Mi amada escolta

Capítulo 08. Podría ser mejor

Zhao Min Do

—La próxima vez, sin duda te ganaré —responde Sinming con seguridad.

Suelto una risa burlona mientras peino mi cabello hacia atrás.

—Sinming, deja de repetir siempre lo mismo. Yo terminaré ganando.

—Porque seguro tienes suerte.

—Sí, la que no tienes.

Recogimos nuestras cosas y cruzamos el amplio campo de golf hacia el lobby.

—¿A dónde irás ahora? —no deja lo curioso.

—Al spa.

Tomamos el elevador para llegar al spa.

—¿Vas a tomar un spa? ¡Qué bien! Iré contigo, amigo.

—No, voy a buscar a alguien.

Al salir del elevador, caminamos por el pasillo hasta encontrar a Velí recostada en la pared, concentrada en su teléfono. Sus dedos se mueven con rapidez sobre la pantalla, ajena a nuestro entorno.

—Entonces estás acompañado —habla Sinming con una sonrisa burlona.

—Velí.

Ella alza la vista, dedicándome una pequeña sonrisa antes de acercarse a abrazarme. Sus labios rozan los míos en un beso suave.

Sinming se queda mirándonos con sorpresa, tapándose la boca con la mano. Velí lo observa confundida hasta que él reacciona, extendiendo su mano.

—Un gusto, Dan Sinming. Soy amigo de Min Do.

—Velí Rine, encantada.

—Mi novia —completo con firmeza lo que ella no ha dicho.

Sinming asiente y me palmea la espalda.

—Mi hermana estará devastada cuando se entere.

—Puedes darle consuelo como el buen hermano que eres —respondo en tono despreocupado.

—¿Puedo saber quién es tu hermana? —pregunta con evidente curiosidad.

—Dan Ninxiao.

—Ya veo. Gracias.

Velí mantiene la mirada seria, aunque no parece enojada.

—¿Cuánto tiempo estarán aquí?

—Solo por hoy —confirmo.

—Tengamos una cena o comida algún día, si les parece.

—Lo pensaré y veremos cuándo.

Nos despedimos con un apretón de manos y nos dirigimos a nuestra suite.

Velí se sienta en la cama, nuevamente absorta en su teléfono, mientras yo la observo desde el sofá. Su piel luce suave y luminosa, y su rostro fresco tiene esa perfección que siempre me deja sin aliento. Puedo notar que percibe mi mirada, pero no se digna a devolverla.

Decido acercarme y sentarme a su lado.

—¿Qué sucede, celosita?

—¿Celosita? —pregunta divertida.

—Sí, eres mi celosita. ¿No te gusta?

—Me encanta ser tu celosita.

La acerco a mi cuerpo en un abrazo cálido.

—No te dije que Ninxiao ha estado enamorada de mí durante años para que no estuvieras más molesta. Perdóname, celosita —le susurro acariciando su espalda.

—Está bien, mi amor. No importa —responde con ternura, elevando su rostro hacia mí.

Velí inclina mi rostro y me besa suavemente. Ese simple gesto encendió algo en mí, un remolino de emociones que me hace perder la noción del tiempo. Sus labios son el refugio perfecto, el lugar donde todo encaja.

—¿Vamos a las aguas termales más tarde? —propongo, acariciando su cabello.

—De acuerdo, baby.

Se acomoda entre mis brazos, y yo la mantengo cerca, sintiéndome el hombre más afortunado del mundo. He encontrado en ella algo más que amor.

Velí es única, insustituible, y no hay nadie más con quien quisiera compartir mis días.

No me importa cuántas veces repitiera lo mucho que me encanta estar con ella, jamás me cansaré de hacerlo.

Alcanzo el teléfono de la mesita de noche sin apartarme de Velí.

Veo un mensaje de Zan desde las notificaciones. Entro al chat para ver qué dice.

Zan: Señor, sé que no debería molestarlo, pero debe recordar que mañana antes de venir a la empresa debe pasar a revisar los últimos ajustes del auto para la carrera.

Se me estaba olvidando que le había dicho a la mecánica que iría a revisar todo cinco días antes de la carrera. Ya se está acercando y debe estar todo listo para cuando llegue el día. Un solo error puede llevar todo a la borda y no me lo puedo permitir por nada del mundo, porque no solo se trata de mí, sino también de aquellas personas que se toman el tiempo para organizar todo, de aquellos que me apoyan y confían en mí. No me iba a dar el lujo de defraudar a ninguno de ellos, ni siquiera a mí mismo.

Estaré allí a las ocho y treinta.

Zan: De acuerdo, señor. Feliz resto del día.

Dejo el teléfono sobre la mesita.

—Min Do —capta mi atención.

—Sí, celosita.

Ella se levanta de la cama.

—¿Qué esperas? —pregunta—. Ya pasó como una hora desde que dijiste que más tarde iríamos a las aguas termales.

Suelto una risita, levantándome de la cama.

—Entonces, ¿vamos ahora?

Asiente, afirmando.

Guarda unos trajes de baño en una bolsa que coloca sobre sus hombros.

—Ya, vamos.

—A sus órdenes, señorita —digo, sarcásticamente.

Salimos de la suite directamente al ascensor del frente, que nos deja en el lobby.

Caminamos durante tres minutos hasta llegar a las aguas termales. Nos colocamos los trajes de baño. Velí trae un bikini de dos piezas de color negro, dejando a la vista sus perfectas curvas y cintura. Mientras que yo traigo un bañador.

Entramos a las aguas termales, Velí y yo nos relajamos tranquilamente mientras cerramos los ojos. Ella se mantiene a mi lado, nuestros dedos se entrelazan entre sí bajo el agua.

Los minutos pasan y todavía estamos allí.

Me siento relajado y tranquilo, al igual que ella. Puedo notar cómo sus facciones están más relajadas, no está ni seria ni enojada; sus ojos sonríen como nunca. Se nota que lo necesitaba tanto como yo.

Unas chicas se acercan con sonrisas tímidas, pero muy emocionadas. Puedo ver cómo tiemblan al acercarse cada vez más.

—¡Min Do! —exclaman al unísono, las cinco.

Asiento, confirmando lo que han dicho.

—¿Podrías… por favor… darnos unos… autógrafos? —tartamudea la más bajita de todas—. ¿Y unas… fotos?

Firmo las libretas que me entregan, cada una de ellas agradece con una amplia sonrisa. Velí toma el teléfono y me toma las fotos con las chicas.



#1147 en Otros

En el texto hay: romace, trianguloamoroso, guardaespaldas

Editado: 13.07.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.