Hay un chico nuevo en el trabajo, y es realmente guapo. Me gusta verlo de lejos; tiene esa ternura que te hace pensar ‘aww, qué lindo’, como cuando ves a un cachorro o un gatito. Fue la primera persona en presentarse formalmente conmigo, algo raro porque usualmente nos aprendemos los nombres de oídas. Me agradó su forma de ser, pero prefiero mantener mi distancia. No sé interactuar bien con las personas; suelo ser o demasiado amable o demasiado distante, y terminan pensando que me gustan o que los odio. Así que me conformo con observarlo desde lejos, como cuando te enterneces mirando algo bonito.