No han pasado muchas cosas de ayer a hoy, así que no hay mucho que contar. Les había comentado que mi hermana se va a casar; bueno, también está embarazada, y estoy feliz por ella. Sus circunstancias fueron distintas a las mías y, por ende, las reacciones de la familia también han sido diferentes. Lo sé porque mi madre me lo ha dicho claramente: ella está con el padre de su bebé y yo no, que a mi hermana le fue bien. Y, siendo sincera, me alegra que a ella le vaya bien, que esté embarazada, y que ninguna de nosotras tenga molestias en el embarazo por genética.
Sin embargo, a veces no puedo evitar sentirme molesta. Entiendo que nuestras circunstancias fueron distintas, pero me duele que mi madre me lo repita una y otra vez, haciéndome sentir, de alguna forma, inferior a mi hermana. Hoy mi hermana fue a su primer ultrasonido. Aún no se puede ver el sexo del bebé, pero sí que está sano. No voy a decir que es bonito, porque nunca logro ver la forma en los ultrasonidos, pero escuchar sus latidos me hizo feliz.
Surgió una conversación sobre el peso del bebé, ya que el doctor comentó que pesaba más de lo esperado para su tiempo de gestación. Le conté que cuando fui a hacerme el mío, mi hija estaba baja de peso, y al hacer la conversión, resultó que mi hija pesaba más en ese momento. Nos reímos, pero mi madre comentó que no debería compararlo, que mi hija era más grande, y eso me dejó sin palabras. Yo suelo compararlo todo con mis propias experiencias para poder dar mi opinión, pero cuando hablo con mi hermana sobre "Bolita" (así llamo al bebé, aunque antes le decía "Frijol"), siento que, al mencionar mi embarazo y lo que me fue útil, parece que quiero que todo gire en torno a mí. Aunque en este espacio sí lo hago porque lo empecé para desahogarme, mi madre insiste en que debo dejar de comparar mi embarazo con el de mi hermana, que no son iguales porque ella está con su pareja.
Y ahora que lo pienso, no suelo hablar mucho de mi madre. Es una buena persona y una buena madre; solo que a veces no sabe expresarse bien, o tal vez soy yo quien es muy sensible y no sabe manejarlo todo. Además, siento que a mí me tocó vivir el desmoronamiento de nuestra familia. Yo recuerdo cuando todo estaba bien, luego comenzó a ir mal, y finalmente empeoró.
Hoy también siento que cometí un error. Cuando el padre de mi hija la llama, suelo estar presente, pero hoy decidí dejarlos solos en videollamada porque él siempre me dice que no le doy privacidad. Me fui a la sala mientras hablaban en el cuarto. Pero durante la llamada, él hizo comentarios hirientes sobre mi hija: le dijo que su cabello era feo y que eso la hacía fea, que debía alisárselo y planchárselo. (Mi hija tiene 8 años). También comparó su aspecto con el de su otra hija, diciéndole que ella era más bonita por tener el cabello liso y un color de piel más claro. No entiendo por qué insiste en que las personas blancas son más bonitas, cuando mi hija es más blanca que su hermana.
El cabello de mi hija es rizado, no es afro, solo rizado suelto y fácil de manejar, pero él insiste en que nadie quiere tener un cabello así, solo porque mi hija dice que le gusta su pelo. Esto me enfureció, así que le mandamos un mensaje desde la cuenta de la niña para preguntarle si le iba a comprar una plancha de pelo. La conversación fue algo así:
Mi hija:
– Papi, ¿cuándo me voy a planchar el pelo, me va a comprar una plancha?
Padre de la niña:
– ¿Te vas a alisar el pelo?
Mi hija:
– No me lo voy a alisar porque me gusta mi pelo, pero a veces me lo puedo planchar.
Padre de la niña:
– Cada cierto tiempo. Cuando ya se necesite otra vez.
Padre de la niña:
– Si tú quieres tu pelo así, entonces que su mamá le compre las cremas y shampoo.
Mi hija:
– Si mi mami me las va a comprar, no se preocupe. De todos modos, es ella que me las compra.
Padre de la niña:
– Ese pelo no está nada bonito.
Mi hija:
– Además, estoy muy pequeña para planchármelo tan seguido o alisármelo. Me puedo quedar calva porque se cae.
Padre de la niña:
– ¿Cómo sabes eso?
Padre de la niña:
– Solo es alisado, no planchado.
Mi hija:
– Porque a la hermana de mi abuela se le cae por planchárselo y alisárselo tanto.
Padre de la niña:
– Bueno, yo ya te dije. Ese pelo no me gusta para nada.
Mi hija:
– Pero a mí sí me gusta mi pelo. Todos me dicen que es bonito.
Padre de la niña:
– Pues te están mintiendo, no es para nada bonito.
Mi hija:
– Solo usted dice que es feo. Mi tía M dice que mi pelo es bonito y que ella quisiera tener su pelo como el mío.
Padre de la niña:
– Ya le preguntaré por qué te miente, entonces. ¿Quién en su sano juicio va a querer un pelo que no le puede entrar el peine?
Mi hija:
– Pero mi pelo no es enredado y es suave, y si le entran los peines, sino no me podría peinar.
En fin no es como si me ayura siempre suelo decirle lo que se ocupa y lo compro yo porque se que el nunca puede o quiere.
¿Que creen que debo hacer?