Hoy finalmente saldría a resolver todas esas dudas que no me dejaban dormir, que me atormentaban día y noche. Desde que todo comenzó, el insomnio se había convertido en mi fiel compañero, y mis pensamientos no hacían más que dar vueltas, formando un caos dentro de mi cabeza. Las preguntas se acumulaban sin respuestas, y lo único que sabía con certeza era que necesitaba encontrar respuestas. Para eso, tendría que enfrentar a lo que más temía en todo este caos: Grayson.
Me miré en el espejo, analizando cada rasgo de mi rostro, como si quisiera grabarlo en mi mente para no olvidar quién era antes de este día. Sabía que lo que estaba a punto de hacer cambiaría las cosas para siempre, que mis decisiones de ahora en adelante tendrían consecuencias. En mi interior, una mezcla de miedo y determinación luchaban por tomar el control. Pero no había vuelta atrás.
Rápidamente, me puse uno de mis conjuntos deportivos. La lycra de jeans negros, con sus rasgados en las rodillas, me hacía sentir una especie de seguridad, como si el simple acto de vestirme de esa manera me preparara para cualquier cosa. Me puse una chamarra con capucha del mismo color, que cubría gran parte de mi cuerpo y me permitía mantenerme discreta, aunque sabía que, en este momento, eso no importaba tanto. Mis tenis, los que siempre usaba, negros y cómodos, fueron la última pieza de la vestimenta. Todo estaba listo, excepto lo que vendría a continuación.
Me agaché para amarrarme los cordones de mis tenis, una tarea sencilla, pero que me daba tiempo para pensar en lo que estaba a punto de hacer. Justo cuando estaba en ese momento de calma aparente, la puerta del cuarto se abrió y Lucas apareció en el umbral, su rostro reflejaba una mezcla de preocupación y desconfianza.
—¿Vas a salir? —preguntó, su voz cargada de una seriedad que no pude ignorar. Su ceño fruncido lo delataba, mostrando su incomodidad con mi decisión. Mi corazón dio un pequeño vuelco al verlo, pero intenté mantener la calma.
—Solo voy a dar un paseo... Necesito pensar —respondí, sin mirarlo directamente, centrada en el sencillo acto de atarme los cordones. De alguna manera, eso me daba la excusa para no ver la preocupación reflejada en sus ojos. Lucas se quedó en silencio por un momento, observándome con atención, hasta que finalmente asintió.
—Solo... no salgas de la manada, por favor —me dijo, su tono aún lleno de esa mezcla de preocupación y amor. Me levanté de la cama y lo miré a los ojos, intentando transmitirle una sensación de calma que, en realidad, no sentía en absoluto.
—Lo prometo —respondí con una firmeza que no sentía por completo, pero sabía que era lo que él necesitaba escuchar. Sabía que su mayor preocupación era mi seguridad, y aunque agradecía su amor y cuidado, algo dentro de mí me decía que debía enfrentarme a lo que venía, sin importar lo que costara.
Mientras me levantaba y me dirigía hacia la puerta, una pregunta que llevaba rondando mi cabeza durante días me asaltó de repente. ¿Por qué Lucas nunca me había preguntado cómo me sentía? ¿Por qué no me había marcado, como si no estuviera tan interesado en mi bienestar? Un nudo se formó en mi estómago al pensar en eso. Tal vez me daba asco, tal vez ya no le interesaba tanto como antes... Estas ideas comenzaron a tomar fuerza en mi mente, pero rápidamente las deseché. No podía permitir que esas dudas me consumieran. Había otras cosas más importantes que resolver.
Antes de salir del cuarto, me volví hacia él, y sin pensarlo demasiado, lo besé suavemente en los labios. Un beso corto, pero lleno de cariño, de esas cosas que solo uno puede entender en un momento así. Lo miré a los ojos, y con una pequeña sonrisa, le dije:
—Regresaré en la tarde... —mi voz tembló ligeramente, pero me obligué a mantenerme firme. Después, me levanté y caminé hacia la puerta. Miré a Lucas por última vez antes de salir.
—Te amo —dije en un susurro, con toda la sinceridad que pude reunir. Aunque mi mente estaba llena de dudas y temores, eso era algo que sabía con certeza. Lo amaba. A pesar de todo lo que pasaba, él seguía siendo mi refugio, mi ancla.
Salí del cuarto sin esperar una respuesta, sin mirar atrás, aunque mi corazón sentía un dolor sordo al dejarlo allí. La puerta se cerró detrás de mí, y me quedé de pie en el pasillo por un momento, respirando profundamente. Ya estaba fuera de la seguridad de la habitación, fuera de ese lugar donde todo parecía estar bajo control, pero ahora, en ese instante, sentía que todo estaba fuera de mis manos. Tenía que enfrentarme a lo que venía.
Caminé hacia la salida de la casa, y el aire fresco de la madrugada me golpeó en la cara. La oscuridad envolvía todo a mi alrededor, pero de alguna manera, eso solo aumentaba la sensación de que algo importante estaba a punto de suceder. Cada paso que daba me llevaba más cerca de lo que temía y, a la vez, de lo que sabía que necesitaba entender.
Grayson... El nombre resonaba en mi cabeza. Las imágenes de todo lo que había vivido, las visiones del pasado, se entrelazaban con cada pensamiento. No sabía si estaba lista para enfrentarlo, pero lo haría. No podía seguir viviendo con estas dudas, con estas preguntas sin respuesta. Tenía que saber la verdad, por más dolorosa que fuera.
El viento soplaba suavemente, y aunque mi cuerpo seguía adelante, mi mente estaba atrapada en un torbellino de recuerdos y emociones que se chocaban unas con otras. ¿Qué me esperaba allá afuera? ¿Qué respuestas traería este paseo que, en realidad, no era más que un enfrentamiento con mi propio miedo?
No lo sabía, pero de una cosa estaba segura: no podía volver atrás.
#114 en Fantasía
#18 en Paranormal
#5 en Mística
fantasia amor infidelidad dolor, vidas pasadas y reencarnaciones
Editado: 12.05.2025