Mi amante, el príncipe de jade.

Una bruja en apuros.

 

Me gustaría ser menos exigente, conformarme con palabras bonitas, regalos, mentiras endulzadas de hipocresía, enserio desearía ser una tonta y creer en todas las promesas falsas de amor, pero nací con un colmillo afilado, reconozco la falsedad a penas la veo, con este defecto jamás podré convertirme en la esposa de alguien.

Quizá mi verdadera maldición consiste en esperar demasiado, un amor verdadero fuera de serie, un hombre valiente como el que se queda con la heroína, uno que sea capaz de amar sin reservas, pero, me pregunto si todavía quedarán hombres así, estoy cansada de entregarme solo por despecho, por capricho, por temor a no quedarme con nada.

Como del pastel sin tener hambre, me como hasta las migajas como una muerta de hambre, por que tengo miedo que ya se me haya olvidado como amar, mi corazón no se llena con nada ¿y si el amor no existe para mí? Si mis estándares son tan altos y los hombres de hoy en día tan pequeños y vacíos, entonces quizá debería dejar de salir en tantas citas, talvez yo no sé amar.

Babani salió silenciosamente de la cama, había pasado la noche con un minotauro, estaba cansada de probar y no sentirse satisfecha, de besar y no sentir nada, de abrazar y seguir con la sensación de tener los brazos vacíos, así que envuelta en una sabana se escabulló como ladrona en la madrugada.

—Espero no volver a verte nunca más.

Una vez que se vistió, se fue de prisa, había estado unos días en el reino vampírico, pues ella y sus amigos estaban visitando a sus seres queridos, ahora que el rey de todo había declarado la paz, las cosas estaban más tranquilas, seguía habiendo seres sobrenaturales que se negaban a vivir bajo el régimen de su liderazgo y eran perversos por naturaleza y se aprovechaban de los humanos, pero los cazadores estaban presentes manteniéndolos a raya.

Beatriz ya la había invitado varias veces a formar parte de las fuerzas especiales de los guerreros dotados del rey, pero ella había rechazado la oferta, quería encontrar su verdadero propósito en este mundo, la bruja Babani en realidad quería formar una familia.

Anabel por primera vez había tenido días libres y se fue con los familiares de Lía al lugar donde ellos descansaban y empezaba hacer amistad con ellos, así que, por decisión unánime, ella tendría vacaciones una vez cada tres meses y eso le ayudaría a crear lazos de amistad con otras criaturas mágicas.

Por eso Babani estaba sola, aprovechando su tiempo libre para conocer a su príncipe azul, pero aprecia que la suerte no le sonreía del todo, pues de cama en cama y de cita en cita se le iban las esperanzas de encontrar el amor verdadero.

Era muy temprano cuando Babani se encontró con Galadriel, quién había madrugado para preparar sus venenos y presentárselos a Beatriz para que los revisara y los aprobara, eran unos paralizantes y además se encontraba frustrado por que le habían entregado a Berserker para que lo vigilara, aun el sol no salía del todo cuando Babani se los encontró.

—Señorita Babani ¿Qué hace despierta a estás horas? ¿necesita algo? —le preguntó Galadriel con amabilidad.

—Me parece que tú eres quién necesita ayuda ¿A dónde llevas a ese grandulón?

Babani se sorprendió de que siempre estuviera encadenado, parecía un perro o un animal salvaje muy peligroso, siempre con su bozal y sus manos atadas.

—La jefa me dio la encomienda de vigilarlo.

—Parece un animal de carga ¿siempre tiene el rostro cubierto ¿eso no le incomoda? —le preguntó Babani mientras se acercaba a él.

—¡Aléjese! Se ve inofensivo, pero no lo es, tenga cuidado por favor. —exclamó Galadriel haciéndola aun lado.

—Pero si está todo amarrado, no creo que… —en ese momento, Berserker se le quiso ir encima y emitió un gran grito ahogado asustándola por completo.

—¡Berserker! ¡chico malo! ¿Por qué reaccionas de esa manera? Sabes que no me gusta disciplinarte.

Cada que Berserker actuaba así, sus compañeros tenían la autorización de activar una runa que Beatriz colocaba en su espalda y al momento de pronunciar la palabra secreta, este recibiría una fuerte descarga eléctrica, pero a Galadriel no le gustaba someterlo a esa tortura, pero al ver que empezó a descontrolarse, Galadriel tubo que activar su castigo.

—¡Ahhhhh! ¡aggrrrr! —los gritos de dolor de Berserker causaron un gran malestar dentro de Babani y no soportó verlo en ese estado.

—¡Detente! ¿Qué no vez que está sufriendo?  —externó Babani sintiendo compasión por él.

—No puedo detener su castigo, solo así aprenderá a no atacar a las personas, si te hubiese encontrado a solas y sin protección te habría asesinado. —explicó Galadriel apenado, pues no soportaba escuchar sus gritos de dolor.

—Aun así…no me hizo nada…

Babani tomó una inesperada decisión y extendió sus manos usando su poder para eliminar la runa de su espalda, no estaba segura de las consecuencias que esto traería, pero hacia mucho que su corazón se había sensibilizado y no toleraba el sufrimiento de ningún ser vivo.

Así que desactivó la runa y al usar tanto poder, las cadenas de Berserker se rompieron y este gritó salvajemente y se le dejó ir encima completamente enfurecido.

—¡Señorita Babani!  —gritó Galadriel al ver cómo era envestida por el colosal monstruo.

—¡Ay!

—¡Ahhhhh! —Berserker dejó ir toda su fuerza sobre el delicado cuerpo de la bruma, pero ella no estaba dispuesta a perder.

—¡Tienes que controlarte grandulón!  ¿Acaso quieres otra descarga?

—¡Arggg! —Berserker tenía un tamaño descomunal, tres metros de altura, su musculatura era demasiada, parecía un toro salvaje, con una sola de sus manos era capaz de reventar el cráneo de las bestias más agresivas, si este lograba pescar a Babani, le arrancaría la cabeza entera.

—¡Detente Berserker! —Galadriel empezó a disparar sus flechas con la punta sumergida en sus paralizantes, en total le lanzó seis flechas, dos en cada pierna, una en la espalda y otra en el brazo. —Maldición…. Es muy resistente ¿Qué voy hacer? Es un demente…va a terminar asesinándola.




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