Mi amante, el príncipe de jade.

En la mira.

 

 

 

No sabía lo que me estaba pasando, me sentí tan extraña, confundida tal vez, era un demonio de guerra, nací para matar y destruir, mi ascendente es la titano boa albina, representa mi esencia salvaje y cruel, frívola y sangrienta, se supone que me inclino por el mal, por la violencia y la oscuridad, pero me interesan más cosas, no solo la destrucción, cuando era una niña, me metía a las aldeas con mi hermano y asesinábamos todo a nuestro paso, devorábamos carne humana, aun a escondidas de la princesa con el pretexto de traerle regalos, jaja, aunque al final no le gustaban las extremidades, especialmente los dedos, era muy traviesa y muchas veces fui insensible, pero ahora…siento que he cambiado.

Comienza a importarme mi apariencia física, he comenzado a tener deseos, sueños inmorales que me hacen sentirme avergonzada y me da pena contárselo a mi hermano o a Lilith y ni hablar de decírselo a la princesa, eso haría que la cara se me callera de vergüenza.

Mi cuerpo también cambió de repente, ahora tengo los pechos del tamaño de unos melones, es vergonzoso, mis caderas también crecieron y mi cintura es estrecha, Lilith dice que debería sentirme afortunada por mi apariencia, quizá no sea tan malo, pues parece que a los hombres les gustan las mujeres así, pero yo no soy una mujer, soy un demonio que quiere ser humana…una serpiente albina que desea todo lo que como humana podría poseer, un amor como el de mi ama o el de Lilith, una familia, un bebé…y un alma…

 Que codiciosa debo ser para añorar cosas imposibles, al convertirme en adulta, me atraje todas estas tentaciones, todos estos sueños equivocados ¿Quién querría amar a un demonio como yo? Mi cabello es blanco y mis ojos rojos como la sangre que alguna vez derramé, soy horrible, aunque la gente me diga lo contrario, por dentro soy horrible.

Beel se encontraba sola caminado en los jardines que le pertenecían al príncipe Emir, miró a todos lados para ver si Emm no la estaba vigilando, pues siempre quería estar junto a ella, pero aveces Beel necesitaba estar sola, especialmente cuando quería pensar.

Al cerciorarse de que se encontraba completamente sola, decidió ir más lejos, donde el sol lograba filtrase a través de las nubes y ahí, en un prado lleno de flores diversas y coloridas, decidió sentarse para hacerse una corona con ellas.

—Esto es mas complicado de lo que creí, perdón por lastimarlas florecitas, ya aprendí a tejer mejor, ya no arrancaré a tantas de ustedes, no se preocupen, soy una humana no las comeré.

Beel hablaba sola con las flores cuando de repente, algo descendió del cielo cayendo de golpe detrás de ella, Beel se puso en guardia, pero no vio a nadie, de repente, escuchó una voz que la asustó.

—¿Un demonio juega a ser una humana?  Jajaja ¿Qué clase de juego bizarro es ese?

Beel se quedó extrañada de que un ángel estuviera hablando con ella y frunció el ceño sin apartarle los ojos de encima, está de más decir que existía rivalidad y enemistad entre estas dos criaturas tan opuestas.

Desde luego los ángeles se creían superiores a ellos en todo, los discriminaban y los repudiaban, ni siquiera pensaban en dirigirles la palabra, mucho menos en acercárseles, pues no querían contaminarse con su impureza, pero Teldrasil era malicioso y había puesto los ojos en ella para utilizarla.

Cuando Teldrasil vio a Beel se quedó sin palabras, tanta fue su impresión al verla que se quedó pasmado, era la criatura más hermosa que jamás había visto en su vida.

—¿Qué haces aquí celestial? —le preguntó Beel enseñándole los dientes, ella no lo conocía físicamente, no sabía que era un arcángel y menos el líder de estos, ella pensaba que era un ángel común y corriente.

Cunado Teldrasil se manifestó en la guerra lo hizo con una armadura y por eso no conocía su identidad, era la primera vez que veía a un ángel tan de cerca.

—Tranquila, puedes relajarte, no pienso acercarme a ti, eres impura. —le dijo Teldrasil con un tono despectivo.

—No soy impura, no le hago mal a nadie ¿Qué haces aquí cobarde?

—¿Cobarde? ¿Como te atreves a llamarme así demonio?

—Todos los de tu especie nos abandonaron cuando más los necesitábamos, seguramente eres una mala persona. —le dijo Beel a la defensiva.

—¿Me llamas malo a mí? Tu eres la que nació en el averno, llena de maldad y pecado, completamente salvaje he impura ¿crees que por fingir que eres humana te convertirás en una? Las criaturas como tu no tienen alma, no sienten nada, porque no son nada.

Estas palabras hicieron enojar mucho a Beel y se le fue encima cortándole con sus uñas la mejilla derecha, pues le dio una bofetada, al ver que ella le había sacado la sangre del rostro, Teldrasil se indignó y pisó su corona de flores destruyéndosela por completo.

—Eres una salvaje, me das toda la razón, eres un animal que necesita ser domesticado.

—¿Qué?

—Te ordenó que te arrodilles ante mi y ruegues por tu perdón criatura corrompida y vulgar. —le ordenó Teldrasil mirándola fijamente a esos dos rubies que tenía como ojos.

—Yo no me arrodillo ante un cobarde. —le respondió Beel sin tapujos y añadió, si quieres pelear contra mí, no me negaré, te enseñaré lo potente que puede ser la mordida de una titano boa.

La piel de Beel comenzó a brillar como las escamas de una serpiente y esto la hacia verse mística y mágica, Teldrasil no podía creer que aquella mujer tuviera tantas agallas y cuando la luz del sol le pegó directamente en los ojos de Beel, está parpadeo por que la lastimaba, pues era una mujer albina.

—Supongo que te veré en otro momento, más te vale no contarle a nadie de nuestro encuentro, te regañarán si se enteran que hablaste conmigo.

—¡Espera un momento!

—Por cierto, yo puedo darte lo que tanto anhelas, cumpliré uno de tus tantos sueños si la próxima vez que nos veamos decides ser más dócil y menos rabiosa.




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