Alexandra
No sé si fue miedo, pero no dormí en la misma habitación que él, soy consciente de todo lo que le hago y sé que tengo que mantenerme a raya con él, no soy estúpida como para estar en la boca del lobo después de que me dijera que también va a actuar a mis acciones. Pero a pesar de eso esta guerra no se acaba.
Ya me había levantado y preparado mi desayuno, estaba dispuesta a machacarlo, le haré creer que ya no me interesa hacerlo sufrir y cuando menos lo espere, tash lo llevaré al límite.
Ya eran las doce del día y él seguía dormido. Se que se aferra a dormir para ignorar sus ganas, pero sé que eso no le sirve de mucho y eso me alegra.
Me acerqué a la habitación de Danton y pude admirar su bello rostro al dormir. Se que es un completo idiota, pero sé que está cambiando por qué estoy aquí, es extraño que haya aceptado que está siendo mejor persona por lo idiota que se comportó conmigo, pero para como era antes, lo que es ahora es un gran avance.
Decidí acercarme. Me senté en la cama a su lado y le acaricié el rostro seguido de él cabello, tiene un rostro tan perfecto. Sus cejas gruesas y perfectas, sus labios rosados, su pelo lacio medio largo hermoso, y sus pestañas largas, ¡PERO QUE PIENSO! idiota! ¡Idiota! ¡Idiota! Y más idiota, cree que me va a encanta pues no, se ve horrendo... bueno tan horrendo no, pero si me cae mal.
—Danton, es hora de levantarte. Ya es tarde, son las doce del día —iba abriendo sus ojos lentamente hasta que enfoco bien su vista y fijo sus ojos en mi escote.
—Buenos días, y se puede saber este agradable despertar sin necesidad de castigarme con emociones fuertes.
—Bueno, creo que me di cuenta que tú eres más pesado en estos juegos y no quiero salir perdiendo —agito mi mano mostrando una bandera blanca invisible —, quiero paz y tregua.
—Buena decisión —me dice y yo sonrío falsamente.
Danton
Yo realmente sigo impresionado, cómo está mini mujer puede ser tan bipolar a su corta edad, he llegado a creer que está loca, bueno por lo menos antes no. Creo más bien que la encerrada la dejo con demencia y creo firmemente que es culpa mía, tal vez la traume sin querer, porque eso de estar enojada hasta las trancas y de repente sonreírme con un tierno conejo no es normal.
Dudo que tanta dicha sea cierta pero no me puede dar más igual ya que hoy es el aclamado ultimo día y por fin se acaba esta maldita tortura a la que me quiere someter.
Alexandra
Cada vez que estoy recostada en este árbol mirando el hermoso jardín mientras leo un libro de romance no puede ser más Perfecto el día, no sé qué tiene este árbol, pero transmite calidez y el sol tenue le da el toque de un día perfecto.
Pero este árbol me trae recuerdos, como que Danton mandó a matar a una familia solo por un simple árbol, no sé qué gran importancia le ve él a un árbol, pero algo me dice que tiene que ver con su mate muerta.
Pensándolo bien, todo esto me ha distraído de mi investigación acerca de lo ocurrido. Voy a retomar la investigación, pero creo que será mejor hacer eso después de mi pequeña venganza.
Por ahora no es conveniente que actúe ya que se puede enfadar si se entera que estoy buscando información a sus espaldas. Realmente pienso en preguntarle personalmente qué sucedió. Creo que soy un poco cotilla, pero vamos, que más puedo hacer yo, encerrada sin ver a mi mejor amiga, sin salir a los lugares que antes frecuentaba.
Leí un poco más recostada en el árbol y cuando me aburrí fui directo a la sala a ver un poco de televisión mientras comía una pizza que saque de la nevera y calenté, el tiempo transcurría hasta hacerse de noche, y cuando vi la hora era perfecta, faltaban sólo cinco horas para que se acabara este día y tenía que aprovecharlas antes de que me vaya el plan a la mierda, tiene que ser a lo grande.
Me dirijo a su despacho. Realmente estoy un poco nerviosa por su reacción, pero no es como que me importe mucho, tengo diecisiete años a esta edad me da igual que un hombre de más de doscientos años se esfuerza conmigo.
Todavía ni yo misma creo que él pueda tener más de doscientos años, parece un hombre de unos treinta bien formado y bien repartido como todo bien en su lugar, me doy una cachetada mental y aprieto mi mandíbula con más rabia, el maldito que odio tiene que estar bueno.
Ya en la puerta de su despacho iba a tocar, pero me interrumpió una voz.
—pasa rápido, Alexandra —así que eso hice. entre, intenté actuar lo más natural que pude, pero por dentro tenía los nervios de punta ya que él puede leer la mente con tan solo mirarme.
—Hola— le sonreí.
—Hola, ¿Necesitas algo?
—¿Puedes acompañarme a la habitación? —frunció el entrecejo.
—¿para qué exactamente? —me echa para actas en su silla observando con más atención.
—¿Me vas a acompañar sí o no?
—Sí, solo quiero saber cuál es la razón —coloca las manos en su mesa y se levanta —, pero sabes que si sales con otros de tus jueguecitos saldrás perdiendo, vamos.
El camino q la habitación fue silencioso y cuando entramos la cerré y le coloqué seguro, no tengo ni idea de porqué que lo hice de todas formas no es como que hubiera gente en la casa.
—Quiero que me digas ¿Qué pasa? —me gira a mirarme y se cruza de brazos.
—Lo he pensado y... quiero que me marques —le digo y él frunce el entrecejo y se cruza de brazos.
—No estoy para ese tipo de bromas Alexa —me dice cansado y yo niego con la cabeza. Me acerco a él hasta quedar a tan solo dos centímetros de distancia cuerpo a cuerpo, recorro mi mano por su morena y lo veo tensar la mandíbula y ver un destello rojo en sus ojos.
Bingo, por ahí es.
—No te estoy bromeando —llevo mi mano hacia su miembro y lo agarro para luego presionarlo levemente en mi mano —, te lo juro. Llegue a la conclusión de que jamás me podré escapar y que eres el único hombre que estará en mi vida, no es como que tenga muchas opciones de escapar o de hombres, pero me resigne a muchas cosas ya, además de que quiero aprovechar de un buen sexo gracias la semana de calor.