Mi Alpha Protector ( #1 )

Capitulo 11 - Eren Grayson

Es mi culpa, siento que es mi culpa. Si tan solo la hubiera querido de manera más sana, como se debe, tal vez estaría en el castillo conmigo, sin tener que preocuparme por si está bien o mal, sin tener que enfrentar esta angustia que me consume. Suspiro profundamente, mi mente está llena de dudas y de arrepentimientos, una maraña de pensamientos y recuerdos que no puedo sacar de mi cabeza.

-¿Qué harás si la encontramos? -le pregunto a papá, después de un largo y pesado silencio. Mi voz suena vacía, aunque intento que no se note la preocupación que realmente siento.

-Castigarla -responde él, su tono es firme, casi sin emoción. Como si fuera lo único que podía hacer. -Ella sabe que nada queda sin castigo.

Aparto mi mirada de él, nervioso. Su respuesta me cala hondo. La forma en que la pronunció me hace sentir frío, como si sus palabras no tuvieran remedio. Espero que no la encuentren, pienso, y no solo por ella, sino por mí. Si la encuentran, ¿qué va a pasar conmigo? Mi corazón late con fuerza en mi pecho, y aunque intento mantenerme tranquilo, hay algo en su actitud que me hace dudar. ¿Realmente la querría ver?

(...)

Llegamos al territorio de la manada de Patricio. La atmósfera está cargada, como si algo estuviera por estallar. Nos dirigimos rápidamente al centro de la manada, pidiendo hablar con el alfa de inmediato. Nos miran con desconfianza, pero a los pocos minutos, el alfa aparece. Su porte es imponente, su mirada penetrante, pero hay algo en su actitud que me hace dudar de su sinceridad.

-¿Qué pasa? -pregunta, extrañado por nuestra visita. Se acerca lentamente, observándonos con curiosidad y cautela.

-¿Dónde está? -la voz de papá se endurece al instante. Es imposible no notar la furia que se esconde en cada palabra, pero él intenta ocultarla, como si no quisiera mostrarse vulnerable ante los demás.

-¿Quién? -responde el alfa, desconcertado, claramente no entendiendo la magnitud de la situación.

-Karen y mis hijos -replica papá, apretando sus puños con tanta fuerza que sus nudillos se ponen blancos. Yo los observo sin decir nada. La tensión se puede cortar con un cuchillo.

-¿Qué le pasó a Karen? Se supone que ella no sale de ese lugar -el alfa dice esto con molestia, casi como si intentara ocultar algo. Su tono de voz me pone alerta. -¿Y por qué supone que yo los tengo? -gruñó, su actitud se vuelve más desafiante.

-Porque tú estabas ahí ayer. Cuando se fueron, se dieron cuenta de que no estaban -papá avanza hacia él, y sus ojos arden con ira. Los tonos rojos en sus ojos son evidentes. -Además, tú y yo sabemos que ese que llegó contigo era el mate de ella. No me hagas perder el tiempo, parece decirle con la mirada.

-¿Cómo que mate? -dije, finalmente alterado. No podía seguir callado. La palabra "mate" me desconcierta, me llena de confusión. No puedo evitar dejar escapar un suspiro frustrado. ¿Qué significa esto?

-Sí, mate -responde papá, sin siquiera mirarme. Su tono es frío, distante. Como si nada de esto fuera importante para él, pero sé que lo es. Sé que se está controlando, que está aguantando todo lo que siente. -Ahora dime, ¿dónde está ese chico y mis hijos?

-¡No lo sé! -gruñe el alfa, empujando a papá con fuerza. La agresividad de su reacción me hace pensar que algo no está bien. -Y se supone que tú la cuidabas... Y Lucas no está, se fue al mundo humano esta mañana. Está buscando a su mate, y no creo que Karen sea ella. ¿Para qué ir si...?

Papá respira hondo, intentando controlar su ira. El clima de tensión es palpable, y a pesar de que su rostro sigue impasible, sé que dentro de él una tormenta de emociones lo consume. -No lo sé -dice papá, las palabras se le escapan entre dientes, pero no puedo dejar de sentir que está a punto de explotar. -Pero si me llego a dar cuenta de que tienen algo que ver, ténganse, porque será guerra por haber raptado al príncipe heredero, a la princesa mayor y a la guardiana de los príncipes... -gruñó con una mirada asesina que atraviesa al alfa.

Tras esas palabras, papá da un paso atrás, como si su amenaza fuera lo último que tenía que decir. La furia en su voz resuena en el aire, y la tensión se vuelve insoportable. El alfa, al parecer, comprendió la gravedad de la situación, porque no se atreve a replicar. Yo sigo en silencio, mirando a ambos hombres, sintiendo la carga de lo que está en juego.

Nos fuimos del lugar y regresamos al castillo en silencio. La ansiedad me corroe por dentro. Papá, al llegar, ordenó que la buscaran por todos lados, sin dejar rincón sin revisar. El castillo entero se transformó en un hervidero de actividad. Los sirvientes, los guardias, todos se unieron en la búsqueda, pero cada paso que daba me llenaba de una creciente sensación de impotencia.

Lo peor es que siento que algo más se está ocultando, algo que no entendemos todavía. El misterio es tan grande que me consume.

¿Qué pasará si no la encontramos?

¿Qué pasará si ella se ha ido para siempre?

Las preguntas se acumulan en mi cabeza, pero ninguna tiene respuesta. Solo hay incertidumbre.




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