- No, por ahora no le diré nada -los chicos asintieron, aunque no muy convencidos, notando claramente que la situación no estaba del todo resuelta.
- Hay un problema -dijo mi lobo a través de la conexión mental, su tono grave me alertó de inmediato.
- ¿Qué pasa? -cuestioné, sintiendo que algo no estaba bien, un nudo en el estómago comenzaba a formarse.
- No lo sé... Siento su aroma... Cerca -dijo en tono serio, como si cada palabra fuera un presagio.
- ¿Cerca? -respondí, extrañado. No entendía del todo a qué se refería, pero el temor en su voz me hizo prestar aún más atención.
- Sí, muy cerca... Ve a buscarla ahora. Tengo un mal presentimiento -se quejó él, como si el peligro se acercara con rapidez.
- Sí -dije, cerrando el enlace con rapidez. Salí del despacho y la vi allí, recostada al lado de la puerta, escuchando todo. Sus ojos estaban fijos en el suelo, pero sentí la intensidad de su presencia como un peso en el aire.
- ¿Por qué no me ibas a decir? -dijo, sin necesidad de verme. Su voz sonaba cargada de frialdad, una barrera invisible se había levantado entre nosotros. Otra vez.
- ¿Qué cosa? -le respondí, haciéndome el desentendido, aunque en el fondo sabía perfectamente a qué se refería. No quería que se diera cuenta de lo que sentía, de lo confundido que estaba.
- No te hagas -se recompuso, caminando frente a mí. Pude sentir el veneno en sus palabras cuando dijo-: Lo de la guerra que quiere darles Grayson y sobre... mi -susurró lo último, apartando su mirada. No era solo la molestia en su rostro, sino también el dolor, algo profundo, algo que no había visto antes. Los chicos salieron del despacho y la miraron con cautela, sabían que algo estaba pasando.
- Yo... tengo miedo de perderte -le dije, sinceramente, tomándola de los hombros, sintiendo que cada palabra era un peso que me hundía más-. Sé que querrás evitar la guerra, y serías capaz de entregarte a él y... -la abracé con necesidad, como si de eso dependiera mi propia supervivencia-. No quiero perderte, Karen, no ahora que ya te encontré, no después de todo lo que hemos pasado.
- No lo harás -regresó el abrazo con fuerza enterrando sus uñas en mi espalda, suspiré ligeramente ignorando el ardor en mi piel por su agarre, podía sentir la determinación en su voz, como si ya hubiese tomado una decisión de la cual sabía que no me gustaría nada. Se apartó ligeramente, mirándome a los ojos con una seriedad que me dejó sin palabras-. Pero creo que ahora que sé todo, no podrás evitar que yo participe... -dijo acariciando mi espalda con cierta ternura que me hizo estremecer, casi como si no se estuviera refiriendo a una guerra, sino a algo más-. Es un juego de niños esto... -agregó, desconcertándome aún más.
- No lo permitiré -dijo Arturo, acercándose a ella con una mirada decidida, tratando de hacerse escuchar.
- No te pregunté -respondió ella, en tono serio que me helo la sangre, mientras se separaba de mí.
Sus palabras, aunque duras, no ocultaban la vulnerabilidad que intentaba esconder. Estaba cansada, cansada de vivir con miedo a lo que ellos pudieran hacerle. Sentía su dolor como propio por la conexión que teníamos, y eso me hacía dudar de todo lo que había estado planeando.
- Toda mi vida me la he pasado con miedo a ellos, y ahora no me permitiré eso... -dijo, con una frialdad que me heló por dentro-. Si ustedes no me dejan, me entregaré a Grayson y ni se darán cuenta cuando lo haga -se encogió de hombros, como si no le importara nada. En ese momento, un frío recorrió mi cuerpo, y no pude evitar abrazarla con más fuerza, como si pudiera evitar que se perdiera en esa oscuridad.
- No -susurré en su oído, mis palabras llenas de desesperación-. No me dejes, por favor... No lo soportaría. Prométeme que no te irás nunca de mi lado -había pasado tanto tiempo buscándola, luchando por encontrarla, que la idea de perderla me rompía el alma. No sabía si podría soportar vivir sin ella.
- Bien -dijo de mala gana, pero el hecho de que accediera a mis palabras me dio algo de alivio, aunque no fuera mucho-. Pero déjame ayudarles... Y déjame matar a Grayson. Quiero vengar a mis padres... -agregó después de unos momentos de silencio, y pude sentir la ira en sus palabras. No solo quería detener la guerra, quería que su dolor se pagara de alguna manera.
- Sí, pero prométeme que no te pasará nada -le dije, soltándola un poco, pero mis manos temblaban. No quería que tomara esa decisión por cuenta propia, no de esa manera, no sin que lo pensara bien.
- Claro -se soltó de mi abrazo, y por un momento, temí que pudiera alejarse definitivamente. Pero no fue así. Sonrió, pero era una sonrisa llena de determinación que solo hizo que mi estomago se hundiera más-. Y ustedes no se preocupen, estaré bien... Si ustedes están conmigo, no hay problema. Además, jamás se desharán de mí tan fácilmente -bromeó, acercándose a los chicos. Al estar cerca, los abrazó, pero a pesar de la sonrisa, sabía que estaba herida, que algo dentro de ella estaba herido.
- Bueno, a lo que venía, ya acabé de limpiar, voy a ducharme y luego podemos salir -dijo, con una calma que no coincidía con la tormenta que se desataba dentro de su pecho.
- Claro -dijimos los tres al unísono, pero todos sabíamos que la calma era solo momentánea.
(...)
Todo ha estado bien hasta ahora. La pasamos recorriendo la manada, y ella fue al orfanato. Le encantan los niños, se veía tan linda rodeada de ellos... Nunca había visto a Karen tan feliz, tan en su elemento. Era como si todo lo que había vivido hasta ahora hubiera desaparecido por un momento. Y pensé, será una gran madre con nuestros futuros cachorros. Algo que no había considerado antes, pero que ahora me llenaba de esperanza.
- Oye -salió del baño, su cabello mojado caía sobre sus hombros-. ¿Me puedo cortar el cabello?, Nunca me gustó largo... Y no puedo cortármelo yo sola -dijo, acercándose a mí, su rostro reflejaba una mezcla de timidez y decisión.
#373 en Fantasía
#49 en Paranormal
#19 en Mística
fantasia amor infidelidad dolor, vidas pasadas y reencarnaciones
Editado: 26.04.2025