Mi amante, el príncipe de jade.

La emperatriz.

 

Mi vida había dado un giro muy grande, no solo me había convertido en madre del príncipe heredero al trono del rey de los vampiros, sino que me convertí en emperatriz, me coronaron como la reina de todo, la mujer con mayor influencia en el reyno después de mi madre, la gran bruja negra, empecé a notar que ya me había ganado mis primeros apodos, me llamaron: “La reina roja” “la emperatriz escarlata” y “la reina temporal”

Aunque ya no había nadie que me discriminara por ser una bruja, si tenía los ojos puestos en mí, era la primera reina después de muchos años, Alejandro no tubo una reina, se convirtió en humano antes de convertir a Ginebra en su consorte, al ser humana nadie la habría aceptado, no tuvo alternativa, antes de él, el antiguo emperador tampoco compartió su poder con una mujer, es por eso que las expectativas conmigo son altas, esperan que no les falle.

Ver como se inclinan ante mí me sigue pareciendo irreal, los vampiros que antes me odiaban, aquellos que me insultaban hoy agachan la mirada cuando los miro a los ojos, me respetan por lo que demostré en mis batallas pasadas, fui yo quien destruyó la amenaza más grande a la que nos hemos enfrentado hasta ahora, yo asesiné al dios destructor y me coroné como su más grande exponente, su orgullo y su heroína, ahora me llaman alteza y se postran con reverencia ante mí.

Mi esposo el rey, destituyó muchas tradiciones y anuló algunas de las leyes que causaban terror a nuestro mundo, demostrando así que para ser el numero uno y el hombre más poderoso, no necesitaba aterrorizar a sus súbditos, mi amado despidió a todas las concubinas declarándome como su única mujer y el amor de su vida, quitó las granjas de humanos y liberó a los esclavos.

Los únicos que vivían con cadenas y trabajos forzados y alimentaban a su pueblo, eran los criminales de guerra, los delincuentes, sus enemigos, aquellos humanos, seres sobrenaturales he incluso vampiros que abusaban de su poder y sometían a los débiles a voluntad, ellos eran los que araban nuestras tierras, escarbaban nuestras minas y pagaban sus condenas con sudor y sangre.

El impacto que su imperio ha tenido sombre nuestro mundo dejó de ser dañino, mi amado rey se ha esmerado por redimirse ganándose el afecto entrañable de sus súbditos, él sigue brillando, demostrando que nació para gobernar.

Ahora me toca a mí marcar mi destino como la primera reina en muchos años, quiero dejar huella como una emperatriz fuerte que defendía los derechos de los débiles y no abusaba de su poder, mi primera obra de caridad fue fundar la primera institución de magia, una escuela para brujas donde aquellas mujeres con poder mágico logarían desarrollarse bajo la tutela de las hechiceras que más respeta mi reino y mi familia, financiada por la corona y protegida con el cello real del rey de todo.

Muchos dudaron de mi amado Valeska, incluso yo llegue a pensar que era demasiado malo para arrepentirse, se dice que hay dos tipos de dioses, los que nacen en la luz y brillan por ella y los que nacen en la oscuridad y se inclinan a las cosas maliciosas, su naturaleza es maligna, son villanos desde su nacimiento, así son los dioses gemelos y sus propios hijos, mi pequeño Aspen algún día tendrá que decidir por si mismo si permanecerá sumergido en la oscuridad o se convertirá en una excepción como su padre.

No voy a mentir diciendo que no me preocupa el camino que elija en el futuro, no se si habrá más amenazas que quieran destruir mi mundo y mi realidad, pero al igual que una leona, lucharé por proteger a los que amo con uñas y dientes, mi pequeño príncipe es un dios de la oscuridad, no puedo negar su verdadera naturaleza, pero tengo fe de que alguien lo ayude a encontrar la luz, así como pasó con su padre, no se si mi hijo se convertirá en el próximo villano, pero lo amaré lo suficiente como para aborrecer la maldad.

—¡Atención! ¡la reina esta por pasar! —anunciaron los guardias mientras la escolta iba detrás de ella, un grupo de soldados erguidos que marchaban firmes protegiendo su espalda.

—Majestad, larga vida a la reina de todo. —todos los presentes se inclinaban para saludar a la emperatriz que tanto admiraban, era hermosa, elegante y fina, sin duda alguna la joya más pura y brillante del imperio.

—Que hermosa es la reina… —se decían así mismos al verla tan radiante.

Del otro lado de la puerta se encuentra mi esposo, quien me ha invitado a una reunión de estado para definir el destino de los próximos proyectos, tales como construcciones, apoyos financieros, he inversiones en infraestructura para seguir ayudando a las aldeas y pueblos más pobres, construyendo caminos y posos para que tuvieran agua potable.

Ahí se encontrarían las personas de confianza de Valeska, como mis padres.

—La emperatriz está aquí majestad. —exclamó Leonardo mientras se inclinaba hacia él.

—Háganla pasar. —exclamó Igorif, pero Valeska levantó la mano en señal de pausa y él mismo salió a recibirla, él tenía este tipo de atenciones para su reina, donde la valoraba y le mostraba su afecto y su respeto.

—Bienvenida mi reina, te estábamos esperando. —exclamó Valeska mientras le besaba la mano.

—Gracias. —Lía sonrió con ternura y los presentes la saludaron con una reverencia, incluyendo sus padres.

—Bienvenida majestad.

Esta era aparte de mi nueva vida, ala que todavía me estaba acostumbrando, pero era feliz,

La emperatriz Lía comenzó a ganar influencia en la toma de decisiones gracias a su sabiduría, cada vez que hablaba las personas guardaban silencio, sus palabras eran acertadas y congruentes, era inteligente y educada, se preparaba constantemente y leía todo tipo de libros, además recibía clases de etiqueta, costura y música, aprendió a tocar el arpa para poder cantarle canciones de cuna a su bebé.

Una vez que los reyes terminaron con sus deberes, buscaron su tiempo a solas como era costumbre, habían tomado un baño juntos y estaban relajándose en la bañera.




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