Mi Alpha Tirano

EXTRA 2 parte 1

Alexandra

—Tiempo... —digo agitada —, tiempo, tiempo... —mi maldito orgasmo número diez del día.

Cuando le permití tener un tercer hijo no creí que se tomaría en serio el proceso para crearlo. En mi frente corren las gotas gruesas de sudor a usada por este ajetreo placentero, Danton sigue intacto, nada cansado y con más actitud que antes.

—¿Ya estás cansada? Muñequita —me dice burlón acariciando mi espalda ya que yo me encuentro arriba.

—Sí... —digo agitada —, si, no te lo voy a negar, apenas son las ocho de la mañana y desde las cinco que me desperté no me has dejado levantar ni un carajo —niego con la cabeza en su pecho —, ¿cómo carajos es posible que puedas tanto y que tengas tantas erecciones seguidas sino es tiempo de calor?

—Digamos que eres tú la que causa cosas casi imposibles en mi —besa mi mejilla sudada —, y porque soy Alpha rey, claro.

—Pues que afortunada soy —digo con ironía jadeando de cansancio —, después de esto me merezco un...

—¿Un masaje? —me dice y claro como no va a saber si leyó mi mente.

—Nunca dejarás esa manía tan odiosa —me agarra del cabello para elevar mi cabeza y me besa.

—Jamás.

—Ya qué —le digo y siento como me gira para después sacar su miembro de mi, siento el puto vacío que dejan los 25 cm, gimo ante el roce.

Cierro los ojos relajándome en la cama pero siento como me levanta de la cama cargada, vamos hacia el baño, como es costumbre, me agota y luego me da un masaje en la tina.

Al llegar al baño me deposita en la tina y besa mi frente, no tengo necesidad de abrir los ojos ya que estoy para relajarme.

La tina no está llena de agua pero pronto abre la llave y el agua tibia comienza a aparecer, se va llenando hasta el punto en que Danton cierra la llave; al agua le echa esencias. Siento como entra al agua y toma mi pie para colocarlo en su pecho y comenzar con la mejor parte.

Sus manos recorren mis pantorrillas y mis muslos para luego detenerse en mi pie y masajearlo brevemente.

—Ay... —gimo extasiada y siento como detiene sus movimientos así que abro los ojos.

—Si sigues gimiendo así no creo que sea posible continuar con esto —me señala con su ojos mis pies.

—Pero son deliciosos, joder —le digo y me sonríe —, tienes buena mano, tiranito —veo como toma mi otro pie para luego colocarse mis pantorrillas en sus hombros.

Siento como me flexiona acercándose, llega tan cerca que solo lo tengo a escasos centímetros de mi boca y con su lengua me late el labio inferior.

—¿Estás segura que no quieres continuar? —me pregunta y yo asiento, noto como su entrecejo se frunce de mal humor —, bien.

—No te enojes, estoy cansada —le digo y su cuerpo se relaja.

—Tienes razón —me da un pico en los labios —, es que me enloquece ver tu cara al borde de un orgasmo.

Me sonrojo y bajo mis piernas de sus hombros para luego atraerlo y dejarlo entre mis piernas.

—Tenemos hasta hoy para disfrutar de la Paz que trae no escuchar las tiernas risas de los niños —le recuerdo y él sonríe.

—Por lo mismo quiero aprovechar cada momento que puedo tenerte en modo carnal —besa mi frente —, todavía no te dejaré de insistir en...

—No —niego entrecerrando los ojos —, Eso es muy turbio —le repito y el sonríe con maldad.

—¿Segura que no lo quieres intentar? Quedarías embarazada más rápido y te evitarías tanta práctica —ruedo los ojos pero lo pienso —, te lo estás pensado y eso me agrada.

—Deja de leer mi mente —le doy un manotazo en el brazo —, además, tú me das practica todos los días estando los niños o no en casa la diferencia es que no te vuelves un loco que quiere andar cogiendo en cada rincón de casa. Echaste a los empleados, hasta a Rosita la mandaste de vacaciones donde su hermana.

—Bien, bien, solo piénsalo, recuerda que tenemos hasta hoy de libertad —retrocede y continúa acariciando mis piernas junto a mis muslos internos dándome más paz —, por eso te hago esa propuesta indecente y turbia como la llamas tú —mis ojos van directo a él que ahora se encontraba subiendo poco a poco por mi entrepierna, así que le doy un manoton para que baje —, está bien —, desciende su mano —, yo pienso que es algo natural y normal, deberíamos intentarlo.

—¿Donde? —se me ocurre preguntar y me llevo un mano a la boca dándome cuenta que lo dije inconscientemente por pura curiosidad.

Danton levanta su cabeza y me analiza con un brillo en los ojos mientras niego con la cabeza.

—Te lo pensaste —me da una sonrisa maligna —. Recuerda que puedo leer tus pensamientos.

—Digamos que digo que sí —le digo y él me mira zona ceja arqueada —, ¿donde diablos haríamos eso?

—Donde tú quieras —levanta mi pie y comienza a llenarme de besos toda la pierna hasta acercase a mi, más específicamente; entre mis piernas —, si quieres hacerlo en la habitación, en la sala, en el sótano o en el bosque no tengo ningún problema.

—En el sótano sería muy raro —él se echa a reír y me toma de las axilas para tirar de mi y quedar esta vez sobre él, con veinticinco centímetros clavados en mi estómago.

—Continúa —dice y besa mi frente.

—Bien... en la sala no me gustaría profanar nuestra sala, en la habitación es muy normal —me mira con una ceja arqueada.

—¿No dijiste que era muy turbio para ti? —le doy una palmada en el pecho.

—En el bosque... no, alguien nos vería, pero... —lo miro a los ojos y él me mira con ese brillo de emoción —, en lo profundo de nuestro jardín no correríamos ese riesgo.

—¿Entonces es un sí?

—No, es un no, ni lo pienses —de repente unas imagines turbias pasaron por mi cabeza y mire a Danton con los ojos entrecerrados —, ¡deja de meter cosas a mi cabeza!

—¿Que te parece eso? —acaricia mi espalda.

—No sé...

—Sí, por la Diosa, te lo estás pensado, ahora quiero escucharlo de tus hermosos labios, muñequita —besa mi frente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.