Alexandra
—Hola... — es lo único que sale de mis labios.
—¿Qué te pasa? Has quedado en el limbo —su cara era pura extrañeza.
—Ah, hola— repetí, soné demasiado estúpida.
—Ya eso lo dijiste— se acercó y acarició mi mejilla con su mano fría y áspera, no es lo mismo. Él no es igual a Danton —me sorprende que no te hayas quedado con el Pulgoso.
—En realidad discutimos —mentí —no quise estar más con él y me escapé, en lo primero que pensé fue en venir aquí ya que no puedo ir a ninguna manada porque automáticamente estaría en su mansión otra vez.
—¿Estás consiente de que te quedarás conmigo para siempre? Hasta el último de tus días... —sus palabras fueron más que directas y las dijo arqueando la ceja esperando mi respuesta.
—¿Para siempre?... ¿siempre? —repetí perdida, hablaba más para mí que para él.
—Si, para siempre... Siempre —me siguió el juego, como si estuviera jugando.
Mierda, no es como si esperara otras palabras de él, pero las dice como si no tuviera escapatoria de este lugar, o bueno, si tengo uno... la muerte.
—ok y... ¿dónde dormiré? —ignoré mis pensamientos y le sonreí.
—En mi habitación por supuesto —con mi gran fuerza de voluntad aguante el tic en el ojo causado de la rabia que me hacía al saber que también tendré que dormir con él.
Lo que me faltaba, otro loco.
—Aunque me gustaría —miento —, ¿podría estar en una habitación sola?, por lo menos hasta me acostumbre a este ambiente —se lo pensó en silencio, pero me regalo una sonrisa mostrando sus dientes blancos y perfectos, sonrisa que es verdaderamente escalofriante.
—Gracias —es lo único que sale de mis labios.
Iba pisando sus talones a medida que íbamos atravesando varios pasillos de este castillo antiguo, todo en tonos antiguos y viejos, reliquias, jarrones anti...
¡¿acabo de dejar caer un jarrón antiguo?! Trago saliva y detengo el paso observando como el rey vampiro se daba la vuelta para escanear mi daño.
—Lo... lo siento —le digo muriéndome de pánico por dentro.
—Tranquila, solo destronaste un jarrón de más de cuatro mil dólares —mis ojos estaban a punto de salirse al escuchar tal cantidad y me muerdo el labio asustada.
—No te preocupes —dice ganándose mi mirada —, no te lo cobrare, es un simple jarrón viejo... y feo, así que relájate, tu corazón se está acelerando a niveles no saludables —su cuerpo gira hacia una puerta y la abre dándome a entender que esta será mi habitación —, aquí es, instálate y siéntete como en casa.
Asiento, entro a la habitación detallando todo el lugar. Me sobre salto al sentir el portazo de como cierra la puerta, como precaución me acerco a la puerta y agarro la manija revisando si se encuentra abierta y por suerte si lo está.
Comienzo a inspeccionar la habitación y el color rojo abunda en gran cantidad; como las sábanas de la cama y las almohadas que son un material aterciopelado, las cortinas de la ventana también son rojas y de un material parecido... esta habitación, o bueno, todo el castillo reluce por su decoración antigua.
Solo espero que cuando Danton se entere de mi ausencia no cometa un desastre irremediable.
Danton
—Rosita, ¿dónde está Alexandra? —ya estaba histérico, la he buscado por todos lados.
Los guardias me dieron aviso de que no regreso de dicho paseo con Roxana, llame a su querida amiga y no me dio razón de mi mate.
—Mi niño, Danton, por favor no se vaya a enojar —su voz era pura pena, algo malo pasaba —, pero se fue, frunzo el entrecejo de inmediato y mis nervios subieron haciendo que apretara la mandíbula al instante.
—¡¿Como que se fue?! ¡¿A dónde diablos se largó?! —Rosita palideció—¡¿Que está pasando?!
—Mi niño, por favor cálmate ¿sí?, ella me prometió regresar —calló un buen rato —, Además le dejo una carta, no se preocupe por ella
Entonces grite con más ganas.
—¡DAME ESO AHORA!
—¡Danton!, ¿qué te he dicho de gritar —me señalaba con su dedo índice muy enojada —. Te conozco desde muy pequeño, ¡así que no me grites! No te daré nada hasta que no te calmes —respire profundo.
—Ok, discúlpame Rosita ¿está bien?, me puede dar la carta.
—Así está mejor, respeta a tus mayores...dime ¿qué es lo que te he enseñado? sino lo pones en práctica.
—Discúlpame Rosita, no lo vuelvo a hacer más ¿ok?
Vacilo un poco pensativa, pero me la termino entregando.
Estaba ansioso por leerla y saber que me quería decir, mi Alexa, ¿por qué se fue? ¡¿porque me dejó?! ¡Maldita sea! ella me dijo que no se iba a ir que iba a estar conmigo siempre.
No le di más vueltas al asunto y abrí la carta.
Para Danton.
Hola...
¿cómo estás?...
Tal vez estés furioso porque no te dije nada, sé que te preguntaras el porqué de mi partida, y no es porque me caigas de culo porque si me caes de culo, pero no es por eso el que me haya ido. Se que puedes ser un tirano de mierda al que no le importa la gente, pero a mi si, ¿y sabes? No quiero que haya una guerra que nos perjudique a todos, pienso en los niños, ancianos, mujeres y hombres lobo que no tienen la culpa de nada.
Pero no te preocupes que mi estadía con él no es para siempre, tiene fecha límite, y esa es el día en que lo mate, recuerda que yo no estoy así de loca como para vivir rodeada de chupa sangres.
Tú querida y amada mate
Alexandra.
Diosa luna, ¿Qué karma estoy pagando como para que me haya tocado una mate con esa edad y con esos pensamientos tan infantiles? Ya yo tenía planeada su muerte —me paso las manos por la cara y arrugo el papel para luego tirarlo al piso con rabia.
—Rosita, ella acaba de cometer el peor error, se está cavando su propia tumba —gruñí —, es una terca inmadura.