- Siete siglos y medio atrás -
La luz cálida del atardecer se filtraba a través de las grandes ventanas de cristal del palacio, bañando la habitación en tonos dorados que iluminaban las antiguas paredes de piedra. El aire estaba impregnado con el suave aroma a flores frescas y madera envejecida, creando una atmósfera que invitaba a la calma. Sentada en una gran cama adornada con sábanas de seda, la mujer de cabello largo y azul, que caía en cascada hasta la mitad de su espalda, se encontraba pensativa. Sus ojos, de un azul tan profundo que parecían reflejar el cielo estrellado, estaban fijos en la ventana, pero su mente vagaba lejos, perdida en pensamientos inquietos.
- Amor - dijo, su voz suave, pero cargada de una ligera preocupación. La suavidad de su tono ocultaba el torbellino que se agitaba en su interior. Levantó la vista, y sus ojos se encontraron con los del hombre que estaba a su lado. Era un hombre misterioso, de presencia imponente, pero con una calma que parecía desafiar el paso del tiempo. El rey vampiro, Grayson, estaba allí, observándola con una serenidad que contrastaba con su propia agitación interna.
- ¿Qué sucede? - preguntó él, su voz grave y profunda, como un susurro que recorría la habitación. Aunque su expresión era tranquila, sus ojos oscuros mostraban una atención plena, como si percibiera que algo no estaba bien, que algo perturbaba a la mujer que amaba.
La mujer suspiró nuevamente, su mirada se desvió hacia el lado de la cama, donde reposaba una carta que aún no había abierto. Algo dentro de ella le decía que la respuesta a sus preocupaciones estaba en esa misiva, pero no se atrevía a mirarla. Sus dedos se apretaban contra las sábanas, buscando algo de consuelo en esa textura familiar.
- Teresa... - murmuró, dejando escapar un suspiro apenas audible. Había algo en la amiga de ambos que la inquietaba desde hace unos días. Algo que no lograba identificar, pero que le parecía más y más evidente con cada encuentro. - Ella ha estado extraña últimamente - agregó, su voz temblando ligeramente. La mujer se giró para mirarlo, buscando en los ojos de Grayson alguna respuesta, algo que la tranquilizara. - ¿Qué crees que le está pasando?
El rey vampiro la miró con esos ojos tan oscuros como la noche, pero en su mirada se reflejaba una paz profunda, como si todo lo que ella temía fuera meramente pasajero. Se acercó a ella lentamente, con la gracia de una sombra que se desliza sin esfuerzo, y se sentó junto a ella en la cama. Sus dedos, tan fríos como la niebla nocturna, tocaron su piel cálida con suavidad, y su voz, baja y reconfortante, respondió:
- No sé de qué hablas - dijo, con una calma que casi parecía inaccesible. Era evidente que él no había notado nada extraño en Teresa, pero su actitud tranquila era un consuelo en sí misma. - ¿Le has preguntado directamente?
La mujer asintió lentamente, su rostro reflejando una frustración contenida. Había hablado con Teresa, por supuesto, pero la respuesta que había recibido no había sido clara, solo evasivas disfrazadas de sonrisas. Ella no podía dejar de sentirse culpable, como si hubiera fallado en notar algo importante. La mujer se pasó una mano por el cabello, que caía como una cortina sobre sus hombros, y suspiró con más fuerza.
Grayson, al ver su pesar, la miró con ternura, y sin decir palabra, se inclinó hacia ella y besó su frente con una suavidad inusitada. Un gesto tan sencillo, pero cargado de una profundidad emocional que hablaba de todo lo que él sentía por ella. La mujer cerró los ojos por un momento, dejando que el beso la envolviera en su cálida protección. Él la abrazó, envolviendo su cuerpo en los suyos con fuerza, pero sin ser invasivo, como si el simple hecho de estar juntos bastara para calmar sus temores.
- Tranquila - dijo él, su tono suave pero firme. - Son muy amigas. Si le pasara algo, te lo diría, ¿no crees? - Le sonrió con suavidad, y esa sonrisa, llena de confianza, hizo que su corazón se aliviara un poco.
La mujer lo miró, buscando en su expresión la verdad que necesitaba escuchar. Sus ojos brillaron con un destello de esperanza, aunque la preocupación seguía latente en su pecho. Pero al final, se permitió creerle, porque sabía que su amado tenía razón. Si algo fuera realmente grave, Teresa no lo mantendría en secreto.
- Tienes razón - susurró ella, y de repente, sin pensar demasiado, se inclinó hacia él y lo besó con suavidad, como un agradecimiento, como una súplica silenciosa para que sus miedos desaparecieran. El beso fue breve, pero cálido, un intercambio que transmitió todo el amor que ella sentía.
~ Espero que solo sea eso... Él tiene razón, si fuera algo grave, me lo diría, ¿cierto? ~ pensó ella, abrazándolo con más fuerza, dejando que su fragancia y su cercanía la tranquilizaran. En sus brazos, se sentía segura, protegida, y por un momento, las dudas se desvanecieron.
Grayson rompió el abrazo con suavidad, besando su cabello con ternura, antes de levantarse de la cama.
- ¿Vamos abajo? - sugirió con una sonrisa traviesa, la cual hizo que la mujer lo mirara con curiosidad.
- Las hijas de Rebecca están aquí - dijo él, con un tono de voz ligeramente burlón, aunque sus ojos reflejaban un cariño genuino hacia las pequeñas.
La mujer se levantó, alisando las arrugas de su vestido, y alzó la vista hacia él, con una mirada juguetona. El rey vampiro la observó, una chispa de diversión en sus ojos oscuros.
- ¿Cuándo tendremos los nuestros? - preguntó ella, su voz llena de emoción. El pensamiento de tener hijos con él la llenaba de una ilusión palpable, algo que no podía evitar compartir. - Me hace mucha ilusión tenerlos contigo.
Grayson, al escuchar sus palabras, sonrió con una calidez inesperada. Era un hombre acostumbrado a la oscuridad, al misterio, pero con ella, era diferente. Con ella, las emociones que había guardado durante siglos salían a la luz, más puras y sinceras.
- A mí también - dijo él, la sonrisa ampliándose en su rostro. - Cuando quieras, empezamos a practicar - continuó, su tono pícaro, lo cual hizo que ella se riera suavemente. Era un comentario juguetón, pero sus palabras tenían un tono de sinceridad detrás, algo que era imposible de ocultar.
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Editado: 12.05.2025