Mi admirador secreto

Doceava carta

 

Liliana se encontraba en la clase de artes cuando una chica se le acercó y la miraba de pies a cabeza. Liliana frunció el ceño y se le quedó viendo hasta que ella decidió hablarle. 

  — ¿Te puedo ayudar en algo? —preguntó Liliana.  Ella reaccionó y se acercó a ella. 

  — Lo siento, ¿eres Liliana Andrade? —le preguntó y Liliana arrugó la frente. 

  — Sí, así es— le respondió. la chica le sonrió y le dio una hoja.  

   — Te envían esto —y le dio una hoja en donde estaba el retrato de ella y atrás había una pequeña tarjeta. Liliana le agradeció a la chica y le iba a preguntar quién se lo había dado, pero la joven se había alejado. Abrió aquella pequeña tarjeta y empezó a leer. 

 Amada Liliana: 

Le pedí a mi mejor amigo que te dibujara mientras te encontrabas es la cafetería. Él es muy bueno dibujando así que le supliqué que lo hiciera. Tengo una copia para que me quede de recuerdo, pero quería regalarte este para que sepas que te amo hasta en una pintura. Eres una bella musa.

Tu loco enamorado, Le. Ja.

Increíble dibujo el que había hecho su mejor amigo, es solo le recordó la vez en que el suyo, ósea Leonardo, quien la dibujó un día que fueron a la playa con sus padres. Lo gracioso es que no le salió tan bien el dibujo.

Liliana realmente amó aquel hermoso detalle de un retrato de ella. Ella sonreía al ver aquello que jamás habían hecho. Su rostro fue hecho a lápiz. Era tan bello que podía ponerse en un cuadro. Tenía que encontrar al artista de eso, quizás él le podía decir quién era su admirador.

—¿Qué miras? —le preguntó su amiga. Liliana se asustó porque pensó que se encontraba sola.

—¡Julia, por Dios, me has asustado! —le gritó un poco molesta.

—Lo siento, pero últimamente tú andas perdida y realmente siento que te estoy perdiendo desde que apareció ese admirador —le comentó.

—Tienes razón, es que tienes que ver lo que me ha regalado mi él y no me estás perdiendo, no exageres —le mostró aquella hoja. Su amiga lo tomó sorprendida.

—¿Él te lo hizo? —le preguntó.

—No, la verdad fue su mejor amigo —le respondió.

—Entonces, tenemos una pista —dijo Julia muy decidida.

—¿Cuál? —preguntó curiosa.

—El club de arte —le respondió.

—A sí, de hecho, eso estaba pensando, pero no quiero que se vaya a dar cuenta y por ello ya no me mande nada —le dijo.

—¡Por favor Liliana, aunque te deje de mandar vamos a averiguar quién es con las pruebas que tenemos! De hecho, deberías mostrarme todas las cartas para ayudarte mejor —le comentó Julia.

De repente, se acercó Leonardo y quiso ver lo que tenía su mejor amiga; sin embargo, ella lo guardó y le mintió a él diciendo que era algo sin importancia. Leonardo se sintió mal por eso, ella jamás le había ocultado cosas a él.

Liliana y Julia se fueron al club de arte para averiguar quién había hecho ese dibujo y de una vez por todas saber quién era el admirador de Liliana.

—¡Buen día caballeros, me gustaría saber quién de ustedes hizo este retrato de mi mejor amiga aquí presente! —gritó muy emocionada. Se acercó a su amiga y le susurró—. Estos chicos están muy guapos. Liliana rodó los ojos riendo.

—¿Por qué quieres saber quién dibujo eso? —preguntó un chico no muy alto, con cabello corto y rizado. Julia se quedó impresionada al ver a ese joven, jamás lo había visto. ¿Por qué nunca se había tomado el momento para conocer a estos jóvenes que son amantes del arte?

—Porque... Bueno... Mi... —Julia no podía hablar y Liliana notó que a su amiga le había encantado ese chico, así que ella la quiso ayudar. Jamás la había tan nerviosa.

—Lo que mi amiga quiere decir es que estamos averiguado quién es mi admirador secreto —al contar eso, otro de los chicos parecía haberse tensando.

—Oh, bueno... Creo que ninguno fue, ¿verdad chicos? —dijo el joven que parecía estar nervioso. De repente había entrado el chico de las cartas y en cuanto vio a Liliana se asustó. El chico nervioso se dio cuenta y le hizo una señal de que se fuera. Nadie pudo ver quién era. Liliana estuvo a sólo unos segundos de ver a su amor secreto, pero ni siquiera Julia se dio cuenta porque no dejaba de ver al chico de nombre Dany. Sin embargo, si hubo alguien que si les habló.

—¿Qué hacen acá, chicas? —y las dos salieron corriendo, aunque la mejor amiga no dejaba de ver a Dany.

 




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