Mi amada escolta

Capítulo 05. El principio de todo

Zhao Min Do

Si anoche me hubieran dicho que ahora estaría durmiendo junto a Velí, luego de seguirla toda la noche, no me lo creería como en estos momentos.

No pensé que confesarle lo que sentía sería así, y más después de haber escuchado su conversación de ayer en la cocina. Se ve que no han merecido ni un poco de su amor. Pero ahora yo lo haré, aunque sea lo último que haga.

Una sonrisa se dibuja en mi rostro al tener el suyo frente al mío. Me inclino y mis labios rozan los suyos. Mi pulgar se desliza por su mejilla.

Sus ojos se abren lentamente, encontrándose con los míos. Me sonríe levemente y vuelve a cerrar sus ojos.

¿Se volvió a dormir?

Pero no parece estar dormida del todo, porque está susurrando algo. Ni siquiera puedo entender lo que murmura. Da algunas vueltas en la cama y vuelve a abrir los ojos.

—Buenos días —murmuro mientras ella visualiza la habitación.

—Buenos días.

No deja de mirar todo, pensativa.

—¿Sucede algo? —inquiero, tomando su mano entre la mía. Está muy fría.

—No es nada —niega rápidamente—. Voy a mi habitación.

—Dime, ¿qué pasa? —insisto.

Ella vuelve a negar sin mirarme. Trata de levantarse de la cama, pero la detengo sin siquiera pensarlo un poco. Rodeo su cintura, sintiendo lo rápido que late su corazón.

—Si no me dices, no te dejaré ir a ningún lado.

Resopla.

—No creo que haya sido una buena idea haber dormido aquí, contigo —puntualiza lo último.

—Sí lo fue, además los dos lo quisimos —le recuerdo.

—Aun así —musita, observando la pared—. Quiero irme y tomar un baño. Así que, por favor...

—Puedes hacerlo aquí —hago una pausa, acariciando sus brazos—. Puedes bañarte... conmigo.

Suelta una pequeña risa sonrojada y me mira a los ojos.

—No creas. Voy a mi habitación y allí me baño.

Asiento con una sonrisa y la abrazo más fuerte contra mi cuerpo. Junto mis labios con los suyos en un beso profundo y suave que la deja más sonrojada que antes.

Dejo que se levante para irse.

A los segundos, Dalí me viene a avisar que el desayuno está listo en el comedor.

Ya cuando se va, entro al baño y abro la regadera para darme un baño que dura más que los anteriores. Salgo con una toalla en mi cintura.

Decido vestir algo simple y casual, solo para estar en casa: unos shorts negros y una camiseta blanca ceñida a mi cuerpo. Peino mi cabello en una coleta alta bien hecha, me coloco mis aretes y me aplico un poco de perfume.

Ya listo, tomo mi teléfono para salir. En ese mismo instante, me percato de que Velí ha dejado el suyo, así que también lo tomo para poder llevárselo.

Salgo de mi habitación y me dirijo a la de Velí. Toco dos veces hasta que me abre. Ya parece estar vestida. Lleva una falda y una pequeña blusa de tirantes que deja al descubierto su cintura. Su cabello también está recogido en una coleta.

No sé ni qué decir. Esta mujer me tiene estúpido. Se ve hermosa con cualquier cosa que viste. Pero no evito sonreír.

—Te ves muy hermosa —digo, plasmando un beso en sus labios.

Se muerde el labio y mira hacia su habitación.

—Gracias.

—Dejaste tu teléfono —le muestro el teléfono, entregándoselo.

—Muchas gracias, me había olvidado de el.

—Te veo abajo, no te tardes.

Asiente y cierra la puerta. Bajo las escaleras y encuentro a Luoana y a Lan conversando amigablemente en la sala principal.

Ya cuando Velí baja las escaleras y todos pasamos al comedor, esta vez tiene un abrigo que deja ver su blusa.

La mesa está perfectamente servida.

El día se siente sorprendentemente tranquilo y, por primera vez en años, he dormido profundamente. Solo ella parece tener ese efecto en mí. Mi insomnio no se hizo presente en ningún momento mientras dormía con ella.

La observo mientras paladea el desayuno con calma. Hay algo hipnótico en la forma en que sus labios se mueven al beber el café. Cuando nuestras miradas se cruzan, un calor silencioso se apodera del aire entre nosotros. Pero el momento se rompe cuando su teléfono suena.

Ella revisa la pantalla antes de contestar.

—Hola —responde, bebiendo el poco café que le queda.

De pronto, su voz se torna tensa.

—No me lo tienes que decir así —exclama con evidente enojo.

Lan, Luoana y yo intercambiamos miradas de inmediato.

—Con permiso —dice Velí mientras se levanta de su asiento.

Asentimos, pero su expresión ya no es la misma. Camina de un lado a otro frente a nosotros, con el rostro sofocado por la furia.

Lan y Luoana siguen desayunando, mientras que yo observo a Velí. No escucho lo que habla, pero cada una de sus expresiones me hace ver que no es nada bueno.

Una lágrima rueda por su mejilla, pero lo que más me impacta es la risa amarga que le sigue.

Suspira y se lleva el teléfono lejos de su oreja. Está a punto de colgar, pero algo la detiene.

Murmura algo y finalmente cuelga.

Se acerca a la mesa con una sonrisa forzada y los ojos cristalizados, con algunas lágrimas derramadas en su rostro.

—Perdón por molestarlos. Lo siento mucho.

Lan niega con una sonrisa tranquila.

—No te preocupes, no tienes nada de qué disculparte.

—Me retiro. Continúen con su desayuno.

—¿No vas a comer? —pregunto, observando su plato aún con comida.

Me mira antes de dar media vuelta e irse, diciendo que ya no tiene hambre.

Yo la sigo con la mirada hasta que desaparece.

—Ya he terminado, tengo que salir —habla Luoana.

—De acuerdo, cuídate.

Ella asiente y se retira de la mesa.

—¿Qué esperas para ir tras ella y consolarla? —pregunta Lan.

—Nada, solo pienso que quiere estar sola.

Suelta una carcajada y bebe su café.

—Como digas.

Creo que tiene razón, aunque quiera estar sola. Seguro necesita hablar de lo que le pasa y que alguien la escuche, y yo quiero ser ese alguien para ella. No me gustaría que esté sola por ahí.



#1711 en Otros

En el texto hay: romace, trianguloamoroso, guardaespaldas

Editado: 31.08.2025

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