Mi amada escolta

Capítulo 20. Advertencia

Velí Rine

Al entrar, alguien se me acerca y me guía hasta la habitación y se retira. Dudo un minuto antes de tocar la puerta, imaginando que ese imbécil está allí dentro.

Otro hombre me abre la puerta y termina saliendo junto a otros cinco más. Termino entrando, encontrándolo frente a mí con esa estúpida sonrisa como si hubiese triunfado.

—Oh, ternura. Viniste —dice.

—¿Qué quieres, Jorge? —voy al punto.

—Muy directa —le da un sorbo a su bebida—. ¿En serio quieres saber qué quiero?

Me cruzo de brazos, dándole una obvia respuesta.

—Quiero que te alejes de ese hombre —suelta, dando pasos lentos.

—¿Por qué tengo que hacerlo?

Suelta una carcajada, pareciendo un ridículo por lo falsa que es su risa.

Se coloca frente a mí, a un paso de distancia. Levanto el rostro para verlo mejor y dejar que siga burlándose.

Se inclina hacia adelante.

—La respuesta es obvia —murmura cerca de mi oído—. Si no te alejas de él, lo voy a matar. Y va a ser por tu culpa.

Trato de no mostrarle ninguna reacción por parte de mi cuerpo al tener los nervios de punta.

—Te advierto que si algo le vuelve a pasar a Min, te juro que te vas a arrepentir —espeto, mirándolo a los ojos—. No volveras a matar a alguien que amo, para estar contigo.

—Estás muy agresiva —se burla—. ¿Qué vas a hacer si le pongo un dedo a tu novio? ¿Vas a llorar como cuando le quite la vida a...?

Mi palma impacta contra su mejilla, evitando que lo mencione.

—Te prohíbo que tú sucia boca lo mencione —siento un opresión en el pecho—. Pruébame y verás lo que haré si le haces algo más a Min Do.

No le tengo miedo, y no voy a dejar que nadie le haga daño a Min. Y mucho menos a las personas que quiero y amo. Es mejor que no me busque, porque me va a encontrar, de veras.

—Entonces que así sea. No quiero verte arrepentida después.

—Solo recuerda que me vengaré, por quitarme lo.

Salgo y tiro la puerta con todas mis fuerzas.

Lo fuerte se acaba y no puedo más.

Siento un nudo en la garganta, siento que me falta el aire al recordar las amenazas de Jorge. No podría perdonarme si algo le llegara a pasar a Min Do, al igual que no me perdono lo de él.

Siento un dolor de cabeza horrible, el aire se me está yendo. Estoy agitada, con el corazón a mil, con miedo de que se repita.

Me entregan el carro y no tardo en montarme y salir de allí lo más antes posible. Doblo en la primera esquina y termino quedándome frente a una señora que vende agua. Le pido algunas botellas y trato de tranquilizarme, pensando que todo es mentira y que nada le va a pasar.

Pero... no puedo

Los ojos me arden demasiado, haciéndome soltar las lágrimas que me he aguantado desde que salí del hotel.

No entiendo por qué no puedo ser feliz con la persona que amo, y más ahora.

Ni siquiera tengo fuerzas para tomar la llamada de Min. Aunque sé que se puede preocupar, no me siento en condiciones para responder. No quiero que me escuche llorar y se preocupe.

Acaricio mi vientre y lloro con solo pensar que mi hijo se puede llegar a quedar sin su padre un día de estos. Y solo por mi culpa. Por amarlo tanto y que no puedan respetarlo ni dejarnos ser felices como se debe.

Pero, no me importa lo que deba hacer, tengo que protegerlo como pueda. No importa si al fin tenga que dejarlo para que viva, lo haré.

Trato de recomponerme, bebiendo una botella de agua de un solo trago. Me limpio el rostro y desaparezco toda lágrima que había derramado. No puedo llegar a la casa y que todos me vean devastada ni darle preocupaciones a Min.

Me pongo el cinturón y enciendo el carro sin ánimo de contestarle los mensajes ni las llamadas al hombre que amo. Lo único que quiero es llegar, encontrarlo en casa y abrazarlo con todas mis fuerzas.

Noto que hay dos carros siguiéndome desde atrás, pero solo reconozco el de los hombres de Min. El otro no sé... y tengo la sospecha de que es el inútil de Jorge.

Mantengo la misma velocidad y los dejo que me sigan.

En unos minutos llego a la casa, pero no veo a Min. Pensé que estaría aquí, más con tantas llamadas y mensajes que me ha dejado. Pero no.

Saludo a Dalí en la entrada, subo los escalones y entro directo a la habitación. Me quito el hoodie y lo dejo junto al bolso.

Ni termino de acomodarme bien en el sillón columpio cuando Min entra de golpe, tirando la puerta con rabia.

—Min. —me paro y camino hasta él—. ¿Qué pasa, baby?

—¿Dónde estaba tu teléfono? —pregunta serio, y le señalo el bolso que traía conmigo—. ¿Qué hacías cerca del hotel Soledad? ¿Y por qué no me contestabas las llamadas?

—Nada, solo pasé por ahí. Además, no escuché —miento.

—Linda, no me digas embustes.

Sacudo la cabeza y lo abrazo, buscando calmarlo. Siento cómo sus brazos me envuelven y su respiración agitada me da directo en el oído.

Dios, cuánto necesitaba este abrazo. Sentirlo aquí conmigo, sano y salvo... me da vida.

—Estaba preocupado, linda —susurra, tomando mi cara entre sus manos.

—Lo siento mucho, baby. No quería preocuparte.

Planto un beso sus labios.

—No vuelvas a salir así de la casa, linda —pide.

Asiento.

Lo beso y, como siempre, él le mete esa intensidad que me derrite, pegándome a su cuerpo. Rodeo su cuello justo cuando él mete su lengua, buscando la mía en esa guerra de pasión que solo él sabe provocar.

Por unos minutos me olvido de todo. Él me ayuda a dejar atrás todas las preocupaciones que tengo.

No sé ni cómo ni cuándo, pero ya estamos en la cama, y Min parece una maldita bestia hambrienta. Pero, por lo menos no me está aplastando... se acuerda de su hijo.

Lo empujo suavemente para tomar un respiro, y él aprovecha para besarme el cuello. Cuando nuestros ojos se encuentran, hay un deseo encendido en los suyos que me hace estremecer.

Baja despacito hasta mi pancita, y una sonrisa se le dibuja en sus labios antes de dejar varios besitos por ahí.



#1214 en Otros

En el texto hay: romace, trianguloamoroso, guardaespaldas

Editado: 12.08.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.