Capitulo 12 - Lucas Thunder

Estoy en mi despacho, es alrededor de las once de la mañana. Mi hermosa Luna está en la cocina con sus hermanos, preparando el almuerzo para todos los de la casa. El aroma de la comida llena el aire, pero algo no me deja estar tranquilo. La sensación de inquietud crece en mi pecho como una presión constante. De repente, suena mi teléfono. Me sobresalto un poco al ver quién es: Patricio. Sin dudarlo, contesto rápidamente.

-"¿Aló?" -digo, intentando mantener la calma, pero algo en mi voz traiciona la ansiedad que siento.

-"Es Grayson, ya los está buscando..." -la voz de Patricio suena grave, tensa.

"¿Grayson?", repite mi mente con molestia. El nombre me hace eco en la cabeza.

-""Dame más detalles." -exijo, incapaz de entender completamente lo que me está diciendo.

-"Vino esta mañana con Eren..." -continúa Patricio, y puedo oír cómo su respiración se agita, como si cada palabra le costara más de lo que pensaba. -"Dijo que la hallaría, y si se da cuenta de que nosotros estamos involucrados, va a declarar una guerra. Va a ser algo peor que cualquier cosa que hayamos enfrentado antes."

-"¿Guerra?" -mi voz se corta al decirlo. La palabra resuena en mi mente con una claridad aterradora. ¿Una guerra?, ¿Por Karen?, Mi estómago se aprieta con solo pensarlo. -"No entiendo..." -susurro, intentando asimilar lo que me acaba de decir. Mi mente da vueltas, pero las piezas del rompecabezas no encajan. Algo no está bien. Algo falta.

-"Sí, guerra" -replica Patricio, su tono lleno de molestia. Puedo escuchar cómo sus palabras salen atropelladas, como si estuviera luchando por mantener la calma. -"Cuida a Karen con tu vida. Y avísales a sus hermanos, pero no a Karen. Conociéndola, decidiría entregarse a Grayson antes que poner en peligro a alguien más, antes de que mueran inocentes... ¡No podemos permitir que eso pase!" -termina de decir, la última frase cargada de desesperación.

El peso de sus palabras me aplasta. Mi respiración se vuelve más lenta, como si el aire se hubiera vuelto denso y espeso. ¿Entregarse a Grayson?, Eso no era algo que Karen haría, o al menos, eso creo... Pero su lógica tiene sentido, y eso me llena de miedo. No puedo dejar que algo le pase.

-"Gracias por avisarme" -digo, pasando mi mano por mi rostro, como si con ese gesto pudiera calmar el torrente de emociones que me inunda. Un sonoro suspiro escapa de mis labios mientras mi mente empieza a formular un plan, pero todo parece demasiado apresurado, caótico. -"Voy a hablar con los chicos. Luego te llamo y te aviso de cualquier cosa que pase. Pero no podemos perder tiempo, esto se está complicando demasiado."

-"Claro" -dice Patricio rápidamente, como si quisiera colgar de inmediato para ponerse en acción. -"Te llamo si tengo novedades. No sé cómo, pero tenemos que mantenernos alerta. Es una carrera contra el tiempo. Karen aún no está lista. No es el momento."

-"Sí" -respondí, con voz baja, casi en un murmullo, su ansiedad empezaba a molestarme, ¿Qué me ocultaba?.

Mis pensamientos se mezclan, pero algo está claro. No puedo permitir que Karen se sacrifique ni que sus hermanos se vean arrastrados a esto.

Colgué rápidamente. El sonido del teléfono apagándose es el último respiro de calma antes de la tormenta que termina de estallar en mi interior.

Cada parte de mí quiere correr hacia ellos, buscarla, protegerla. Pero sé que debo ser estratégico. Si alguien sabe cómo manejar esta situación, debo ser yo. Solo que, por primera vez, me siento completamente fuera de control.

Guardé el teléfono y me dirigí hacia la cocina. Al entrar, vi a Karen junto con sus hermanos, Arturo y Laura, trabajando en lo que parecía ser masa para pan, ya que estaban rodeados de harina y con la masa lista para hornear. La cocina estaba hecha un desastre, pero no pude evitar sonreír ante la escena. Toqué la puerta suavemente para que se percataran de mi presencia.

- Hola - saludaron Arturo y Laura al unísono, ambos con las manos cubiertas de harina y caras divertidas. La cocina parecía una zona de guerra, con trozos de masa por todos lados.

Karen, al verme, bajó la mirada rápidamente y habló casi en un susurro.

- Y... yo lo... lo siento -dijo, visiblemente avergonzada, pero no tan temerosa. Había algo en sus ojos que aún mostraba una desconformidad latente, una barrera de desconfianza que no se había ido del todo. - Prometo limpiar cuando termine...

Me acerqué a ella y, sonriendo, le quité un poco de harina del cabello.

- No te preocupes -respondí con suavidad. Después, fingí molestia-. ¿Por qué no me invitaron a jugar con ustedes?

Arturo y Laura soltaron una risa al ver mi gesto.

- El plan no era jugar -dijo Laura, sin borrar su sonrisa traviesa-. Íbamos a hacer pizzas, pero vino Arturo y... bueno, ya ves el desastre. -Señaló el caos en la cocina con un movimiento de manos.

Miré alrededor, impresionado por el desorden.

- ¿Saben hacer pizzas? -pregunté, curioso, y Karen asintió con una pequeña sonrisa en los labios, pero su mirada seguía algo distante, como si no pudiera soltar por completo la tensión que había estado cargando.

- Bueno, les ayudo... -dije, mientras me acercaba a la mesa-. Y después salimos a pasear por la manada. ¿Qué dicen?

- Claro -respondió Laura, asintiendo con entusiasmo.

- No tengo nada mejor que hacer -dijo Arturo, encogiéndose de hombros mientras levantaba un trozo de queso mozarela en las manos, que luego llevó a su boca, causando que frunciera el ceño con intriga al notar su curiosidad por mi pregunta.

Miré a Karen, que seguía frente a mí, con el rostro aún algo nervioso pero reconociendo mi tono relajado.

- Está bien -respondió, con una pequeña sonrisa. Después, agregó-: Pero déjame limpiar esto a mí...

- No es necesario, lo pueden hacer las chicas de limpieza -le dije, tratando de que no se preocupara.

- No estoy acostumbrada a eso. Si hago el desastre, yo lo arreglo -respondió, y pude escuchar la firmeza en su voz. Sus gestos seguían siendo cautelosos, como si algo dentro de ella aún dudara si podía relajarse completamente. Suspire, aceptando su decisión.