Mi amante, el príncipe de jade.

La ira dentro de mí.

 

Babani ya había recolectado suficientes manzanas para la tarta, tenía una enorme sonrisa en el rostro, la cual se le borró enseguida cuando vio que la puerta de la casita donde se estaba quedando se encontraba tirada a unos metros de ahí, parecía que alguien la había arrancado, Babani dejó caer la canasta y corrió hacia adentro y al ver a Galadriel tratando de liberarse ella usó su magia para dejarlo en libertad.

—¡Galadriel! ¿Qué te pasó? ¿te encuentras bien? ¿Dónde está Berserker? —le preguntó Babani al verlo adolorido.

—¡Apresúrese! ¡tenemos que ayudarlo! Cicero se lo llevó y pensaba hacerle daño…. —exclamó Galadriel frustrado, pues ya había pasado una hora desde que se lo llevó.

—¿Qué? ¿Cicero?

—¡Sígame! ¡No tengo tiempo de explicarle!

—¿Qué es lo que quieres de él? — mientras corrían, Babani iba pensando sobre las verdaderas intenciones de Cicero con Berserker, sus ojos se abrieron de golpe cuando recordó la basura que era y como abusaba de criaturas inocentes torturándolas para sus experimentos. —No….

Babani usó su magia para crear dos runas bajo sus pies y llevarla con más rapidez hasta el laboratorio de Cicero, Galadriel también fue llevado por una runa a gran velocidad.

 Cunado por fin se encontraron en el lugar, los fuertes gritos de Berserker tenían a un monton de personas a fuera del laboratorio de Cicero, estaban aterradas por los gritos escalofriantes y llenos de dolor.

—¡Aun lado! ¡muévanse de mi camino! —gritó Babani llena de rabia.

Extendió sus brazos y arrancó la puerta con su poder, los seres sobrenaturales que la veían se hacían a un lado sorprendidos por el poder que aquella bruja poseía, Babani entró con paso firme y buscó a Cicero por todos lados para exigirle una respuesta, en el primer piso no se encontraba nadie, excepto un monton de sangre en el piso, las paredes estaban salpicadas como si hubiesen azotado a un mártir.

Incluso llegó aver tiras de piel y ella junto con Galadriel se horrorizaron, de pronto, un último gritó sacudió sus corazones y supieron que él y Berserker se encontraban en el sótano.

Así que Babani golpeó el suelo con su puño y un agujero debajo de ellos se formó y cayeron ante la presencia de aquel perverso verdugo, el cual estaba empavado en sangre y sudor, había arrastrado a Berserker a quién había sometido a todo tipo de torturas llevando su cuerpo al límite, en el rostro de Cicero se notaba la perversidad, la excitación del sentimiento de frenesí al ver el dolor de su víctima.

—Berserker… —Exclamó Babani llena de dolor por él.

Babani comprendió que aquellas heridas infectadas y todas esas cicatrices monstruosas no se debían únicamente a la guerra o las batallas, ese hechicero era el culpable de todo ese dolor acumulado y nadie había hecho nada para detenerlo, no sabía si desconocían lo que este infeliz le hacia a su compañero o si lo dejaban pasar por alto al tratarse de “una bestia como Berserker”

—Dios mío…Berserker. —Galadriel no soportó verle el cuerpo tan destrozado y no sabía ni por dónde empezar para ayudarlo.

—Pastelito ¿Qué haces aquí? ¿quieres acompañarme en mi deporte favorito? Únete a mí preciosa, este cerdo aun aguanta unas torturas más, pensaba amputarle todos los dedos jajaja ¿quieres que te deje hacerlo a ti? Ven dulzura y… —La expresión de placer y satisfacción de Cicero fue borrada con un puñetazo que Babani le dio dejándolo en el suelo y con la nariz rota.

Cicero estaba en shock su mirada se quedó en el piso al ver las gotas de sangre que le escurrían por la nariz, estaba atónito ante el ataque directo de la mujer que lo volvía loco con su belleza exquisita.

Así que levantó la mirada y se puso de pie lentamente clavándole las pupilas esperando una buena justificación para lo que había pasado.

—Galadriel…los llevaré lejos de este maldito lugar, pase lo que pase, se escuche lo que se escuche, no se preocupen por mí, ahora mismo no seré capaz de contenerme, trata de ayudar a Berserker por favor… —exclamó Babani mientras las lagrimas le escurrían por la barbilla.

Babani utilizó un hechizo donde envolvió a Berserker y a Galadriel junto a todos los que se encontraban a fuera del laboratorio de Cicero y los llevó a una distancia considerable donde no pudiera haber heridos, estaba temblando y las cosas a su alrededor comenzaron a colapsar.

—¿Qué estás haciendo cariño? Aun no terminaba con él ¿Por qué estás tan molesta? ¿No quieres que baje tu enojo y ballamos a mi cama? —Le dijo Cicero mientras se limpiaba la sangre.

—Eres un maldito enfermo, lo lastimaste…durante todos estos años tu lo heriste de maneras inhumanas ¿Cómo pudiste? ¿Cómo te atreves a ponerle una mano encima? Voy a matarte… —declaró Babani mientras una luz verdosa la envolvía y por a la influencia de su poder, todo su laboratorio se desmoronó quedando en ruinas, ambos estaban atrapados en un torbellino de escombros.

Cicero miraba a su alrededor desconcertado, era la primera vez que se veía en apuros y tragó saliva.

—¿Enserio quieres hacer esto muñequita? ¿quieres pelear conmigo por nada? ¡pareciera que te preocupas por esa basura más que por mí! ¿acaso te gusta? Jajaja, ay no, voy a tener que asesinarlo, no puedo soportar la idea de verte con alguien más, trataré de no ser tan rudo contigo, porque te amo.

—¡Cállate! ¡no mereces estar vivo! —gritó Babani mientras le lanzaba un par de piedras enormes para aplastarlo y así fue, lo apretaba de tal forma que quería que no quedara un solo rastro de su asquerosa presencia, pero Cicero no era un hechicero común, por algo pertenecía a las fuerzas especiales d ellos diose gemelos.

—¿Cómo puede ser tan fuerte? ¿Dónde escondía tanto poder? —se preguntó Cicero tratando de liberarse de su prisión asfixiante y por fin pudo librarse de ser aplastado.

Mientras esto pasaba, Galadriel se encontraba desesperado por que Berserker estaba demasiado herido, su cuerpo había sido llevado al extremo debido a todas las torturas a las que fue sometido.




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