Mi amada escolta

Capítulo 07. Lo inolvidable

Zhao Min Do

A veces, después de buscar algo que nunca pudimos encontrar, nos rendimos y seguimos adelante. Pero luego lo vuelves a encontrar y sientes que por fin podrás ser feliz.

Te arrepientes de haberte rendido y de haber dejado que alguien más entrara en tu corazón, ocupando un lugar que desde hace mucho tiempo pertenecía a otra persona.

Por eso, solo con verla a tu lado ahora, no quieres dejarla ir y solo la quieres contigo. Eso es lo que me pasa a mí. Quiero su corazón, corresponder a su amor y disfrutar de cada una de sus caricias.

Siento que ella es mi cura.

Una sonrisa se dibuja en mis labios y dejo mi brazo sobre mi cabeza, jugando con el teléfono en la mano.

Quiero ir a su habitación y dormir a su lado, porque solo con ella me siento en paz y no tengo insomnio. Intento llamarla, pero no recibo respuesta.

Me levanto y me dirijo a su habitación. Cuando estoy a punto de tocar, escucho unos suaves gemidos que vienen del interior.

Me atrevo a abrir la puerta con cuidado. Ella está concentrada en sí misma, ajena a mi presencia. Entro y me apoyo en el tocador para observarla mejor.

Mi mirada baja y siento el deseo despertar en mí, vuelvo a mirarla con admiración. La veo tocarse suavemente, y sus ojos se cierran con más fuerza mientras su cuerpo se estremece.

Ella cierra las piernas y su mano queda sobre su vientre. Me acerco y susurro junto a ella:

—¿Así de rápido terminó el espectáculo? —tomo su mano y llevo sus dedos a mis labios— ¿No hay más?

Se sobresalta y rápidamente toma la sábana para cubrirse. Su pecho sube y baja con rapidez.

—¿Sabes lo que es la privacidad? —me dice con un rubor leve— Hubieras tocado la puerta.

—¿Y no haber visto lo que vi? —sonrío y niego al mismo tiempo.

Ella pone los ojos en blanco y se deja caer en la cama.

—¿Pensabas en mí cuando estabas sola, tocando te, o en alguien más? —pregunto, tomando sus dedos otra vez.

—No creo que eso te importe...

—¿Pensabas en mí? —insisto—. Responde, con la verdad.

—Sí, ¿te molesta?

Sonrío y ella desvía la mirada.

Quito la sábana y la lanzo a un lado de la cama mientras la observo atentamente. La emoción crece en mí y la tomo, sentándola en mi regazo sobre la cama.

Un jadeo suave escapa de sus labios al sentir mi erección.

Llevo un mechón de su cabello detrás de su oreja y le doy un beso tierno en el cuello antes de unir mis labios a los suyos. Ella no se aleja, solo corresponde con dulzura y sus brazos rodean mi cuello.

Su piel roza mi pecho, buscando mi atención, que le doy con caricias suaves.

Nuestros labios se encuentran en un beso cálido y lleno de deseo contenido. Nuestra respiración se mezcla y nuestras lenguas juegan con delicadeza.

El calor recorre mi piel. Mi cuerpo anhela el suyo, deseándola tanto como ella me desea. Dejo que mis dedos acaricien su cabello despeinado.

Sus manos exploran mi cuerpo con delicadeza y confianza. Cuando acaricia mi espalda, un suspiro suave escapa de sus labios, seguido de un leve gemido al sentirme.

—No me molesta que pienses en mí —aseguro, viendo cómo su pecho se mueve—. Me molesta que no me hayas buscado.

Hace una mueca y baja sus manos de mi cuello.

—Espero no encontrarte así la próxima vez que venga a tu habitación —digo con una sonrisa—. El placer que necesitas, yo te lo puedo dar.

Le arranco un jadeo al pellizcar sus pezones.

—¿Me escuchaste? —pregunto.

Asiente.

—¿Qué te he dicho, Velí?

—Sí —responde con una sonrisa tímida—. Te buscaré para que me des el placer que necesito.

Con una sonrisa, acaricio su piel y ella deja caer su cabeza hacia atrás. Me inclino lentamente y mi boca recorre su cuello con suavidad.

Aprieto su cintura y la acomodo sobre mí, moviéndola con cuidado. Me mira jadeante y sonriente, mientras rodea mi cuello para sostenerse mejor.

Me gusta la forma en que sus ojos buscan los míos sin dejar de mirarme ni por un segundo, esa manera en que me sonríe y se muerde los labios para contener sus suspiros. Sus dedos se entrelazan con mi cabello con facilidad cuando acaricia mi cuello.

Mi mano se pasea por su espalda y luego le doy un beso suave y prolongado en la frente.

—¿Para qué habías venido antes? —pregunta de repente.

—Venía a dormir contigo —murmuro sin alejar mis labios de su frente—, porque solo junto a ti mi insomnio se calma.

Un suave sonido escapa de su garganta.

—Perdón, no venía, vengo a dormir contigo —corrijo.

Me acomodo en la cama, con ella aún sentada en mi regazo. La retengo sobre mí al verla querer levantarse.

—Quiero ponerme algo para dormir —avisa queriendo irse.

—Quédate así.

Abre la boca para protestar, pero la cierra con una mueca. Pasea sus manos por mi abdomen y se acuesta sobre mí. Dejo una de sus piernas entre las mías.

Mis labios quedan sobre su frente.

Una de sus manos toma mi mejilla y la acaricia con tanta delicadeza, mientras su pulgar se pasea por mi ceja. Su mano libre atrapa la sábana y la deja sobre ella, cubriéndose.

La cubro bien y mi mano queda sobre su espalda baja, dibujando círculos lentamente.

---

—Ven, siéntate conmigo —acerca una de las tazas frente a mí—. Si quieres algo más, solo dímelo.

—No, gracias.

Es la primera vez que alguien se interesa tanto en mis gustos. Siempre me han criticado por mi amor por el té: "¿Solo sabes beber té?", "¡Me tienes loco con el té!", "¿No te cansas de beber té todo el tiempo?". Para muchos es un problema, pero con Min Do es diferente. Él no solo respeta mi amor por el té, sino que lo comparte conmigo, y eso me hace inmensamente feliz.

—Muchas gracias —susurro casi para mí misma.

—¿Por qué me agradeces?

—Supongo que por beber té conmigo.

Una dulce sonrisa se dibuja en su rostro, y deja un beso suave en mi frente.



#1227 en Otros

En el texto hay: romace, trianguloamoroso, guardaespaldas

Editado: 12.08.2025

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