Mi Abogado

CAPITULO 6

—Me puede explicar qué es todo esto. Tu abuelo está planeando una boda; por el amor de Dios, todavía no me divorcio y ya me andan casando. ¿Me crees estúpida para volver a caer en esto? No me quiero volver a casar jamás y menos con un hombre que es igual o peor que mi exmarido.

—Primero debes tranquilizarte, Lilian, no vamos a casarnos, al menos no realmente, y te dejaré claro que yo no soy como tu ex; yo no engaño a las mujeres, las trato de maravilla tanto fuera de la cama como dentro. Puedes preguntarle a cualquiera y te lo confirmará.

—Eso no te hace mejor hombre; te gusta andar con una y con otra para satisfacerte.

—No, claro que no, porque déjame decirte que no les miento, no les prometo nada.

—Como sea, no es de eso de lo que estamos hablando. Si seguí tu mentira enfrente de esas personas fue porque me diste lástima. Pero no voy a mentir más por ti, así que búscate otra mujercita para que sea tu novia de mentiras; te doy una sugerencia: la chica de recursos humanos. Y ahora me voy, gracias por traerme a mi casa.

Llego al departamento; Caroline no ha llegado. Seguro se retrasó en su trabajo. Mi amiga es la chica clima de la televisora local; también trabaja en sus redes sociales. No entiendo mucho sobre eso, pero gracias a mi amiga he asistido a varios eventos y he conocido a varios artistas, porque siempre que la invitan le dan un pase extra y ella siempre me invita y yo, gustosa, voy.

Voy a mi recámara, me urge quitarme la ropa, busco en mi maleta el pijama. Entre mis pendientes está ir a recoger mi ropa; no me voy a quedar a vivir en la casa, me pone mal. Tampoco pienso vivir mucho tiempo con mi amiga; sé que ella está feliz de tenerme, pero quiero tener algo propio.

El sonido de mi celular me sobresalta, lo saco de la bolsa; es Samuel, seguro ya se dio cuenta de que su lindo coche no está.

—¿Ya me desbloqueaste? —le pregunto antes que diga algo.

—¿Te llevaste mi coche?

—¿Lo perdiste?

—Iré a buscarlo, no sé cómo te lo llevaste, pero iré por mi carro.

—No lo tengo yo, así que ni vengas.

—¿Qué le has hecho a mi coche?

—Nada, voy a colgarte; no quiero hablar contigo.

—Regrésame mi auto.

Cuelgo la llamada; espero que no se le ocurra venir. No sé qué haré.

—Lily, he llegado.

Salgo de mi habitación para saludar con mi amiga.

—¿Cómo te fue en tu primer día? Cuéntamelo todo. ¿Qué tal tu nuevo jefe?

—Viví un día de perros.

—¿Qué pasó? Es un mal jefe.

—Para empezar, me despertó a las cuatro de la madrugada, solo porque soy lenta y no quería que llegara tarde.

—No eres lenta, cariño.

—Después fui a hablar con Samuel. La razón por la que me dejó es porque tiene una amante, una mujer muy joven y bella.

—No te compares con ella, no lo hagas. Tú eres un mujerón y ella solo una mujer que se conforma con un hombre casado.

Mi amiga me abraza.

—Le robamos el carro.

—¿Le robaste el auto? Debe estar como loco; ama su coche. Espero, ¿tú y quién más? Se robaron el coche; tú no sabes manejar.

—Mi jefe y yo.

—¿Y cómo hicieron eso?

Le conté a mi amiga todo, lo que le pasó a mi nuevo jefe, de cómo llegamos al hospital y cómo fue que se me ocurrió la gran idea de robarle el coche a mi exmarido.

—Y eso no es todo, hay algo más.

—¿Más? Voy a necesitar una copa de vino.

—Su abuelo cree que somos novios y que nos vamos a casar.

—Tienes dos días en el empleo y ya te vas a casar con tu nuevo jefe, no me lo puedo creer.

—Eso no va a pasar, todavía ni me divorcio. ¿Tú crees que yo tengo ganas de casarme?

—Hoy me tomé el tiempo para buscarlo en redes sociales, y no me lo vas a creer, pero me sigue. Mira.

Mi amiga me enseña su celular; las fotos de mi jefe aparecen en mi vista. Tiene muchos seguidores; sus fotos están lejos de ser escandalosas, creo que es por su trabajo. En la mayoría, está en su oficina o con personas que son importantes en el medio artístico.

—Mi jefe conoce a Jefferson Urías —digo al ver la fotografía de ellos sonrientes.

—Según yo, Jefferson tuvo problemas legales con un socio; creo que le había robado.

Veo cada una de las fotos de mi jefe; tiene solo veinticuatro fotografías.

—¿Qué vas a hacer? Supongo que él te seguirá insistiendo, aparte de que dices que su abuelo lo quiere casado.

—Caroline, no hay nada que pueda convencerme para aceptar ser su novia y ser su esposa; solo lo hice en el momento porque no quería causar una discusión y me dio lástima.

—Si me lo preguntas a mí, te diré que si a mí me lo ofrece, aceptaría gustosa. ¿Lo has visto desnudo?

—¡Caroline!

—Ay, no me salgas con que eres una santa, Lily Rose, porque estuviste casada por diez años y no creo que solo jugaras a la casita con el idiota de tu ex.

—Es mi jefe solo por eso, no quiero imaginármelo más sin ropa.

—¿Entonces viste las fotografías?

—Solo una de acuerdo, solo tenía curiosidad de saber quién es.

—Yo digo que lo llames y le digas que aceptas ser su novia de mentiras. Piénsalo, Lily, cuando Samuel se entere de que estás saliendo con un hombre más joven que él, se va a infartar.

Mi jefe es mucho menor que yo; no llega a los treinta, yo estoy más cerca de los cuarenta.

—Seguro se consigue una mujer de su edad; si su abuelo lo sigue presionando, lo hará, y créeme, ese hombre tiene una lista larga de mujeres esperando que él les dé unos minutos de su tiempo. Yo no soy así, no quiero una relación de mentiras; suficiente ya con sentir que Samuel nunca me amó.

—No es tu culpa.

—Pensé que tenía un matrimonio feliz —aunque no quiera, las lágrimas salen.

—Tranquila, amiga, ya verás que muy pronto solo será un mal recuerdo.

—Me iré a bañar —digo.

Tocan la puerta, y Caroline se levanta para ir a abrir. Para mi sorpresa, es Samuel.

—Sabía que estabas aquí, vine por mi coche, dámelo.

—Ya te dije que no lo tengo.




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