4. Quejica
—¿A mi casa? —respondí obvia.
—¿Enserio? No creía que eras tan desagradecida. —dijo negando con la cabeza.
—¿Desagradecida? ¿Por qué? —pregunté frunciendo el ceño, aunque sabía a lo que se refería.
—Sí, te ayudo ahí dentro y ni siquiera te esperas o me lo agradeces. —dijo cruzado de brazos, se le notaba tenso.
—Gracias, hala, ¿contento? —dije con burla.
—Uhmm... Nop. —dijo remarcando la "p".
Rodé los ojos.
—Bueno, pues yo me voy. —dije dandome la vuelta.
Me agarró del brazo, cerré los ojos.
—No te vayas.
—¿Por qué tendría que quedarme?
—me giro y lo miro— Ya no tengo ganas de seguir aquí...
—Eso tiene fácil solución, vamos a dar una vuelta. —me ofreció.
—Uhmm... La verdad tengo sueño, y me tengo que ir andando a casa... —mentí con lo del sueño, si no hubiera sucedido lo ocurrido, seguiría de fiesta.
No me fiaba de él, es decir, dadas las circunstancias de como lo había conocido en la puerta de mi casa, y de que sólo lo había visto dos veces, no tenía porque irme prácticamente con un desconocido.
—Yo tengo coche, te puedo llevar luego. —dijo sonriendo— anda, no te lo pienses tanto y vamos.
Me cogió la mano y empezó a tirar de mí.
—Bueno, ¿Me dices tu nombre? —dijo rascándose la nuca y mirándome a los ojos.
—Me llamo Zoe. —dije a lo que él sonrió— ¿Y tú?
—Nena, eso es algo que todavía no sabrás. —me guiño un ojo, aún sonriendo.
¿No se cansaba de sonreír?
—¿Enserio? —dije aguantando la risa— ¿Nena?
Y ahí exploté en carcajadas.
—¿Qué pasa?
—¿Enserio eres de esos que para llamar la atención de las chicas, les dice cosas como nena..? —dije todavía riendome.
—¿No te gusta? —dijo frunciendo el ceño.
—No, es más me molesta y me parece ridículo, y más que intentéis ligar de esa manera.
—Asi que te molesta... Entonces deberé hacerlo más a menudo.
—Ni se te ocurra. —dije achinando los ojos mientras le pegaba un codazo.
—¡Oye! —se quejó.
—No te quejes tanto, no te he dado tan fuerte, quejica.
—No soy un quejica. —replicó.
—Ajam, lo que tu digas, ¿Me vas a decir cómo te llamas? —bostecé.
—Me llamo Adam ¿Tienes sueño? —preguntó frunciendo el ceño al verme bostezar, pero no tardó en sonreír.
Ya estaba sonriendo de nuevo.
—La verdad es que... Sí. —dije volviendo a bostezar.
—Anda, vamos a mi coche, te llevaré a casa. —dijo para después coger mi brazo y guiarnos hacia su coche.
—Gracias por llevarme. —murmuré cruzada de brazos.
Sentí que me acariciaba la mejilla, debía pensar que estaba dormida, ya que lo dijo me dejo boquiabierta.
—Debería estar furioso contigo por lo de antes, pero, sencillamente no podría estar enfadado, no ahora que por fín te he encontrado. —sentí como besaba mi mejilla.
Después de escuchar eso, caí rendida.