Alexandra
Siento un agudo dolor de cabeza que me marea y me provoca vomitar, mi cuerpo esta tieso y no encuentro el sentido del por qué, me remuevo y siento que eso que me envuelve es algo cálido y suave, abro mis ojos aturdida y veo que estoy en una cama cubierta por sabanas, mi cabeza palpita y me toco la frente donde nace el dolor, restriego con mis dedos esa parte y cuando los miro veo sangre seca, ¿pero qué demonios?
Cuando entro en razón noto que no estoy en mis aposentos y que no tengo ni idea de donde mierda estoy, mis ojos dan un recorrido por todo el lugar, hasta que se detienen en un hombre sexy mirando... ¿Qué?
—¿Quién eres? —fue lo primero que salió de mis labios al ver a aquel hombre con mirada penetrante, esos ojos azules que dan miedo y a la vez atraen, maldad, sonrisa retorcida y oscura con una pisca de ¿felicidad? Era tan retorcidamente hermoso que tiene que ser categorizado como uno de los hombres más guapos del mundo.
Observe como este hombre se fue acercando peligrosamente hacia mí y mi reacción fue despojarme con rapidez de las sábanas, cuando estoy a punto de salir corriendo por mi vida y salvar mi precioso trasero, el gran adonis guapo me toma de la muñeca evitando que saque un pie de la cama para después aprisionar mis dos muñecas con una sola de sus manos.
Mi cuerpo se hunde en la cama al sentir como se sienta encima de mi reteniendo mi cuerpo de una posible huida, se acerca peligrosamente a mi haciendo que gire mi cara hacia un lado, pensé que su dirección eran mis labios pero que equivoque ya que me olió el cuello como si de cocaína se tratara, me produjo unos escalofríos en todo el cuerpo poniéndome la piel de gallina.
—Eres toda mía —lo dijo con una gran seguridad.
Al escuchar estas palabras mi cerebro comenzó a trabajar mejor reconociendo quien era el hombre que ahora, es mi mate... ¡mierda!
Recuerdos me golpean como olas a la orilla de la playa, el lobo, me salto, el golpe, eso explica la sangre seca. ¡doble mierda! Es el Alpha rey. No, no, no, me diego a esto.
—Estás loco, psicópata, asesino de mierda, ni en tus malditos sueños te pertenezco —coloque mis manos en su pecho e intente apartarlo, pero su fuerza era como la de veinte alpha, yo ni transformada estaba así que mi poca fuerza no servía para nada. Sus ojos azules se tornaron carmesí y el escalofrió regreso a mí al saber que este hombre es capaz de todo.
—¡No me importa lo que digas! ME PERTENECES —casi rompía mis pobres tímpanos con el gran grito y gruñido que soltó.
—¡PUES NO! —le grite de igual forma —. ¡sabes que, me largo de aquí! no quiero estar con asesinos como tu —le dije igual de alterada que él. Me removí como un gusano intentando quitarlo de encima pero claramente todo era en vano.
—No, tú no te vas —apretó la mandíbula, tiene rabia, no me susto más al recordar quien soy para él así que me armo de valor y lo encaro.
—Claro que lo haré —le dije con seguridad y de un momento a otro su rabia se esfumo y lo vi pensativo.
—Ok, vete, pero te aseguro que regresaras — lo dijo con tanta confianza, ¿pero por qué?
Me soltó de las muñecas y se hizo a un lado para que pudiera levantarme, me quede quita en la cama sin poder creer que esto estaba pasando ¿me dejaría ser libre? ¿es una trampa? Desconcertada me levanto de forma lenta de la cama y voy hacia la puerta de la habitación.
—No lo creo, idiota—le saque el dedo del medio.
Al salir de la habitación me topo con que esto es una mansión, es que es muy lógico es el Alpha rey, él caga dinero y lo vomita a montones, me acerco a las escaleras y mis dedos tocan la baranda de las escaleras que son de color dorado muy brillante, observo los grandes candelabros que cuelgan en el techo y los detalles costosos de cada rincón, sacudo mi cabeza ignorando las cosas extremadamente costosas y apuro mi paso para salir de la casa... digo, mansión, el termino casa es muy humilde para este lugar.
Tome un rumbo largo hacia casa, camine mucho, esta manada capital está a medio pueblo humado de mi manada, quiere decir que tengo que traspasar el campo que divide al mundo humano de la manada capital para luego traspasar la de mi manada, al llegar a mi hogar respiro hondo, me duelen los pies de tanto caminar, pero no le tomo importancia ya que soy libre. Sonrió feliz para después abrir la puerta de mi casa que no es tan grande como la del Alpha rey, pero si es lujosa y hermosa
—Hola, regrese —entro a la casa con una sonrisa de oreja a oreja para toparme con mis padres sentados en la sala, mi padre le da masajes en los pies a mi madre mientras este primero suspira.
—Hija, ¿Qué haces aquí? —me dice mi madre sorprendida al verme.
—Se supone que este es mi hogar —digo ignorando sus palabras, estoy muy feliz como para centrarme en algo.
—Desde hoy no. tu lugar es estar con el Alpha rey, no aquí, así que te regresas de inmediato —me dijo autoritaria, pero es mi mamá, se supone que tiene que apoyarme. Mi sonrisa decae y me expresión se vuelve seria.
—Pero mamá... —me queje —. Esta es mi casa, mi hogar, mi lugar. Además, él Alpha rey me dio mi libertad —mi madre niega con la cabeza
—Pero mamá nada y ni se te ocurra ir a pedirle ayuda a Roxana porque ella está de acuerdo conmigo y además...
—¡¿Y además que?! —le grite con impotencia.
—Hija, su mate es el beta del rey Alpha —¡¿pero que me acaba de decir?! Hoy era el día perfecto para las malas noticias al parecer, de mala noticia en mala noticia, sentía que mi cabeza iba a explotar de tanta información tan descaradamente absurda y estúpida, ¿el beta rey? ¡que vivan las malditas casualidades que joden tu vida!
—¡Que! —fue lo único que pudo articular mis labios.
—Deja el escándalo que no es el fin del mundo —dice tranquila mi madre para luego bajar los pies de las piernas de mi padre.