Mi Alpha Protector ( #1 )

Capitulo 6 - Karen Romanov

Llevamos ya un par de horas en el auto.

Mis hermanos se durmieron, o al menos eso aparentan. Yo, en cambio, no he podido cerrar los ojos ni un segundo.

Miro por la ventana mientras pasamos árbol tras árbol, el paisaje borroso por la velocidad. Pero mi mente está demasiado ocupada para disfrutarlo.

No puedo evitar pensar en lo que pasará cuando Grayson se entere...

¿Qué hará?

¿Irá tras de mí?

O peor aún, ¿Irá tras papá Patricio?

No lo sé.

Y esa incertidumbre me está matando, me amarga ligeramente desde dentro, y la rabia de lo que pudiera hacerle me invade.

-Todo estará bien.

La voz de Lucas me saca abruptamente de mis pensamientos.

Lo miro de reojo.

-Yo te protegeré -añade con una sonrisa.

Por inercia, le devuelvo la sonrisa sin poder evitarlo, aunque, no puedo negar de que no me fío complemente de él.

-¿Cómo sabías que estaba pensando en eso? -pregunto, regresando la vista a la ventana.

-No lo sabía -dice con tranquilidad-. Solo fue una corazonada.

Hace una breve pausa y luego añade:

-Además, solo quiero llegar a mi manada para que por fin te sientas en paz.

Suelto un suspiro.

-¿Por qué me ayudas? -pregunto de repente-. ¿Es solo porque soy...? -hago una pausa tratando de recordar la palabra correcta- ¿Mota?, ¿Meta? - finjo no saber.

-Mate. -corrige con diversión.

-Eso. - asiento.

-No solo por eso.

Lo miro, intrigada.

-Incluso antes de saber que eras mi mate, ya tenía la intención de sacarte de ahí -confiesa con seriedad-. Nadie merece ser tratado así.

Mis músculos se tensan de inmediato.

-Ni siquiera la peor escoria del mundo.

Su comentario me revuelve el estómago.

Lucas lo nota enseguida.

-No lo tomes a mal -añade rápidamente-. Yo sé que tú eres un pan de la Diosa Luna. Eres linda, bondadosa y, a pesar de todo lo que has vivido, sigues sonriendo.

El calor sube a mis mejillas, y sin saber qué hacer, apoyo la cara en la ventana para ocultarlo mientras una sensación de amargura y desasosiego de instala en mi pecho.

-Te dije que era un amor -dice de repente Laura, usando la conexión mental que compartimos con Arturo.

No tengo ni idea de cómo funciona, pero ahí está.

-No estabas dormida, chismosa -digo sin mirarla.

-Oh, vamos. No todos los días un chico guapo y sexy nos rescata como si fuera un príncipe salvando a una princesa.

La miro con incredulidad.

Sigue con los ojos cerrados, recostada en el pecho de Arturo.

-No me mires así -dice abriendo un ojo y mirándome-. Es la verdad.

Suelto un suspiro, pero no puedo evitar sonreír un poco.

-Pero te recuerdo que ese guapo y sexy príncipe, es mío -respondo en voz alta, antes de pensarlo demasiado.

Un segundo después, me arrepiento.

Laura suelta una carcajada.

-Lo has dicho en alto -se burla-. Mira a tu guapo y sexy príncipe.

Casi con miedo, lo hago.

Lucas está sonriendo ampliamente y su mirada brilla. Trago en seco sintiendo como su sonrisa me golpea como un maso en el estómago.

-Tarada... -murmuro, volviendo a acomodarme en mi asiento con la cara más roja que una manzana.

-Cállense -se queja Arturo-. Yo sí quiero dormir.

Luego, con su característico sarcasmo, añade:

-Y si el problema es "el guapo y sexy príncipe"... lo echamos del auto y conduzco yo.

Laura y yo nos echamos a reír.

-Además -continúa-, yo soy su príncipe, recuerden. Y ustedes, mis princesas.

Laura y yo reímos aún más fuerte.

-¿Qué es lo gracioso? -pregunta, frunciendo el ceño.

-Nada -dice Laura, aún riendo.

-Sabes que siempre serás nuestro príncipe, Arturo -concluyo yo.

Lucas gruñe en desacuerdo, lo que solo nos hace reír aún más.

-Yo soy tu príncipe -dice Lucas de repente, mirándome con seriedad-. Y si necesito una corona para que lo entiendas, la conseguiré.

Laura y Arturo suelten otra carcajada.

Yo... solo me sonrojo y me encojo en mi asiento, algo incómoda por la situación.

El resto del camino hablamos de cosas sin importancia.

La tensión de las últimas horas se disuelve poco a poco.

Hasta que, finalmente, llegamos a los límites de lo que supongo es su manada.

Cuando pasamos por un pequeño pueblo, me quedo maravillada.

Hay niños corriendo, jugando, riendo...

Es un lugar tan diferente a donde crecí.

Mi corazón se llena de ternura.

-Amo a los niños -digo sin pensar, observándolos a través de la ventana.

-Son hermosos -coincide Laura.

-Sí, sí... pero nada de hijos.

La voz de Arturo corta el momento de golpe.

Laura y yo lo miramos.

-Son muy jóvenes para eso -añade con seriedad-. Karen, hasta los 23. Laura, hasta los 25.

Laura bufa.

-Qué amargado.

Luego, con una sonrisa traviesa, añade:

-Además, dudo que encuentre a mi... ¿Cómo se dice?, Tua cantante.

Lucas arquea una ceja.

-¿Tu qué?

-Mi alma gemela -aclara Laura-. Al menos, no aquí...

Su tono cambia en la última frase.

Se vuelve más bajo, más serio.

Como si realmente esperara no encontrarlo.

(...)

Llegamos a un lugar apartado del pueblo.

Frente a nosotros, se alza una casa hermosa y gigantesca.

Casi parece una mansión sacada de un cuento.

Laura se me acerca con una sonrisa traviesa y me toma del brazo.

-Este es el castillo de tu príncipe -dice en tono burlón.

Me sonrojo al instante y le doy un codazo.

-¡Es verdad! -se queja entre risas.

Pero, de repente, su expresión cambia.

Su rostro se vuelve serio, como si estuviera buscando a alguien.

Antes de que pueda preguntar qué sucede, la puerta de la mansión se abre.

Un chico sale al exterior y sus ojos se encuentran con los de Laura.

‍​‌‌​​‌‌‌​​‌​‌‌​‌​​​‌​‌‌‌​‌‌​​​‌‌​​‌‌​‌​‌​​​‌​‌‌‍




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.