Mi amada escolta

Capítulo 23. Trillizos en camino

Zhao Min Do

—¿Entonces ya está todo listo para poder casarnos en dos semanas? —le inquiero al padre.

—Sí, hijo. Todo está listo —responde.

—Le agradezco mucho, padre.

—Estoy encantado de unirlos en matrimonio, hija mía —le dice.

Ella sonríe.

Envuelve mi brazo dulcemente y puedo sentir su emoción por todo esto.

—Ya que todo está listo, nos vamos.

Nos da un asentimiento, y le correspondemos de la misma manera.
Salimos de la iglesia.

Le hago una seña para que traigan el auto.

Rodeo la cintura de Velí y me giro frente a ella. Me inclino a besar sus labios con dulzura. Ella corresponde tiernamente y toma mi rostro entre sus manos. Sus labios tocan los míos y no dudo en morderlos suavemente.

—¿Estás feliz? —susurro.

—¡Estoy muy, muy feliz! —exclama.

—¿Y por qué estás feliz, linda? —rozo su brazo.

—Obvio que porque me caso —rodea mi cuello—, con el amor de mi vida.

Río, arqueando mi sonrisa.
Beso su coronilla y ella besa mi mejilla.

Bajamos directo al auto y le abro la puerta para que entre primero. No tarda en arrancar el auto y tomar la calle principal.

—La abuela nos invitó a cenar esta noche, linda —le aviso—. Y que también nos quedemos a dormir.

—Así aprovechamos y les llevamos las invitaciones para nuestra boda, baby —dice con una radiante sonrisa.

—Sí, linda —me acerco a su oído—. Cómo me encanta verte esa hermosa sonrisa, mi amor.

Sus ojos se achinan y se inclina a mi lado. Su aliento choca con el mío y mis ojos no dudan en bajar a observar sus lindos labios rosados.

—Y a mí —me deja un beso— me —vuelve a besar— encantas —me besa dulcemente— tú, baby.

—Hijueputa —chillo— ¡cómo me fascinas!

Se muerde los labios de una forma tan sexy, que me hace tomarla de la nuca y besarla.

Me abraza y deja su rostro en mi cuello, con su nariz rozándome con tanta suavidad. Hasta que su teléfono suena y tiene que alejarse para contestar. Veo el nombre aparecer en la pantalla y se lo lleva a la oreja, dándome una sonrisita.

Planto un beso en sus nudillos y los acaricio con mi pulgar.

No tarda mucho hablando por teléfono y lo guarda, volviendo a mi cuello igual que antes. Escucho su risita salir tan tiernamente, y luego me informa:

—Era Alexander, recordándome que debo ir para ecografía.

—Bien, ya estamos llegando, linda.

Asiente.

Rodeo su cintura, acariciando su espalda despacio. Sus manos suben a rodear mi cuello con sus dedos en la raíz de mi cabello. Besa mi cuello, luego de haberle dejado un beso en la mejilla.

Mi mano va a su pancita. No dejo de imaginar el momento en que empiece a crecer.

Por más que desee tener una pequeña niña, anhelo tener un hijo al cual pueda criar, cuidar, amar y enseñar. Que el día que yo no pueda estar a su lado, él pueda cuidar a su madre así como lo haría yo.

Una sonrisa se dibuja en mis labios.
Ya estamos a unos segundos del hospital. Acomodo a Velí y le llevo los mechones detrás de la oreja.

Salimos del auto y vamos directamente al hospital, pero me detengo antes de subir al elevador. Hago que mi hombre se acerque y me informe lo que pasa. Le doy un asentimiento y subo con Velí al elevador.

—Baby —me abraza—, ¿qué sucede?

—No es nada, linda. No te preocupes.

—Bueno... —hace una mueca.

Planto un beso en su frente y entrelazo nuestros dedos.

—Sabes, linda —le susurro al oído, y ella levanta un poco el rostro—, realmente espero que nuestro bebé sea un niño.

Me mira de esa forma, cuando no está segura de mis palabras. Una risita sale de sus labios suavemente, y se aleja un poco para tomar mi rostro y mirarme bien.

—¿Qué sucede? Digo la verdad, linda —le digo.

—¿Dónde está ese hombre que quería una niña? —pregunta sin creerlo.

—Aún quiero una niña —la acerco—, pero también un niño tuyo y mío.

—Lo sé. Me di cuenta, baby.

Arqueo una ceja y me jala fuera del elevador. Vamos a la recepción y nos dejan pasar al consultorio.

Le estrecho la mano a Alexander y pasa a hacer lo mismo con Velí. Le saco la silla para que se siente, pero él dice que no.

—Pasa a la camilla —pide—, hay que ver cómo se encuentra tu bebé.

Ríe a lo bajo y la ayudo a subirse a la camilla. Me coloco a su lado.

La imagen de su pancita aparece en la pantalla. No evito sonreír, y ella se gira a verme. Su mano envuelve la mía suavemente. Sus latidos se escuchan tan pequeños.

Veo la cara de sorpresa del hombre, y cuando estoy a punto de preguntar, lo hace Velí.

—¿Qué sucede, Ale? —se escucha nerviosa—. ¿Está todo bien?

—Tranquila, todo está bien. Solo que no está solo —responde.

—¿Cómo que no está solo? —hablo.

—No —hace una pausa—. Son dos... No, son tres.

Miro a Velí, y ella se encuentra confundida.

—¡Felicidades! ¡Serán padres de trillizos! —exclama emocionado.

Aprieta mi mano y se lleva la suya a la boca por la sorpresa.

Yo ni siquiera puedo creer que mis primeros hijos serán trillizos. Me siento feliz, emocionado y algo más que no puedo describir, pero me gusta.

Sonrío, sintiéndome el hombre más afortunado del mundo.

—Es tan lindo que vayamos a tener trillizos, Min’er —la escucho susurrar.

Me inclino a su lado y le digo:

—No es lindo... es hermoso y lo que le sigue, linda.

Veo cómo la primera lágrima desliza de sus ojos y la limpio de inmediato.

Me sonríe y toma mis labios en un dulce y tierno beso. Acaricio su mejilla y le dejo un beso, susurrándole un “te amo”.

La ayudo a bajar de la camilla y se sienta en una de las sillas. Me quedo parado detrás de ella. Toma mi mano entre las suyas y sube la mirada para sonreírme.

—Ahora debes cuidarte y alimentarte el triple, porque ya no es un solo bebé el que llevas, sino tres —nos observa a los dos como si fuera una orden.



#1711 en Otros

En el texto hay: romace, trianguloamoroso, guardaespaldas

Editado: 31.08.2025

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