Laura Grayson
Estoy harta de este maldito lugar. De sus sombras, de su hedor a sangre, de los gritos ahogados en la noche. Estoy harta de ver a mi padre actuar como un rey todopoderoso mientras destruye todo lo que toca. Grayson es un monstruo. Un hijo de puta sin alma.
Desde hace años, he querido huir, pero siempre había algo que me detenía. El miedo, la incertidumbre, la falta de aliados... Pero ahora es diferente. Karen se va. Y yo me iré con ella, sin importar a dónde nos lleve el Alfa de la manada cercana. Arturo, mi hermano, también viene con nosotras. Él odia este lugar tanto como yo.
Termino de preparar las maletas de Karen con manos temblorosas, no de miedo, sino de ansiedad. Ya casi es la hora. No quiero que ella toque nada, sus heridas aún están frescas. Me duele verla así, frágil, herida, pero al mismo tiempo me asombra su fortaleza. Ha sobrevivido a años de tortura. Si ella aún resiste, yo también puedo hacerlo.
La primera parte del plan salió a la perfección. Nunca hubo "invasores" en el territorio. Fui yo quien hizo creer a los guardias que sí, usando las ilusiones que soy capaz de crear. Unos segundos de confusión, unos cuantos destellos en sus mentes, y todos creyeron que Grayson tenía una amenaza que enfrentar. Esa distracción nos dio tiempo para preparar la fuga.
Ahora solo faltaba que él Alpha Patricio cumpliera la parte de su plan, la distracción, el aliado. El sacarnos de aquí. Todo tenía que salir perfecto, sino, enloquecería y lo mataría yo misma.
Karen está feliz. No la he visto así en años. Y no solo ella... Arturo también. Mi hermano nunca quiso estar aquí. Desde que Grayson mató a su tua cantante, perdió la poca lealtad que le tenía. Para ser sincera, aún no sé cómo logró soportar su muerte sin enloquecer. Tal vez porque, al igual que yo, sabía que un día se iría de este infierno.
Pero aún falta la parte más peligrosa: salir sin ser descubiertos.
El Alfa está por llegar. No podemos darnos el lujo de fallar.
Miro una última vez el castillo, sintiendo una mezcla de rabia y alivio. Grayson pagará por todo lo que ha hecho. No sé cómo, no sé cuándo, pero lo hará.
Por ahora, me conformo con escapar de su sombra. Con que no nos halle después, me doy por bien servida.
***
Arturo Grayson
El aroma a especias y carne asada llena la cocina, pero lo que realmente me mantiene concentrado no es la comida, sino Karen. Está a mi lado, moviéndose con precisión mientras termina de preparar la cena. Sus manos son rápidas y ágiles, aunque su piel aún lleva las marcas de los abusos que ha sufrido.
Yo no debería estar aquí. No debería estar cocinando para el Alfa y su acompañante. Pero Karen sí. Y por ella, estoy dispuesto a soportarlo.
Karen y Laura son las únicas personas que considero mi familia. El resto... son hijos de Grayson, y eso por sí solo ya es una maldita ofensa. No quiero tener nada en común con ese monstruo. No quiero compartir su sangre, su legado ni su sombra.
Siento un escalofrío recorrer mi cuerpo. Algo ha cambiado en el ambiente.
-Acabo de sentir un olor a licántropo -murmuro para mí mismo, cerrando los puños.
Eso significa que ya están aquí.
Eso significa que el plan ya está en marcha.
Miro de reojo a Karen. Ella también lo ha sentido, pero en vez de ponerse nerviosa, parece... emocionada. Como si la sola presencia de ese hombre fuera suficiente para hacerla sentir segura.
-Voy a abrir -dice, y sin esperar respuesta, sale de la cocina con una sonrisa radiante.
Está feliz. No es una simple emoción pasajera. No es la Karen que finge sonrisas para no preocuparnos. Es una felicidad real.
Y eso me confirma lo que sospechaba desde hace un tiempo.
El Alfa no es solo un líder para ella. Es su familia.
Camino hacia la puerta de la cocina, asegurándome de que todo esté en orden mientras espío desde la distancia. El Alfa la abraza como si fuera su propia hija. Sus manos son grandes y protectoras, y en sus ojos hay algo que nunca antes había visto en un licántropo: ternura.
Pero no es su hija.
Mis sentidos de vampiro me permiten notar detalles que los demás pasan por alto. El aroma de su sangre es similar al del Alfa. No hay dudas. La madre de Karen y el Alfa Patricio eran hermanos.
Siento una extraña satisfacción al confirmar mi teoría. Karen no es mitad vampira. Su madre lo era, sí, pero su padre fue humano, y sus genes dominaron lo suficiente como para que ella no heredara la maldición de la sangre.
Eso es un alivio.
Si fuera vampira, estaría condenada a los mismos ataques de sed, a la misma desesperación por la sangre, a la misma lucha interminable entre la razón y el instinto. Pero no lo es. Ella es libre de esa maldición.
Miro a Laura, que también ha estado observando la escena con una sonrisa satisfecha. Nos vamos. Esta vez, de verdad.
Grayson no nos detendrá.
No puede.
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Editado: 16.03.2025