Mi Alpha Protector ( #1 )

Capitulo 33 - Laura Grayson

Esa vez, decidí salir a cazar con Karen, aprovechando que Arturo se quedaría en la casa con Marissa. Era el momento perfecto para hablar sobre algo que había estado rondando en mi mente durante días: nuestras parejas y todo lo que eso implicaba. No es que tuviera dudas, pero sí muchas preguntas, muchas cosas por resolver. Casi nunca tenemos tiempo para hablar de estos temas, y si alguien sabía cómo hacerlo, esa era Karen.

El aire nocturno se sentía fresco, y el sonido de nuestros pasos sobre la tierra húmeda era lo único que se escuchaba a nuestro alrededor. Mientras caminábamos, sentía la quietud de la noche, pero algo en el ambiente me ponía alerta. Era una sensación incómoda, casi como si alguien nos estuviera observando.

—¿Qué pasa? —digo, al ver cómo su rostro se transforma en una mueca, como si algo la estuviera afectando. Olfatea el aire como si fuera un perro rastreador, y su comportamiento me hace fruncir el ceño. No me puedo contener.

—¿Qué pasa? —insisto, ya sintiendo la tensión en el aire. Algo no va bien.

Karen sigue olfateando el aire, pero esta vez lo hace más profundo, con una atención tan intensa que me pone los pelos de punta.

—Hay más vampiros alrededor —me responde a través de nuestro enlace mental. Su voz es baja, seria, y eso me hace fruncir el ceño aún más.

—¿Qué? —exclamo incrédula, sin entender. Ella asiente lentamente, sin mirarme, como si estuviera demasiado concentrada.

—No regresemos a la manada aún —dice después de un silencio tenso—. Esperemos unas horas. Necesito estar segura.

—¿Qué pasa si se preocupan? —pregunto, pensando en todos los que dejamos atrás. En nuestros hermanos, en nuestras parejas. Mi mente se llena de preocupaciones. Si alguien notaba nuestra ausencia por mucho tiempo, sería un problema.

Karen suspira, pero su voz sigue firme, aunque se nota una preocupación latente.

—Yo hablaré con Lucas —me responde con determinación—. Ahora, hagamos como si estuviéramos cazando mientras busco algún indicio de quiénes son.

—Está bien —respondo, aunque no estoy del todo convencida. No puedo quitarme la sensación de que estamos metiéndonos en algo más grande de lo que imaginamos.

El tiempo avanza lentamente mientras cazamos, o al menos eso intentamos hacer. El ambiente es extraño, y la tensión sigue creciendo. El hecho de que haya vampiros cerca hace que todo se vuelva mucho más serio. Puedo sentir cómo la ansiedad se apodera de mí, aunque trato de mantenerme en calma.

—Esto no me gusta —pienso para mí misma. Pero no le digo nada a Karen. Algo me dice que ella está mucho más tranquila de lo que yo podría estar.

Finalmente, después de un par de horas, Karen se detiene y me mira.

—Bien, vamos a casa —dice, mirando alrededor con cautela—. Ya no los siento cerca.

Mi estómago ruge en respuesta, y no puedo evitar reírme. La sensación de hambre es casi insoportable, y aunque los vampiros no necesitamos comer, en nuestro caso, Arturo y yo hemos logrado crear una especie de necesidad por la comida humana. No puedo evitarlo, me muero por algo de comida.

—Sí, quiero un sándwich. Muero de hambre —comento sin pensarlo. Karen me mira, sonriendo de forma cómplice.

—Vamos, yo también tengo hambre —responde. Empieza a caminar de regreso a la casa, pero algo en su actitud me hace dudar. No parece completamente relajada.

—¿Le dirás? —pregunto, mirando de reojo a Karen, sabiendo que no será fácil mantener esto en secreto. La tensión sigue flotando entre nosotras, y no puedo evitar preguntar lo que me quema por dentro.

Karen niega con la cabeza sin dudarlo.

—¿Por qué? —insisto, aunque ya sospechaba la respuesta. Su mirada se endurece un poco, y no parece dispuesta a hablar más de lo necesario.

—Uno, si se da cuenta, los buscará y matará —empieza, con una seriedad que no puedo ignorar—. Dos, no nos hicieron nada… —pausa un momento, como si estuviera reconsiderando sus palabras—. Y tres, no quiero problemas… No ahora —murmura, más para ella misma que para mí.

Sus palabras tienen peso, pero algo no me cuadra. ¿Cómo podrían no habernos hecho nada si estaban tan cerca? El hecho de que ella hable así de los demás vampiros me inquieta aún más. Quizá no estamos entendiendo lo que realmente está ocurriendo.

—Supongo que está bien... además, ¿cómo pasaron las orillas de la manada? —digo finalmente, aunque sigo con muchas dudas en la cabeza.

Karen se encoge de hombros, su expresión se vuelve indiferente.

—Lo averiguaré —dice con frialdad. Es en momentos como estos cuando realmente siento que Karen es otra persona, alguien completamente distinta de la amiga en la que confiaba. Su actitud me desconcierta, y no puedo evitar sentirme un poco perdida.

—Bien —respondo, caminando más rápido para alcanzarla.

(...)

Cuando finalmente llegamos al comedor, la sensación de hambre me invade de nuevo. Mi estómago ruge con fuerza, y no puedo contener un grito.

—¡Muero de hambre! —exclamo, con una sonrisa al ver cómo todos se giran hacia mí al instante. Me siento junto a Zack, que me recibe con una sonrisa de oreja a oreja.

—Hola, bonita —dice, dejándome un beso en la mejilla.

—Hola, cuñis —responde Marissa, quien está acompañada por Arturo. Ella lleva una camisa blanca ombliguera con detalles en la parte inferior, un short de mezclilla corto con filamentos en las orillas, y una camisa tipo chaqueta con estampado de flores coloridas. Al ver la cara roja de Arturo, no puedo evitar reír. Hay algo en su expresión que me resulta adorable, pero también extraño. Es como si estuviera tratando de mantener el control, pero algo lo hacía ponerse nervioso.

En ese momento, Karen entra al comedor, recién bañada. Puedo ver sus cabellos mojados y la camiseta negra sin mangas que lleva puesta, junto con unos jeans azules y tenis Nike negros. Es como si hubiera hecho todo a prisa para regresar a la normalidad. Yo, por mi parte, sólo me cambié rápidamente a un pantalón jogger gris y una camiseta negra, sin ganas de llamar demasiado la atención.




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