Un momento inexplicable había ocurrido en manos del príncipe Hades, la pequeña cachorra había tomado forma humana ante sus ojos, era la primera vez que veía un ser tan divino, sentía que podría ensuciarla con su tacto, pues era un ser celestial.
—Es un ángel… —exclamó el pequeño admirado.
—Debes tener un buen corazón, por eso Caryn se sintió segura contigo. —le dijo Lilith conmovida.
—¿Qué hiciste para que se transformara? —le preguntó Vinland sorprendido.
—Solo froté mi nariz con la de ella.
—Parece que le caíste bien, ella te escogió como su lugar seguro. —le dijo Medea mientras le acariciaba la cabeza.
Esas palabras le dieron un sentido de pertenencia al príncipe Hades, antes de esa bebé, se sentía solo, aislado y rechazado, pero Caryn lo había hecho sentir especial.
La presencia de un ser celestial llamó la atención de entes malignos que vagaban al rededor del castillo, al ver el rayo de luz que se llevó a cabo por su transformación se sintieron atraídos por la pureza deseando así corromperla.
Así que en le cielo se creó una especie de enjambre, los gritos y lamentos de los espíritus impuros hicieron que nuestros amigos dirigieran sus miradas al enorme torbellino que se estaba formando, los espíritus estaban dispuestos a bajar en picada para meterse en su cuerpo y poseerla, así que Hades se aferró a ella, cubriéndola con su cuerpo una vez que vio que los entes se aproximaban.
—¡Deténganse! —les ordenó Eira provocando que estos se quedaran sus pendidos en el aire.
—¡Caryn! —Lilith se acercó a Hades y su bebé mientras que Vinland se ponía delante de ellos para protegerlos.
—¡Déjenos entrar en la bebé! Tenemos frío, tenemos sed…solo será por un momento, déjenos usar su pequeño cuerpo como recipiente para aliviar nuestras penas… —dijeron los espíritus con voz de ultra tumba.
—Ustedes tienen lo que se merecen, almas inmundas y perversas ¿Cómo se atreven a querer poseer el cuerpo de una inocente? —les cuestionó Eira con molestia.
—¡Queremos entrar! ¡ella no pertenece a este lugar! Es un ángel…
—Pero también es mitad demonio, largo de aquí, ustedes no son bienvenidos.
—¡Tenga misericordia! ¡entreguemos a la criatura!
—¡Fuera de aquí! —exclamó Eira mandándolos al infierno, mientras sus lamentos desgarradores provocaban el llanto de Caryn, quien se había asustado.
—Ya, ya, todo está bien pequeña…—Lilith la abrazaba y la arrullaba para consolarla, ese momento entristeció mucho el corazón de Lilith y Vinland, pues entendieron que, durante su estadía en el inframundo, ella sufriría mucho este tipo de acosos por parte de los seres oscuros, al ver su pureza querrían hacerle daño y tratarían de corromperla.
—No se preocupen, si esto vuelve a ocurrir pondré un alto, todo estará bien. — les dijo Eira mirándolos con pesar.
—Esto ocurrirá cada vez que Caryn tome su forma humana, a medida que vaya creciendo le enseñaremos a que debe mantenerse en su forma lobuna, será por su propio bien, adquirirá su forma humana de vez en cuando, lo menos posible. —expresó Vinland mientras le acariciaba el cabello.
Y así fueron los primeros días de Caryn en el inframundo, llenos de cambios y peligros constantes, pero contaba con personas que la cuidaban y con el amor incondicional de sus padres y la descendencia de nuestros amigos crecía cada día más.
En el mundo d ellos humanos, se encontraba la hermosa princesa Isabela, amada y elogiada por todos por su despampanante belleza y aunque apenas era una bebé, su hermosura estaba en boca de todos.
—Mírate, estás creciendo muy rápido ya tienes dos años, cuando menos me de cuenta, ya te habrás convertido en una señorita, tienes la gracia de ser bendecida con las cosas más codiciadas por el ojo humano, pero debes saber que lo más importante es lo que llevas a dentro, lo que te hace realmente hermosa, es tu amabilidad y tu bondad. —le dijo Magnolia a su pequeña hija mientras la cargaba en sus brazos.
—No creo que ahora te entienda mucho, está en la edad en la que solo babea y hace popo jeje. —le dijo Lucia, quién junto a Babani y Reynar habían ido a visitar a su familia al reino vampírico.
—Hablando de popo, ayúdame a cambiarla, acaban de llegar unos vestidos que encargue al sastre real. —le dijo Magnolia mientras se apuraba.
—¿Qué? Pero yo no tengo practica…. —exclamó Lucia aterrada y al ver que se había llenado hasta la nuca, pegó un fuerte grito. —¡Ay por Dios!
—¿Todo está bien? —preguntó el sastre quien le había ido a entregar en persona sus pedidos.
—Si, jeje, es solo una tía primeriza, ya lo resolverá ¿trajo todo lo que le pedí?
—Si, todo esta aquí, espero le guste el resultado.
—Seguro que sí, gracias.
—Gracias a usted majestad.
—¿Dónde rayos esta Babany? Ella sabe mejor de esto que yo… —expresó Lucia entre chillidos y añadió. —Isabela, se supone que me den ganas de tener hijos no que me las quites.
—¿Qué haría mi hija sin una tía tan dedicada como tú? Por cierto, Babani estaba en otra cit…
De pronto, entró Babani abriendo las puertas de par en par, se veía derrotada.
—¡Babani!
—¡Otra vez fue una cita fracasada! —expresó Babani mientras se desparramaba en el sofá.
—¿Y ahora que paso? —le preguntó Magnolia soltando un suspiro.
—¿Cita? ¿de qué me están hablando? —preguntó Lucia confundida y con la nariz tapada.
Babani usó su poder para cambiarle el pañal a Isabela y entonces si se desahogó.
—¡Odio las citas a ciegas! ¿Por qué nadie me dijo que Cicero era un maldito hechicero loco? ¿Saben a dónde me llevó el muy enfermo? ¡a su laboratorio! Tenía partes de animales y experimentos que me daban ganas de vomitar ¡habla demasiado! Eso sí, el tipo besa bien, ¡pero está loco! Todo es un fracaso… —exclamó entre chillidos.
—¿Cuántas citas llevas en esta semana? — le preguntó Lucia con curiosidad.