Me detengo en el pasillo, frente a la enorme foto familiar en el cuadro. Ese fue uno de los momentos más felices de nuestra familia, y cómo quisiera volver a esos tiempos. En ese entonces, mi mamá seguía viva y el cáncer no estaba interfiriendo con su salud. Los padres de Velí, la madre de Jhan y el señor Eduardo también estaban, quienes eran las personas más amables que he podido conocer.
Ellos nos aceptaron como parte de la familia luego de perder a nuestros familiares más preciados e importantes. Me criaron como una niña de bien, con educación, creencias, respeto, entre otras cosas. No tengo forma de agradecer lo mucho que han hecho por todas nosotras. Gracias a ellos, nunca faltó nada; trataron de desaparecer esa ausencia de nuestros padres con todo su amor hacia nosotras.
Paso mis dedos sobre la pintura y dibujo una pequeña sonrisa con mis labios.
Bajo, encontrando a todos charlando agradablemente en el gran salón.
—Te tardaste mucho —comenta Velí, tomando mi brazo al sentarme a su lado—. ¿Encontraste lo que buscabas?
Solo sacudo la cabeza, bajo la mirada de todos.
—¿Estás bien? —pregunta Jhan, colocando su mano en mi frente—. Estás algo caliente.
—Debe ser por la temperatura —creo—, pero de verdad estoy bien —les confirmo con una pequeña sonrisa.
—Mira, estos los dejó José Antonio para ti —me señala las cajas en la mesa.
—Qué mal que no lo vi.
Velí asiente y deja mi cabeza en su pecho, abrazándome dulcemente, como siempre que sospecha que hay algo mal conmigo. Jahn toma mis manos y las acaricia con tanta delicadeza que puedo creer que hay algo mal conmigo y no lo sé.
No entiendo por qué hacen esto, pero me encanta tener sus mimos de vez en cuando.
—Si te sucede algo, no dudes en decirlo —murmura Velí solo para las tres—. Estamos aquí.
—No lo haré, lo sé.
Asienten brevemente.
Cierro los ojos, escuchando la conversación entre Velí, sus cuñados y Jhan.
Puedo ver que está mucho más feliz con Min Do y eso me alegra. Nos gusta verla feliz con alguien que sí sepa valorar su amor, aunque después de ocho años le corresponda su amor.
Ojalá alguien valore el nuestro en algún momento.
Suelto una risita, solo para mí.
Jhan deja su rostro en mi pecho y no dejo que se aleje. La abrazo, al igual que Velí lo hace conmigo.
Abro los ojos y me encuentro fijamente con los de Lan. Le sonrío y él corresponde de la misma manera.
—Deberíamos salir un día de estos —dice, sin dejar de mirarme.
—Estoy de acuerdo. ¿Por qué no vamos a la playa? —propone Velí.
Los nenes chillan de emoción a un lado y empiezan a saltar alegres.
—Creo que sería bueno, extraño ir —asiento a las palabras de Jahn.
—Pero vamos cuando los tíos y mi hermano regresen.
—¿Qué ha pasado con Emiliano? —pregunto curiosa.
—Pues casi nunca me responde. Está bien ajorao con el trabajo de su pai.
Asiento.
En esta casa siempre tuvimos un crush que se fue y nunca le pudimos confesar nuestros sentimientos. A mí con Emiliano, a Velí con Min Do y a Jahn con José Antonio.
En la infancia éramos unas ojos alegres nivel mundial. Todo el que veíamos nos gustaba y nos volvíamos locas.
Enciendo mi teléfono y lo primero que veo son las notificaciones con los mensajes de Cristóbal.
Me masajeo la sien con algo de frustración.
Entro al chat, encontrando innumerables mensajes que solo respondo con un: búscate algo mejor que hacer.
El muy inútil no tarda en responder:
Quiero verte. Ahora.
Bloqueo su número inmediatamente para que no me siga escribiendo.
¿En qué estaba pensando cuando decidí enamorarme y meterme con el imbécil este?
Siento un desprecio insaciable por él y, al mismo tiempo, por mí. Por ser tan estúpida y no saber alejarme cuando era necesario, por dejar que me usara como un títere a su antojo y por no escuchar cuando me decían las cosas por mi bien.
Odio.
Dolor.
Miedo.
Siento muchas cosas que no sé expresar en estos momentos, pero solo algo consume mi ser, y es el odio que tengo.
Su set es impresionantemente bello, como siempre lo deseó. Un poco similar al mío.
—Voy a subir esto.
Asentimos y ella sube rápidamente las escaleras con todo en mano.
Recogemos lo nuestro y una de las chicas nos ayuda a subir todo a nuestras habitaciones.
Observo a mi cuñado a punto de matar a alguien.
Sacudo la cabeza, resoplando.
—Se siente el olor a vinagre en el aire —digo.
—¿Vinagre? —inquiere Jahn a mi lado.
Asiento.
Ella dura unos segundos antes de comprender y suelta una risita disimulada antes de decir:
—La verdad que sí, es bien fuerte.
Todos nos observan sin entender nada y solo nos encogemos de hombros.
Su teléfono suena unos minutos después y él sube rápidamente.
Suelto una carcajada y Jahn no duda en seguirme, igual que los otros dos hombres en el salón.
—Deben aprender a disimular un poco —dice Lan, sonriendo.
Reacciono luego de unos segundos.
—Es algo que yo, Dhane, no sé hacerlo —le guiño.
Él ríe, peinando su cabello hacia atrás, y yo solo miro a otro lado.
—La verdad que no servimos pa’ disimular —añade Jahn.
—Pero la verdad es que nuestro hermano estaba por matar a alguien —Lin es quien habla ahora—. Esperemos que esta vez no terminen mal.
También espero que no terminen mal, la verdad. Pero seguro Velí lo podrá manejar como anillo al dedo.
—Ojalá, no voy a soportar el malhumor de Min Do otra vez —se queja el hombre de enfrente—. No ha pasado ni una semana siquiera.
—Estoy de acuerdo.
—Así que crucemos los dedos.
Cruzo los dedos como dijo Jahn, seguida por ella, y cierro los ojos unos segundos.
—Crucen sus dedos.
Asienten y cruzan los suyos, cerrando los ojos como nosotras.
Rodeo mi brazo con el de Dhane, cruzando mis piernas. La miro y una sonrisa aparece en su rostro.