Mi Alpha Protector ( #1 )

Capitulo 44 - Laura Grayson

—Está rara... —le susurro a Arturo, mis palabras flotando en el aire, mientras mis ojos no pueden evitar seguir la dirección por donde Karen acaba de desaparecer. Hay algo en su comportamiento que no encaja, algo en su mirada, en la forma en que se alejó, que me hace sentir una inquietud profunda. No sé qué está pasando, pero algo no está bien.

—Lo está... Algo no nos está diciendo —responde Arturo, su tono grave y serio haciendo eco en la habitación.

Él también siente lo mismo, la misma incomodidad.

Se toca suavemente la coronilla, donde Karen le dio un beso, y su expresión se suaviza por un momento. Sonríe, pero no con la misma ligereza de antes, sino como si tratara de ocultar un dolor o una preocupación que no sabe cómo compartir.

—Me recordó a mamá cuando nos daba las buenas noches... —murmuro, sin poder evitar que la nostalgia me inunde. Un suspiro se escapa de mis labios, y mi mente viaja a aquellos tiempos, a cuando nuestra madre solía arroparnos por las noches y sus besos en la frente nos daban seguridad. Mis ojos se humedecen y una sonrisa triste aparece en mi rostro. Ya no puedo recordar su rostro con claridad, pero esos pequeños gestos, esos momentos de amor y cuidado, siguen grabados en mi corazón. —No recuerdo su rostro, pero sí algunas cosas... Esas cosas que se quedan con nosotros, aunque el tiempo pase.

Arturo me observa en silencio. Es como si él también estuviera atrapado en ese mismo recuerdo, y aunque no lo diga, sé que lo siente. Su expresión cambia por un instante, como si quisiera compartir algo pero no supiera cómo.

—A mí también me la recordó... De alguna manera, algunas actitudes de ella me la recuerdan... —se detiene, su mirada se pierde en el vacío, como si sus pensamientos estuvieran en otro lugar. Luego, me mira directamente, su mirada se endurece con una determinación que no puedo ignorar. —Pero son pocas cosas que tengo de mamá, y no sé si es porque siempre nos ha cuidado o porque realmente, en el fondo, ella está aquí, en nuestras decisiones, en cómo vemos el mundo... —Sus palabras se desvanecen lentamente, y luego, con un suspiro, continúa—: Lo que quiero decir es que tenemos que cuidarla. No podemos permitir que Grayson se salga con la suya. No podemos dejar que ella sufra más.

Las palabras de Arturo caen como una piedra en mi estómago. El nombre de Grayson, ese monstruo, ese hombre que ha causado tanto dolor en nuestras vidas, me llena de un miedo que no puedo esconder. El solo hecho de pensar que podría estar involucrado con Karen, de que quiera algo de ella... Mi mente empieza a trabajar a mil por hora, pero no encuentro respuestas. ¿Qué quiere de ella?, ¿Por qué está aquí?

—No lo permitiremos —digo, mi voz un poco más fuerte de lo que siento. Pero la seguridad que trato de transmitirme también va dirigida a Arturo, como si al decirlo en voz alta pudiera darle un poco de paz a mi alma.

Pero las palabras no son suficientes para calmar mi ansiedad, y antes de que pueda procesar todo lo que está sucediendo, Arturo me abraza con fuerza. Su abrazo es protector, y aunque me consuela en el momento, también me hace sentir la carga que estamos llevando juntos. No estamos solos en esto, pero la responsabilidad de proteger a Karen, de enfrentarnos a lo que Grayson sea capaz de hacer, me pesa como una losa.

De repente, como si su mente hubiera cambiado de rumbo, Arturo se aparta de mí rápidamente, olfateándome de una manera extraña, casi frenética.

—¿Qué estás haciendo? —le pregunto, extrañada, frunciendo el ceño. No puedo entender su comportamiento. ¿Por qué me huele?, ¿Acaso hay algo en mí que no ha notado antes?

Él no me responde de inmediato. En lugar de eso, su rostro se tensa, y con un gruñido molesto, dice algo que me deja sin palabras:

—Voy a matar al beta.

Su tono es tan feroz, tan lleno de rabia, que me deja helada. No entiendo lo que está pasando, ni qué relación tiene eso con Karen, pero el enojo en sus ojos es inconfundible. En un parpadeo, se da la vuelta y corre fuera del cuarto, dejando una estela de confusión detrás de él.

—¡Arturo!, ¡Espérame! —grito, sin pensarlo, reaccionando a su salida inesperada. Mi mente todavía no alcanza a comprender qué está sucediendo, pero mi instinto me dice que no puedo dejarlo ir solo. Algo no está bien, y tengo que averiguar qué está ocurriendo.

Corro detrás de él, mis pies golpeando el suelo con rapidez mientras trato de alcanzarlo. Mis pensamientos están en caos, mi corazón late acelerado. Todo lo que había estado en silencio se ha desbordado, y ahora las piezas empiezan a encajar en mi mente, pero no de la manera en que me gustaría. Grayson está involucrado, y Arturo está tan molesto... ¿Por qué?

Sigo a mi hermano sin pensarlo demasiado. Mi cuerpo reacciona antes que mi mente, y aunque no entiendo por completo lo que está sucediendo, sé que no puedo quedarme atrás. Cada vez que me acerco, el dolor de la incertidumbre se hace más fuerte.




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