Todos se alejaron de esa escena excepto Leonardo y Liliana que aún se veían los rostros sin decir ninguna palabra. De repente Leandro se acercó y sacó de su mochila la tarjeta que le iba a dar esa mañana y las rosas rojas que le había comprado. Se acercó a ella y se los dio sin decir palabra. Liliana no podía asimilar nada de lo que estaba pasando. Leonardo se alejó para dejarlos solos.
—Quiero que lo leas cuando estés sola y cuando termines, puedes buscarme y decirme lo que tú quieras —le dijo al fin Leandro y ella aceptó—. Si después de eso tú decides que sólo quedemos como amigos; lo entenderé, pero si me aceptas para hacerte feliz; me harás muy feliz a mí.
Ella asintió y Leandro se alejó para que ella leyera la carta y pensara muy bien las cosas. Liliana lo siguió con la mirada hasta que ya no le permitió la vista.
Liliana comenzó a llorar porque jamás se dio cuenta de los sentimientos de Leandro. Tomó la carta y la puso en su pecho. Se fue a la banca más cercana para leer la tarjeta y darse cuenta de su error al pensar que un chico como Jonathan iba a ser su admirador secreto. ¿Cómo era posible que no se dio cuenta de todo lo que él hacía por ella? Hubo un momento en que, si pensó que Leandro la quería, pero lo descartó cuando empezó a salir con otra chica.
Amada Liliana:
¿Te acuerdas cuando saliste de la puerta de tu casa y me saludaste cuando yo me encontraba arreglando el jardín con mi padre? Ese día me quedé impactado de ver a una chica tan hermosa y que me hablaba. Recuerdo que te sonreí y te saludé como un tonto sin poder decir ninguna palabra. En ese entonces supe que era lo más bello que tenía en mi vida. ¿También te acuerdas cuando fui a tu casa para pedirle permiso a tus padres para que me dejara salir contigo, aunque sea que estuviera otras personas con nosotros? Eso me había hecho muy feliz y te juro que cada vez que salía contigo me alegraba el día. Te juro que no había día que no pensara en ti y mis padres notaron mi felicidad cada vez que te veía. Amaba salir contigo cuando íbamos al parque o íbamos a tocar los timbres de las casas y salíamos corriendo ¿Te acuerdas de nuestras aventuras de jóvenes? Cuando la señora Gertrudis salía a gritar que dejaran de molestar con eso y jamás nos descubrió. Pero había algo que más me encantaba y era cuando nos quedábamos en mi casa o en la tuya porque teníamos demasiada tarea, aunque Leonardo solía quedarse con nosotros. Amaba esos días porque nos poníamos a contar cuentos e historia de terror, como también chistes. Era mis días favoritos hasta que comenzaste a salir con Santiago. Te juro que no podía soportar ningún minuto lejos de ti. Y aunque yo estuve con Génesis, no podía deja de pensar en ti, me sentía mal porque, aunque le fui fiel, no lo era mentalmente y me dolía que tú no sintieras lo mismo por mí. Créeme que he tratado mil veces de olvidarme de ti; sin embargo, no puedo. Te amo Liliana y por eso decidí empezar a mandarte estas cartas para ver si así podía conquistarte. Perdóname por ser un cobarde y no decirte todo esto frente a frente, pero tengo tanto miedo de que me digas que sólo me quieres como un amigo. Sin embargo, no iba a permitir que Jonathan te engañara de esa forma, por eso estoy aquí confesándote que soy yo quien te ama desde que éramos adolescentes. Espero pienses muy bien todo esto y me digas que también sienten lo mismo.
Te ama tu admirador ya no secreto, Leandro Javier. L. J.
Liliana lloró al leer todo eso. ¿Cómo no se dio cuenta que el único que tenía las iniciales L y J era él por su nombre? La carta era lo más hermoso que le habían dicho. Entonces pensó bien todas las cosas y le pasó por su mente todos aquellos momentos que pasó con Leandro desde que eran adolescentes. Él siempre estuvo con ella cuando más lo necesitaba, sin ninguna queja. Y al final sonrió. Entonces corrió a buscarlo por toda la Universidad hasta que lo encontró.
—¡Leandro! — el chico volteó asombrado y todo parecía en cámara lenta.
Entonces Liliana corrió hacia él con una sonrisa y él la esperaba con los brazos abiertos hasta que la levantó lo más que pudo. Sin embargo, Liliana lo besó y Leandro no podía creer lo que estaba pasando. La chica de sus sueños la besaba, por fin.
¡Por fin se le había cumplido su sueño!
Leonardo soñaba con que un día Liliana lo amara tanto como él a ella.
Y todo empezó por unas cartas, las cartas del admirador secreto de Liliana.
A veces tenemos a alguien que le gustamos, nos quiere o nos ama secretamente y no nos damos cuenta por el simple hecho de que estamos cegados quizás a una persona equivocada. Pero a veces el amor nos ciega y no nos deja ver una amplia realidad de nuestro ambiente. Muchas chicas, me incluyo, viven toda su vida creyendo que el príncipe azul; como dicen muchos, pero no existe, solamente existe una persona imperfectamente increíble. Hay quienes están para ti a pesar de todos los golpes duros que recibe al ser rechazados. La verdad no existe muchos hombres así en la realidad que hacen lo que sea para verte bien. Pero si encuentras uno, nunca lo dejes ir. Y no sólo tiene que ser un hombre precisamente; una mujer también lo puede ser.
Fin