Salí de la cocina para curar mi muñeca, pero antes decidí salir afuera en busca de Max. Necesitaba entender lo que estaba sucediendo, pero había demasiadas preguntas sin respuesta.
-¿Max? -llamé al aire.
-¿Sí? -respondió una voz cercana.
Lo vi acercarse con su típica sonrisa de lado, tan tranquilo, como si no estuviéramos en medio de todo este caos.
-¿Puedes decirme dónde se tira la escoria? -pregunté, con un tono que delataba mi frustración.
Max sonrió de nuevo, esta vez con una expresión de satisfacción.
-¿Quiere que me encargue? -dijo, su voz dulce y serena.
-Por favor -le respondí, mi mirada fija en su rostro, deseando que se encargara de eso cuanto antes. Asintió sin decir nada más, y juntos nos dirigimos a la cocina, olvidando por completo mis golpes, que seguían doliendo en mi cuerpo, la ansiedad en mi pecho y la sensación de no poder respirar.
Justo cuando íbamos a entrar, escuchamos un grito desesperado desde la parte de arriba de la casa.
-¡Karen! -gritó Lucas, bajando rápidamente las escaleras.
-¿Qué? -le respondí, llamando su atención. Cuando me miró, sus ojos se dirigieron a mi muñeca, recordándome el corte. Por inercia, traté de ocultarla detrás de mi cuerpo.
-Encárgate, Max, por favor -dije, mientras le pasaba la responsabilidad a Max.
-Claro, Luna -respondió Max, y siguió su camino hacia la cocina. Lucas se acercó rápidamente, tomando mi muñeca con una delicadeza que no esperaba.
-¿Qué te pasó? -preguntó, preocupado.
-Nada importante, solo es un pequeño corte -respondí, intentando restarle importancia. Pero, en realidad, me dolía, no solo físicamente, sino emocionalmente. No podía dejar de pensar en todo lo que había sucedido.
-Podemos hablar luego, necesito ir con Laura... -le dije, mi voz temblorosa, el temor llenando cada palabra.
-¿Qué le pasó? -Lucas me miró, y cuando vio mis ojos, sonrió débilmente, acariciando mi mejilla.
-Son hermosos -comentó, pero en su tono había algo de tristeza.
-Sí, gracias -respondí con sarcasmo, no queriendo perder tiempo en nada que no fuera ir con Laura. En ese momento, la puerta se azotó y un Zack visiblemente agitado entró, sin pensarlo dos veces.
-¡¿Dónde está?! -preguntó, alterado. Su desesperación era evidente, y yo entendí inmediatamente a quién se refería. Sin pensarlo, salí corriendo hacia la cocina, y ambos me siguieron.
Corrí como nunca hacia la cocina, con el corazón acelerado. Cuando llegué, vi a Laura en el suelo, abrazando el cadáver de Drack, mientras Max permanecía inmóvil, probablemente paralizado por uno de los dones de Laura. Era extraño cómo la familia de Grayson podía usar esos poderes tan oscuros.
-¡Oye! -me acerqué a Laura rápidamente, pero intenté no parecer demasiado agitada-. Tranquila, Laura, ya nadie te lastimará... Lo prometí, ¿recuerdas? -le susurré, intentando calmarla.
Zack se acercó a nosotros, y cuando Laura lo vio, se separó de mí y se lanzó a sus brazos. No pude evitar sentir un poco de alivio al ver que ella encontraba consuelo en él.
-Calma, bonita -le dijo Zack, acariciando su cabeza mientras Laura lloraba desconsoladamente, ocultando su rostro en el pecho de él. Yo solo podía observar, deseando poder hacer más para que todo esto terminara.
En ese momento, la ansiedad me superó, y la necesidad de respuestas fue más fuerte que nunca. Saqué mi teléfono, me conecté al enlace con Arturo.
-Oye Arturo, ¿dónde estás? -pregunté con urgencia.
-Estoy bañándome, ¿qué pasa? -me respondió, algo confundido.
-Es Laura -le dije, con un nudo en la garganta.
-¿Qué pasa con ella? -su voz se volvió más alerta.
-Ven a la cocina, pero no me odies -le dije, sabiendo que lo que iba a encontrar lo alteraría.
-¿Cómo?, ¿Por qué?, Sabes que ya voy, dame dos minutos -respondió, y antes de que pudiera contestar, cerré el enlace y abrí otro con Laura.
-¿Laura, bonita, le contarás? -pregunté, con delicadeza.
Ella negó con la cabeza, aún aferrada a Zack, quien no dejaba de acariciarle el cabello con ternura.
-No, tengo miedo -dijo, y su voz temblaba. Mi corazón se apretó al escuchar su dolor-. Y si luego me rechaza...
-No lo creo, bonita -le respondí, tratando de darle algo de consuelo-. No estaría aquí abrazándote si fuera así... Ahora que lo pienso, ¿cómo sabías que estabas mal?
-M... me marcó -contestó, con temor, y esas palabras me dejaron helada.
-¡¿Qué?! -grité, incapaz de creer lo que acababa de oír.
-¡ZACK, CORRE! -gritó Laura, aterrada. Zack la miró confundido, sin soltarla, como si no entendiera la gravedad de la situación.
-¡¿Cómo se te ocurre marcar a mi hermana?! -grité, llena de furia, mientras mi cuerpo se tensaba.
Justo en ese momento, Arturo entró en la cocina.
-¡¿Qué hizo qué?! -preguntó, molesto, al ver la escena. Zack salió corriendo, y antes de desaparecer en el bosque, le gritó.
-¡Te amo! -y se transformó en lobo, desapareciendo de la vista.
-Yo lo mato -dije, dispuesta a ir tras él, pero Lucas me detuvo de inmediato, tomando mi cintura con firmeza.
-Cálmate, amor -susurró, intentando calmarme.
-Karen... -habló Laura, su voz débil pero llena de arrepentimiento-. Perdón...
-No, no, no, bonita -me acerqué a ella, quitándome de encima el agarre de Lucas-. No tienes que disculparte.
Laura me miró, y en su rostro aún había lágrimas, pero también una especie de alivio, como si finalmente hubiera podido expresarse. Pero aún había mucho que resolver, y me preocupaba lo que había sucedido con Zack.
-Por favor, dime que lo que comí no era de ese bastardo... -dijo Arturo, con un tono que intentaba ser gracioso, pero su cara estaba llena de desdén y asco.
Laura y yo nos reímos un poco, aunque la tensión no desaparecía por completo. Arturo, claramente incómodo, se acercó al lavabo y vomitó todo lo que había ingerido, luego de haberse dado cuenta de lo que había hecho.
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Editado: 12.05.2025