Mi amada escolta

Capítulo 12. Otra vez en casa

Velí Rine

San Juan, Puerto Rico.

Respirar el aroma de mi ciudad después de algunos años me hace feliz como nada en el mundo. No hay nada más emocionante que volver a ver a las personas que más quiero. No puedo evitar sonreír y, al mismo tiempo, querer llorar de la emoción. Pero prefiero guardarme las lágrimas para cuando los vea.

Desde lejos puedo ver a Miguel esperando junto a los demás hombres que la abuela envió para llevarme a casa. Se acerca.

—Cuando llegues, me llamas —murmuro, abrazando a Min Do—. Ya han venido por mí.

—Cuídate mucho, mi amor.

Mi sonrisa se ensancha.

—¡Bienvenida a casa, señorita! —exclaman todos al unísono.

—Muchas gracias, chicos —me entregan los tulipanes—. Los extrañé mucho.

—Todos lo hicimos —Miguel es quien habla—. ¿Dónde están tus maletas?

—Están allí —digo, señalando las maletas grandes.

Abrazo a Min Do, inhalando su aroma fuerte y embriagante.

—Miguel —lo llamo, sosteniendo la mano del hombre a mi lado—. ¿Trajiste a mi bebé?

Le da una señal a uno de los hombres y, segundos después, escucho rugir a mi niña. Suelto a Min Do y me acerco, admirándola luego de tanto tiempo. Sigue igual que como la dejé antes de irme, brilla como siempre. Me entregan el casco con mi nombre en la parte de atrás y llegan otras dos motos al lado. Los saludo con un abrazo y vuelvo con Min Do para despedirme de todos.

Me subo a la moto, colocándome el casco y posicionándome junto a Daniel y Lángel. El motor ruge y vamos a toda velocidad. La sangre me hierve de emoción, al igual que mi corazón late con fuerza por la adrenalina. Pasamos semáforos sin importar cuántas multas nos reporten. Los dejo muy atrás a todos y me desvío por la ruta más corta para llegar a casa lo más rápido posible.

Con solo el rugir del motor, el gran portón de la casa se abre dándome la bienvenida. Puedo ver las caras nuevas de los hombres que la custodian, así como algunas caras familiares. Entro con el casco bajo el brazo mientras juego con las llaves en mi mano y la respiración más alterada que nunca.

Todas las criadas llegan a mí con esas sonrisas que he extrañado tanto. Son parte de las personas que más me quieren, y eso nadie ha podido cambiar.

Mi nana no está en casa, al igual que la abuela, así que no pido que suban las maletas y voy directo a mi habitación.

Mi habitación no ha cambiado nada, al igual que mis cosas. Todo está exactamente como lo dejé, solo que más limpio, sin una pizca de polvo.

Me cambio a algo más cómodo y me tiro en la cama. Aviso a las chicas y a Luis que ya llegué bien a San Juan y que ahora necesito descansar después del largo viaje. Están preparando todo para volver, y no saben lo feliz que estoy de verlas otra vez.

No sé cuánto tiempo dormí, solo sé que en cuanto mi cabeza tocó la almohada, me quedé fuera de combate después de hablar con mis mejores amigas.

El olor del café invade mis fosas nasales y me levanto de golpe, sintiendo un leve mareo. Pero no me detengo y bajo los escalones, encontrando a mi nana y a mi abuela charlando. Me acerco en silencio y me paro detrás de ellas, esperando a que terminen de hablar.

Después de tenerme parada como tres minutos, finalmente se dan cuenta de que estoy ahí, y no dudan en abrazarme con todas sus fuerzas. Veo sus ojos enrojecidos, y en cuanto me ven, las lágrimas vuelven a derramarse. No puedo evitar romper en llanto también, sintiéndome una niña otra vez en sus brazos.

—Las extrañé tanto —digo entre sollozos, sin soltarlas.

—Ay, mi niña —mi nana toma mi rostro en sus manos, repasándome de pies a cabeza—. Estás tan flaca, te dije que comieras más.

—No me obedeciste, señorita —añade la abuela con tono regañón.

—Es que no me gustaban las comidas que me daban, y ustedes saben cómo soy.

Las dos sueltan una carcajada, limpiando sus lágrimas, y yo hago lo mismo, sonriendo tímidamente.

—No te preocupes —mi abuela toma mis manos entre las suyas—, hoy te vamos a preparar todo lo que te gusta.

—Sí, mi niña Velí.

Asiento con una sonrisa. Esta felicidad no la cambio por nada. Este día es uno de mis favoritos, y jamás quiero olvidarlo. No quisiera volver a irme de mi casa, pero tengo que trabajar para conseguir todo lo que quiero.

Arrastro una de mis maletas y me siento en el suelo, sacando los regalos que traje para mi abuela y mi nana. Sus sonrisas son tan hermosas que me llenan el alma. No saben cuánto me alegra verlas así. llamo a las mucamas. Para mí nunca lo fueron, siempre las vi más como mis amigas.

La primera en acercarse es Ana María, y le entrego su regalo. Lo recibe con una sonrisa genuina. Luego, una por una, todas van recibiendo sus obsequios con cariño y me dan un abrazo como muestra de agradecimiento.

No lo hago esperando nada a cambio. Todo lo doy de corazón, porque las quiero y las valoro. Son mi familia. Me cuidaron, me ayudaron a crecer y siempre estuvieron ahí cuando las necesité.

Todavía quedan regalos en la maleta, así que llamo a Miguel y le pido que los reparta entre los chicos de seguridad. Él asiente, agradecido, y se va a cumplir con la tarea.

Suelto un suspiro de alivio y felicidad.

—Mis otros nietos también han llegado de China —dice la abuela, sentándose a mi lado.

—Que bueno.

—Están afuera —responde, mirándome atentamente con una sonrisa—. Y como te había dicho antes, quiero que te cases con mi nieto menor.

Suelto una risa baja.

La abuela siempre ha estado con esa idea desde que era una niña. Quiere que sea parte de su familia por medio del matrimonio, aunque ya me considera como una nieta. Y yo soy feliz de tenerla conmigo después de la muerte de mis padres.

—Pero, abuela… ¿y si tu nieto no quiere casarse conm...

—¿Cómo no me casaría con una mujer hermosa como tú? —me interrumpe la voz masculina.—. Sería el hombre más afortunado del mundo —añade con una sonrisa confiada.



#1139 en Otros

En el texto hay: romace, trianguloamoroso, guardaespaldas

Editado: 24.08.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.