3. ¿A dónde vas?
Después de estar como tres horas deambulando por el bosque, y pasar la mayor parte del tiempo leyendo bajo un árbol, recibí un mensaje de Christian.
Este decía que tenía que volver a casa, ya que sabía lo que tardaba en arreglarme.
Suspirando me levanté del cómodo árbol en el que pasé la tarde para dirigirme a mi casa.
—Si no terminas a tiempo me iré, hoy no estoy dispuesto a esperarte. —dijo el incordio que tengo como mellizo cruzado de brazos a la vez que subía a mi habitación para comenzar a prepararme.
Sabía que si no corría no iba a estar lista, así que cogí la ropa que me iba a poner, junto con la interior, y me dirigí deprisa al baño.
Salí de la ducha y corrí a mi habitación, para vestirme y maquillarme lo más rápido posible.
Una vez maquillada y vestida, decidí hacerme la plancha en el pelo.
—¡ZOE BAJA YA! —gritó desde abajo mi hermano.
—¡YA VOY! —le grité en respuesta.
—Otro día me voy sin tí. —gruñó mi hermano.
—Relájate, lo bueno tarda en llegar. —sonreí.
Él negó con la cabeza, pero ví que una sonrisa crecía en sus labios.
Una vez en la puerta de la discoteca me encontré con mi mejor amiga, Laya, y a Abbie, juntos a otros amigos míos y de mi hermano.
Entramos a la discoteca.
Esta era grande, de dos plantas. En la primera casi todo el espacio lo ocupaba la pista de baile, donde había toda clase de focos y luces de colores para iluminar la estancia.
En las esquinas adornaban algunos sillones y mesas, y el espacio restante era utilizado para la barra.
La segunda planta parecía ser el almacén, o al menos un poco de ese espacio, ya que una parte también estaba dedicada a las pequeñas zonas de descanso.
Directamente nos dividimos, algunos fuimos a coger sitio para sentarnos y otros a por las bebidas.
Después de unas cuantas copas, de las que mi hermano intentaba quitarme algunas, cosa que no consiguió, me levanté del sillón.
—Vamos a bailar Laya. —dije mientras la cogía nos dirijía a la pista de baile.
Después de un rato bailando, acabamos cada una con un chico, mi hermano y los demás se unieron, y sentía su mirada por si el chico se sobrepasaba.
No sé cómo acabé bailando con otro chico distinto al de hace un rato, perdiendo de vista a los demás.
Seguro que Laya no estaría muy lejos de aquí, y Abbie estaría cerca bebiendo.
De repente el chico con el que bailaba, del cual no sabía su nombre, me había agarrado aún más fuerte, agarrando uno de mis brazos, y comenzó a empujarme por la pista de baile
—¿Qué haces? Sueltame. —dije intentando zafarme.
—Vamos a un lugar donde tendremos más privacidad. —dijo sonriendo de tal manera que me dio miedo.
—No quiero, —dije pegando tirones— que me sueltes —chillé.
—Te ha dicho que la sueltes. —dijo una voz detrás mía, aunque más bien parecía un gruñido.
Me giré y ví al chico de la otra vez, el de la puerta.
Él me quitó de encima al otro chaval, aproveché y salí corriendo.
Saqué el móvil para mandarles un mensaje a los demás explicándoles lo que había pasado.
Seguí hacia delante, intentando buscar un taxi para irme a casa.
—¿A dónde vas? —dijeron y me agarraron del brazo, dándome la vuelta.