Alexandra
Me levanté por el sonido de un portazo, al igual que yo Danton también se sobre salto, pero lo miré mal al escuchar una frase en su inconsciencia.
—¡No! ¡¡Espera, todavía no me corro!! —lo mire extrañada. Me acerqué a él y lo abofeteé para que se terminara de despertar.
—¡Eh! Despierta —se quejó por mi golpe —, deja de soñar con un mal polvo.
—¡Ay! ¿Por qué me pegas? —alzo una ceja.
—Andas diciendo incoherencias en sueños —en chine los ojos viéndolo fijamente para luego levantar mi dedo índice hacia él interrogándolo —, dime —me acerque peligrosamente a él —, ¿con quién soñabas?
—La verdad es que, si te digo que contigo no me creerás, pero es la verdad— su mirada se tornó seria— y ¿por qué he de engañarte? ¿No se supone que tú eres la que huye y hace planes de boda con otro? Además, es un simple sueño.
Le di una mirada asesina.
— Si te creo, exagerado. ¡Supera eso ya! —me incorpore indignada —, además fue un simple ju... —me quede pasmada cuando vi a las personas que estaban en mi habitación.
—Y cuéntame cariño, ¿estos son los novios? —le pregunto el extraño a mi suegra que se encontraba también presente.
Iba a hablar así que lo apunté con mi dedo para reclamarle, pero me calle y mire mi vestimenta, sí, en sujetador y bóxer Abrí mis ojos como platos y Danton a mi lado gruño y se acercó a mí y me cubrió con las sábanas.
—¡Quiero verte fuera de aquí! ¡¿Acaso no ver qué mi mujer no está en condiciones?! —le grita Danton. El chico que no se ni quienes se escondió detrás de Beatriz.
—Su...su... rey... no se preocupe. Yo soy gay y te...tengo mi pa...pareja, le aseguró que su mujer y futura esposa no me interesa —termino de decir. ¿Cuánto miedo puede infundir este hombre? No tengo ni idea, pero es mucho y este hombre está cagado del miedo.
Vi como los músculos de Danton se destensaban y su cuerpo se iba relajando. Es como si le hubieran quitado un peso de encima.
—¿Y se puede saber quién demonios eres? —Danton seguía serio, pero menos preocupado ahora.
—Yo...yo... yo soy el organizador de la bo... bo... boda— su voz seguía temblando, pero ya podía hacer las oraciones más largas.
—Madre, ¿podrías hacerme el favor de sacarlo de aquí?
—No hay problema, de todas formas, ya nos íbamos. Querida te esperamos haya abajo para que elijas todo desde el libro de Valentino.
Beatriz jala del brazo a Valentino y se lo lleva arrastras, cerrando la puerta a su salida.
Cuando quedamos solos nuevamente suelto las mantas y desvío mi mirada para sonreírle a Danton, él me devuelve la sonrisa, pero después su cara se desfigura y comienza a olfatear todo alrededor.
—Muñequita, ¿no te huele a extraño? —lo miro extrañada. No tengo ni idea de qué habla.
—No, me huele normal.
—Huele como a otro lobo, pero...—lo miro y le sonrió.
—No ves que estuvo Valentino, tiene que ser eso deja la exageración.
—Tienes razón, huele muy poco y ellos ya salieron —tiene cara de confundido, pero yo lo remuevo del hombro.
—Son cosas pequeñas —lo tomo de la barbilla para que gire su cara hacia mi —, ¿y si nos damos un baño juntos?
—Eso no se pregunta —Regresa su sonrisa y se baja de la cama, jaló mi tobillo y me cargó hasta el baño.
Estoy más feliz que nunca y siento algo raro en mí, pero me pone muy feliz.
****
Me levanto de la mesa en el trabajo enojada y con mis dos puños la golpeo, estábamos en el jardín y me tenían completamente alterada
—Ya te dije que lo haré y no me importa lo que me digas —me exalte. ¿Pero que se cree Valentino?
—¡Deja la terquedad! —lo miro desafiante —, ¡ya te dije que es imposible! — se levantó y repitió el mismo acto que hice, joder, ¿pero que se cree este loco?
—Relájense un poco, no se alteren así —repetía Beatriz una y otra vez.
—Como quieres que no me exalte, si esta niña quiere casarse con un vestido corto y ajustado —se cruza de brazos — ¡eso va en contra a las reglas de un matrimonio! ¡Así que no! Es muy inapropiado y más si es luna reina.
—¡Pero de que vas! Si la que se va a casar soy yo y hago lo que se me venga en gana.
—¡Jovencita terca, déjate guiar! —siguió respondiéndome.
—¡Si soy terca tu eres un aburrido apegado a las reglas de etiqueta!, supéralo ya. Los tiempos cambian —me incorporé y le di una mirada fría y firme ni yo misma me reconocía, ¿qué me está sucediendo? Pero es un idiota.
Me enoje.
—Te lo diré una vez y no quiero repetir más, yo haré lo que se me dé gana, ¿oíste? Es mi boda y de malas para ti. Yo soy reina luna, y ni tú ni nadie me llevará la contraria, así que deja el drama ya sabes lo que quiero y punto.
Me miro asustado. ¿Tanto miedo le hice sentir? La madre de Danton me miro sonriente y comenzó a chillar de felicidad ¿Ahora qué pasó?
—Cariño, tus ojos cambiaron se tornaron rojos— ¿qué? Soy alpha eso Es normal — sí, tus ojos cambiaron y tu actitud. Eso solo pasa en nuestro caso — ¿a qué se refiere con nuestro caso?
—¿No entiendo nada? Se supone que soy alpha si se tienen que ver rojos como cosa normal —ella comienza a negar con la cabeza una y otra vez sonriendo.
—Cuando yo me embarace...
—¡¿QUE?! —le grito quedándome sin aire.
—Si el tipo de color de ojos que tenías era carmesí No rojo claro.
Mordí el interior de mi mejilla y comencé a pestañear repetitivas veces nerviosa.
—Sí cariño, cuando me embarace de Dante mis actividades cambió, y cuando enfurecía lo hacía como él, técnicamente hablando es porque tenía a Danton en mi barriga, un pedacito de Dante en mí, eso me hizo cambiar. Los ojos se me tornaban rojos carmesí oscuro a cada rato cuando me enfadaba y eso es algo que nada más tiene capacidad de hacerlo la descendencia de alphas reyes. Se sentó a mi lado y me estiro de los cachetes —. Y déjame decirte cariño que tú llevas la decencia de Danton dentro de ti.