Mi Abogado

CAPITULO 11

Horus

No sé qué me está pasando, ¿por qué de repente la cercanía de Lilian me hace sentir incómodo, y no quiero decir que incómodo mal, sino algo más? Me siento bien con ella.
Estoy viéndola mientras piensa en su respuesta. Sé que es difícil responderla, ha pasado diez años de su vida con ese hombre, tengo mucha experiencia en estos casos, para ellas es más difícil soltar, muchas lloran al firmar el divorcio.
Y no por qué por fin están libres, sino por qué añoran la vida que tenían.

—No lo sé, estoy muy dolida con él, pero supongo que no se puede olvidar a alguien que amas por tantos años en un día para otro.
—Es lo que se espera, solo deja de culparte, por qué nada es tu culpa te lo aseguro.
—No sé qué hice mal.
—Que te hacen infiel no es tu culpa, ellos son responsables de sus actos, ellos son los que deciden ser infieles. El problema lo tienen ellos.
—Le di mi vida entera, dejé todo de lado para darle mi tiempo.
—Eso pasa cuando estás enamorada. —Y lo sé bien.
Cuando cumplí 19, me festejé en un antro, me divertí con mis amigos, estaba por irme cuando la vi. Kirsty era una chica hermosa, me enamoré de ella al instante, no necesité seducirla, ella sola vino a mí. Me enamoro. Me volvió loco, no podía vivir sin ella. Estaba dispuesto a todo por tenerla para siempre, nunca había deseado formar una familia.

—¿Estás bien? —escucho la voz de Lilian.
—Si estoy bien, solo estoy pensando.

—Debería irme, llamaré a Caroline, para que pase por mí.
La puerta es tocada, no puede ser nadie más que alguien de mi linda y loca familia.

—¡Adelante! — No necesito ir a abrir, regularmente mi puerta no tiene seguro, nadie ajeno a nosotros puede entrar.

En cuanto mi primo Enzo abre la puerta, se escuchan los gritos de sus dos inseparables; son mis primos más pequeños de doce años. Son trillizos.
—Hola, primo Horus, hemos venido a traerte la cena. La tía Elizabeth hizo una ensalada especial para ti. —Renzo trae dos platos en sus manos
—Y la tía Sonia ha hecho un postre para ti.
—Eres el consentido Horus, siempre hacen todo especial para ti, y para nosotros es lo que esté en la mesa —Se queja Renn.
Ellos aún no saben que realmente solo cuidan lo que como por mi enfermedad.
—También trajimos comida para tu novia.

—Tu novia no es muy vieja para ti, ¿no crees? —Enzo, que no tiene filtro, hablé la boca.

—Ok, es hora de que ustedes tres se vayan.
Tomo los platos que tiene Renzo y le digo a Renn que ponga el postre en la mesita.
Renn y Renzo, que saben cómo es su hermano, lo toman del brazo y salen de mi vista.
—Lo siento, Enzo, no piensa antes de hablar —la miro para pedirle una disculpa.
—Tiene razón. ¿Sabes cuántos años tengo?
—Si lo sé, leí tu currículum. Cumples años el 21 de noviembre.

—¿No te importa lo que digan sobre nuestra diferencia de edad?

—No me importa, mis padres se llevaban ocho años de diferencia, para ellos nunca fue problema, mamá era mayor.

La historia de mis padres es maravillosa. Se conocieron en una fiesta, su mejor amigo lo invitó a la fiesta de su prima. Esa prima era mi madre, mi papá la miró y ya jamás la soltó, a pesar de que mi padre era mucho más joven, pero eso a él no le importó la quería y ella también a él.

—Seguro tuvieron un amor bonito.

—Se amaban mucho—digo, me duele hablar de ellos todavía. Tengo hambre, ya que mis adorados primos nos trajeron comida, cenemos.

Llevo los platos a la mesa, voy a la cocina por más refresco. Nos sentamos juntos, mi mesa es pequeña, no necesito una mesa grande. Las reuniones familiares siempre son en la casa del abuelo. Regularmente, yo no uso el comedor, ya que como con el abuelo o con mis tías.

—Tienes una familia muy unida.

—Si somos unidos a pesar de que soy la oveja negra de la familia, ¿qué tal tu familia?

—Tengo a mis padres que viven a tres horas de aquí, no les gusta la ciudad y papá tiene su consultorio veterinario, mamá es su asistente, tengo un hermano mayor es piloto, pero no está trabajando porque tuvo una operación.

—¿Nada grave? —me interesó.

—No, fue operado de la rodilla, se lesionó jugando fútbol, pero muy pronto estará bien.

La plática fluyó muy bien, al menos logré que Lilian se tranquilizara un poco. Nunca había pasado tanto tiempo platicando con una mujer. Lilian no es cualquier mujer, ya que está en mi casa. Es un poco extraño que esté en mi espacio personal, hasta ahora solo mi familia y un par de amigos han tenido la fortuna de estar ahí.

—Llamaré a Caroline, ya es tarde, creo que debería irme.

—Está lloviendo —digo

Hace media hora empezó a llover, el pronóstico dice que lloverá seguido y sin parar.

—La llamaré de todas formas cuando se calme. Podrá venir por mí.

—Si se calma, te llevaré yo, no molestes a tu amiga, además las calles se ponen peligrosas. Puedes quedarte, duerme en mi recámara, yo dormiré en la habitación de invitados.

Nadie ha usado esa habitación, María. La chica que nos ayuda con la limpieza cambia las sabanas seguido, pero nadie se ha quedado. Mi familia está aquí mismo, así que no necesito invitar a nadie a dormir. Lilian tendrá el honor de por primera quedarse en mi casa.

—No quiero molestar.

—No es molestia, nos podemos seguir conociendo. Mi abuelo hará muchas preguntas, te lo aseguro.

—¿Qué más quieres saber?

—¿Deseabas ser madre?

Ella me mira, veo tristeza, desilusión, pero también resignación.

—Lo siento, si te incomoda la pregunta, no contestes.

—Lo he intentado, después de un año de matrimonio lo intentamos, pero no quedaba embarazada. Nos hicimos estudios y la del problema fui yo. Me sometí a diferentes tratamientos; ninguno funcionó, el último fue hace meses. Yo estaba buscando un bebe y lo más seguro es que Samuel ya estaba engañándome.

—Nunca han intentado adoptar.

—Yo sí, pero Samuel no, él quería hijos propios, ahora ya los tendrá.




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