otros más aros subían por los brazos ciñendo la tela. 

—¿Dónde estamos...? —le pregunté, está vez esperaba una respuesta. 

Ella vió en mi dirección, hizo una mueca y fruncí el ceño confundido por la incómoda expresión. Después de unos segundos cambió el ambiente incómodo a una de aprobación, miró mi cuerpo sin decoro, primero mis piernas, mi cintura y mi pecho hasta llegar a mi rostro. 

La mueca se transformó en una gran sonrisa. 

¿Bien?

—El príncipe está en el comedor central, pueden ir después de vestirse adecuadamente —dijo ella con templanza, recorrió toda la habitación sacando prendas del armario que hasta segundos antes pensaba que era otra puerta.

Miré mi cuerpo. Vestía mi sudadera negra, unos pantalones de frío y mi camisa gris debajo de la sudadera, no tenía mis botas puestas pero creo que toda mi vida he vestido bien. ¿Verdad?

Se acercó a mí y William se apresuró a defenderme, se colocó enfrente de mí y gruñó en advertencia. 

—No no cachorrito, espera tu turno, tengo que vestir a tu amo. —Me sonroje avergonzado de ser llamado amo de mi hermano, eso sonaba tan mal que quería reírme y llorar. 

Me encogí en mi lugar, esa mujer fácilmente podría cubrir mi cara sin problema con su mano. 

—No soy su amo... —dije taciturno. Ella me ignoró mientras acariciaba las telas comprobando su estado probablemente, sostuvo mi brazo y me arrastró a otra habitación, ésta otra tenía una alberca de dimensiones olímpicas e incluso el fondo se veía negro de tan hondo que era. 

Ni loco, no.

—Creo que puedo quedarme así un poco más. 

Mi voz tembló. Iba a ser bañado por una gigante desconocida, en una alberca gigante, y ser vestido con prendas gigantes. ¡No!

Minutos después quedé reluciente, la mujer talló con delicadeza cada rincón de mi virginal cuerpo —ya no era tan virgen—. Esa mujer tocó partes que ni yo había tocado en toda mi vida. Me sentía sumamente ultrajado.

Sin embargo ese detalle no pareció importarle, parecía estar disfrutando cada segundo de mi sufrimiento, ahora mismo tocaba mis piernas sin vergüenza alguna dejando toques suaves y constantes lubricadas con aceites. Sinceramente olían muy bien esos aceites. 

Terminó su labor hasta que mi piel absorbió el aceite.

Salí de la habitación de baño tembloroso, William apareció a la par de otra puerta. Su rostro peludo tenía la misma expresión de trauma que yo, al parecer también fue bañado. Claude salió en brazos de un hombre, aún estaba dormido: su cuerpo era un peluche, se dejó hacer por los desconocidos y, una vez terminaron, lo colocaron en el centro de la cama para que siguiera durmiendo. 

Una involuntaria carcajada salió de mi al ver a William con una mirada perdida, su cuello fue adornado con una cadenita de plata y sus patas con pulceras gruesas con joyería diminuta incrustada en la plata, creo que hasta sus orejas tenían pequeños pedazos de plata rodeando la punta al final de la oreja. 

No era normal. En ningún lugar te prestaban joyería por ser visitantes. Eso tenía dos significados: o fuimos secuestrados por traficantes y nos van a vender al mejor postor, o nos matarán con elegancia. 

El miedo subió por mi columna al verme en el espejo de la habitación. 

Definitivamente nos van a vender al mercado negro, no existe otra respuesta. Un hombre con uniforme negro pasó la puerta él era bastante apuesto y también bastante alto, las mujeres y hombres que se encargaron de bañarnos inclinaron la cabeza y se formaron en línea recta en una esquina del salón. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.