Mi amante, el príncipe de jade.

El objeto de la injusticia.

 

La familia seguía creciendo, Reynar llegó con una impactante noticia que bajó los calores de nuestros amigos, Ginebra y Alejandro se alegraron con la idea de otro bebé en la familia, así que acompañaron a su hijo para felicitar a Lucia.

Todo había comenzado con unos pequeños mareos, de pronto los vómitos se hicieron más comunes y había aromas que Lucia no toleraba y la llevaban al baño de emergencia.

—No puedo creer que este esperando un bebé…Dios, creí que me estaba cuidando bien, pensé que no estaba lista para esto, pero…estoy tan feliz con la idea de traer a un pequeño Reynar al mundo o tal vez a una bebita. —se dijo Lucia emocionada, había estado llorando de alegría cuando Alejandro y Ginebra llamaron a la puerta y ella los recibió con los ojos hinchados.

—¡Lucia! ¡Muchas felicidades! ¡nos acabas de dar la mejor noticia del día! Ven aquí preciosa. —Ginebra abrazó a Lucia y lloraron juntas.

Alejandro también la abrazó y desde ese momento le prohibió hacer cualquier tipo de esfuerzo, él era un experto en consentir a las embarazadas de su familia, era un excelente suegro.

—Nos alegra mucho saber que Reynar y tú tendrán un bebé, de ahora en adelante mi hijo tendrá que trabajar muy duro para proveer a su familia.

—Voy a ser papá…me has hecho muy feliz bonita. —Reynar cargó a Lucia y la llenó de besos, pensaban visitar pronto el palacio para darle la buena noticia sus hermanos.

Por otro lado, nuestros amigos no eran los únicos que estaban teniendo cambios importantes en sus vidas, Babani, por ejemplo, se había convertido en la amiga de un elfo experto en venenos y un gigante lleno de músculos a quién todos temían.

—Ya pasaron seis meses desde que Beatriz me encargó encarecidamente el cuidado de Berserker, debo admitir que no ha sido nada fácil, Galadriel y yo hemos pasado por muchas complicaciones, pero estoy orgullosa de decir, que el grandulón, ha podido mantener la paz en todo este tiempo y eso me hace muy feliz. —se dijo Babani así misma mientras terminaba de preparar la comida para el almuerzo, sin querer, esos tres se habían hecho muy unidos.

—Oigan ¿les gustaría probar mi tarta de manzana? Ya que en unos días saldremos a trabajo de campo, nos haría bien comer algo dulce, seguramente en los viajes ni siquiera podremos descansar bien, espérenme aquí ¿sí? No me tardo. —externó Babani con una sonrisa y agarró su canasta y se le llevó consigo.

—¡Espere señorita Babani! ¿no quiere que la acompañemos? Berserker puede cortar las manzanas de la copa más alta y yo puedo cargar la canasta de regreso. —le dijo Galadriel con insistencia, pero Babani se negó.

—Ya les dije que yo iré por mi cuenta, además necesito que revisen el horno, pueden ayudarme a poner todos los utensilios para preparar la tarta, eso me ayudaría mucho, ya vuelvo.

—Ya escuchaste amigo, vamos a poner las cosas en la mesa ¿puedes sostener este cajón en lo que encuentro la espátula? —le preguntó Galadriel a su peculiar compañero y este ni le respondía, pero ya sabía como comunicarse con él, si se mantenía con la postura relajada significaba que estaba bien con lo que le pedían.

Por otro lado, Cicero se encontraba fastidiado, le había llegado el rumor de que Babani y Galadriel habían logrado domar al increíble Berserker y eso le causaba mucha curiosidad, se encontraba de mal humor porque le habían prohibido experimentar con criaturas inocentes a las que sometía a torturas y vejaciones en nombre de la ciencia y el avance del reino vampírico, era tan cruel con sus victimas que incluso las reanimaba para hacerlas sufrir otra vez.

—Creo que volveré a divertirme con ese estúpido descerebrado jajaja. —Cicero sonrió con malicia y se fue cantando una tétrica canción emocionado por todas las cosas que le haría a su compañero.

Esta no era la primera vez que Cicero sometía a Berserker en contra de su voluntad, lo usaba para descargar sus frustraciones, era un habito común para él, lo golpeaba hasta abrirle la carne, lo ahogaba en contenedores y después lo electrocutaba, lo quemaba y le hacía cosas aún peores.

Estaba tan emocionado que lo buscó por todas partes indagando con las personas para dar con el lugar donde se ocultaba.

—¿Ese precioso pastelito te está escondiendo de mí? No sabe la tención que he acumulado en estos meses, te has librado de mí maldito gigante, pero te espera un sufrimiento redentor, espero que esta vez no se me pase la mano y te ante de una buena vez jaja, te he guardado nuestros juegos favoritos.

Cicero llamó a la puerta y cuando Galadriel abrió la puerta pensó que se trataba de Babani, pero cuando vio a Cicero con esa horrible mirada, se estremeció sintiéndose incomodo, podía sentir la perversidad de su alma.

—Hola muchacho ¿Por qué pones esa cara? ¿esperabas a otra persona?

—Cicero…¿Qué haces aquí?

—¿Dónde está mi preciosa brujita?

—No está, pero no tarda en regresar… —le dijo Galadriel tratando de despedirlo.

—Espera, voy a pensar que me quieres cerrar la puerta en la cara, es una pena que mi chica no este, quería ver su linda cara, pero no es a ella a quién busco, si no a él.

—¿Qué?

En cuanto Berserker escuchó su voz, su respiración se agitó y dejó caer el cajón d ellos utensilios.

—Hola pedazo de mierda ¿estas listo para jugar con tu mejor amigo?

—¿Qué te pasa? ¿Por qué le hablas así? —le preguntó Galadriel indignado.

—Hazte aun lado parasito, el descerebrado y yo tenemos una cita pendiente, despídete de él, no te aseguro que vuelvas a verlo.

—¿Qué? ¡no le pongas las manos encima! — gritó Galadriel, pero Cicero le golpeó la boca del estomago y lo paralizó con su poder, enseguida usó su magia para aprisionar a Berserker y se lo llevó en contra de su voluntad, envolviéndolo en cadenas y tapándole la boca, con sus poderes lo inmovilizó y se lo llevó de ahí.




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