Mi Abogado

CAPITULO 15

El despertador me avisa de que es hora de levantarme. Voy a la ducha directamente; antes de meterme a bañar, veo las noticias. Por suerte, en las fotografías tomadas anoche solo salgo en segundo plano. Voy a X, busco a Horus, me salen las fotografías de ayer; en ninguna sale feliz. Susi es la única que está sonriendo. Todos hablan de la nueva relación, pero me topo con un mensaje donde dice que Horus subió una foto con su verdadera novia y lo de Susi solo fue un malentendido.

Voy a las redes sociales de Horus; la última foto la subió en la madrugada, es una de las fotos que nos tomó mi amiga. ¿Ella se las mandó? El pie de foto escribió solo “Mi única novia”. Ayer estaba muy enojada, pero a pesar de todo lo iba a dejar explicarse, pero cuando abrí la puerta, él ya se había ido. Después me marcó, pero no quise contestar.

Salgo del baño, me pongo un vestido formal y, cuando voy a la cocina, mi amiga está sentada tomando café.

—Buenos días. —¿A qué hora llegaste? —me pregunta con curiosidad.

—Como a las dos, fui a mi casa, a la casa de Samuel.

—¿Qué pasó?

Le cuento todo con lujo de detalle.

—No lo puedo creer, Horus se miraba diferente, no entiendo por qué te llevó si iba a entrar con otra.

—Yo tampoco lo entiendo.

—¿Intentó explicarse?

—Dijo que él no lo sabía, que fue idea de Susi, pero no le creí nada, Caroline, estaba junto a ella, la prensa preguntaba y nunca dijo ni una sola palabra. Pero mira —le enseño mi teléfono.

—Lo vi esta mañana.

—Yo le envié las fotografías por Instagram después que se fueron.

—Estoy confundida, amiga.

—Si estás confundida es porque estás enamorándote.

—No digas tonterías, no íbamos a salir en serio.

—Estás enamorada, pero tranquila, ya te darás cuenta.

—Iré a trabajar; el autobús pasa en cinco minutos.

—Habla con él, si subió esta foto y te reconoció como novia a ti, es porque no tiene nada con esa chica.

—Lo pensaré en el camino. —Por cierto, voy a empezar a buscar un departamento; no es que no quiera estar contigo, pero si voy a empezar una nueva vida, quisiera hacerlo sola.

—Como tú te sientas a gusto, amiga, yo te voy a apoyar.

—Volveré por la tarde.

En cuanto llego a la parada el autobús, me subo; por poco se me va. Pero por desgracia, no alcanzo asiento.

Llego a tiempo a la oficina, no veo el auto de Horus en el estacionamiento, saludo al señor Jorge.

—Buenos días, señorita, pensé que no se presentaría hoy aquí.

—¿Por qué? —le pregunto.

—Pensé que, como es la asistente del joven Horus, estaría con él en este penoso momento.

—No lo estoy entendiendo, don Jorge.

—¿No lo sabe? La señora Laia falleció anoche.

—¿La mamá de Madison murió?

—Sí, todos estamos muy tristes; la señora Laia era tan linda con todos.

—Debo irme, señor Jorge, gracias por decirme.

—Saco mi celular para llamar a Horus; seguro anoche me marcó para decirme y yo no le quise contestar. Su celular está apagado, me manda a buzón directo. Paro un taxi; por suerte está libre.

Entro a las redes sociales, pero no hay nada sobre la muerte de la prima de Horus. De Horus están hablando, y no solo de él; a diferencia de la mañana, que solo había fotografías de Susi, ahora está la fotografía que subió Horus anoche.

En cuanto bajo del taxi, camino hacia la seguridad.

—Buenos días, vengo con el señor Horus Alarcón.

—¿Está en la lista? Dígame su nombre, por favor.

—No creo que esté en la lista, señor, pero soy la nueva asistente de Horus —digo.

—Lo siento, señorita, si no está en la lista, no puede pasar.

Por más que intento convencerlos de que me dejen entrar, me doy por vencida; Horus no contesta y el número del señor Horus aún no lo tengo.

No me queda de otra que ir a buscar un taxi. Camino por la acera.

—¿Lily? —miro a la persona que me llama.

Es el papá de Madison. Se ha estacionado a mi lado.

—Hola —digo.

—¿No te dejaron entrar?

—No, no estoy en la lista de autorizados.

—Entra.

Subo al auto sin pensarlo; no conozco a Mateo solo en las novelas y películas y el día que Horus me lo presento, apenas y cruzamos algunas palabras.

—Paul, regresemos para dejar a Lily — le dice a su chófer.

—Siento mucho lo que pasó.

—Gracias, Lily, es algo difícil, aún no lo asimilo...

—Si, a veces es difícil asimilar algo así. No hay palabras para estos momentos.

Mateo no me contesta; solo se queda viendo a la nada. Yo también guardo silencio.

—Horus está aquí con el abuelo; no necesitas tocar la puerta, entra. Y por favor, no comentes nada; Madison aún no sabe. Cuando vuelva, se lo diré.

Asiento y bajo del coche. A pesar de que Mateo me dijo que no tocara, lo hago.

La puerta se abre; unos ojos muy parecidos a Horus me están mirando.

—Hola, ¿quién eres?

—Buenos días, soy Lily. ¿Está Horus?

—Oh, eres esa Lily, pasa. Soy Max, primo de Horus.

—Mucho gusto, Max.

—Horus está arriba con Madison. Puedes subir; están en la tercera puerta.

Max me señala las escaleras; no sé si es por el momento que están pasando o si aquí a los desconocidos los tratan como conocidos.

Llegó a la puerta que me indicó, tocó despacio, no sé si Madison está dormida, espero unos segundos, pero no me abren, tomo la perilla para abrir lentamente. La oscuridad al principio no me deja ver nada, hasta que mis ojos se acostumbran.

Cierro la puerta; están dormidos y no quiero ser yo quien los interrumpa. Seguro Horus tuvo la peor noche de sus vidas.

No sé qué hacer, tal vez debería regresar abajo y esperar a que Horus despierte. Sí, aún estoy molesta con él por lo de anoche, pero eso no tiene relevancia; la muerte no se compara con nada.

Bajo las escaleras y en cuanto llego abajo la veo rodeada de personas, de diferentes edades; todos me miran y por un momento me siento pequeñita.




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