Mi amante, el príncipe de jade.

Recuperando el alma del gigante.

 

Lo que pasó después, solo puedo atribuirlo a la magia que resulta una vez que conoces a esa persona indicada, uno nunca sabe por donde te atacará el amor, puedes ir por la vida bien armado y ser vulnerable ante el destino, creo que eso fue lo que me pasó, de pronto mi hechizo de proyección se disparó golpeando las mentes de mis compañeros y fue entonces que Berserker nos contó su historia, mientras la vivíamos atreves de sus recuerdos.

Parecía que habíamos regresado en el tiempo, unos paisajes hermosos inundaron nuestras mentes, estábamos en una granja sencilla pero acogedora, el sol brillaba en todo su esplendor, de pronto unas gotas de sudor cayeron de la frente de aquel hombre apuesto y fornido, el cual estaba arando la tierra, el hombre detuvo su fuerza una vez que una voz delicada y amorosa lo llamó por su nombre.

—¿Almond? ¡cariño! ¡la comida está lista! ¡te he preparado un delicioso estofado de conejo! ¡apresúrate! —le dijo aquella dulce mujer mientras Almond se limpiaba el sudor con su pañuelo favorito, el mismo que su querida esposa Bianca, le había regalado cuando eran novios.

Bianca y Almond tenían tres hijos pequeños, eran trillizos para ser exacta, rondaban los cuatro años de edad, sus nombres eran, Alindor, Sven y Abigail, la pequeña princesa de la casa.

Eran traviesos y llenos de energía, como unos niños normales que estaban creciendo llenos de amor, eran felices, Almond y su familia vivían aislados de la sociedad, no tenían ningún vecino, pues amaban la tranquilidad y no querían que sus pequeños fuesen corrompidos por las creencias de su ciudad natal “Escleridas” un lugar del cual habían huido.

Almond había sido bendecido con una fuerza sobre humana, su sobre nombre era “Berserker” pues era una bestia en la guerra y gracias a él ganaban cada batalla, era conocido como “El hombre más fuerte del mundo”

Berserker fue un esclavo desde su nacimiento y su cuna fueron las prisiones que se les otorgaban a los gladiadores de aquella época, creció y se fue haciendo fama pues lo pusieron a pelear desde los diez años de edad, hasta que un hombre muy poderoso apodado “el gobernador” se atrevió a comprar aquel hombre super dotado y tras una suma fuerte de dinero y una que otra amenaza, logró traerse al gigante a su país natal, donde fue enlistado en el ejército de este hombre.

El gobernador se obsesionó con su nueva adquisición, pues lo estaba llevando a la cima, durante años Almond le entregó victoria tras victoria y el guerrero no conocía más vida que el sabor de la sangre y la violencia, hasta que conoció a Bianca, otra esclava que se encargaba de proveerles de agua y comida a los soldados de su regimiento, el tiempo y la convivencia los llevó a enamorarse y entonces Almond ya no quiso seguir viviendo sin ella.

Deseaba casarse con Bianca, pero antes debía conseguir su libertad, después de una negociación en la que o le daban su libertad y a Bianca como una mujer libre y los dejaban irse para rehacer su vida juntos o no pelearía la ultima batalla que le entregaría el poder absoluto al ambicioso gobernador, este no tubo más remedio que aceptar y una vez que Almond le entregó la victoria, él y Bianca se fueron con el sueño de construir una bella familia en algún lugar lejano.

Pero esa felicidad, solo duraría poco tiempo, pues una vez que el gobernador volviera a ocupar los servicios de Berserker, este lo obligaría a volver a sus manos de una u otra forma y ese fatídico día llegó.

—¿Qué les parece el estofado? ¿acaso no cocino delicioso? —le preguntó Bianca a su familia mientras iba a servirles el postre.

—¿Qué hay de postre mami? —le preguntó Alindor emocionado.

—¿Cómo que qué? Tarta de manzana, su favorita.

—¿Enserio? ¡eres la mejor mami! —declaró Sven lleno de alegría.

—Algun día quiero aprender a cocinar igual de rico que tú mami… —confesó Abigail mientras se jalaba el vestido.

—Ay mi princesita, tu tendrás tu propio restaurante si quieres, tu padre trabajará duro para darle una buena vida jejeje, vengan acá, vamos a jugar al pájaro. —les dijo Almond mientras se colgaba a sus hijos en los brazos y les daba vueltas, las risas se escuchaban todas las tardes después de comer, Almond tenía una familia muy feliz.

—Oye cariño, ya no tengo leña, mañana temprano debo preparar té para el desayuno ¿podrías salir a conseguirme más?  —le preguntó Bianca apenada, pues Almond estaba recostado en su cama.

—Claro que sí, enseguida te la trigo.

—Ay mi vida, estas muy cansado, si quieres voy yo, solo cuida a los niños, ya están dormidos, no te harán mucho ruido.

—Para eso tienes al hombre más fuerte del mundo como tu esposo ¿o no? No me tardo, te traeré toda la leña que encuentre. —le dijo Almond mientras le daba un beso y Bianca añadió.

—Bueno, entonces, como recompensa, te estaré esperando en la cama.

 —Jejeje, entonces me daré prosa, talvez tengamos suerte y nazcan otros trillizos jajaja.

—No seas tan cruel conmigo, jejeje.

—Te amo, ya regreso. —le dijo Almond a su esposa y ella lo despidió lanzándole un beso tierno.

Esta fue la ultima vez que Almond vería al amor de su vida con esa dulce sonrisa en su rostro.

El tiempo había pasado y Almond se había alejado más de la cuenta, pues no había conseguido suficiente leña en el lugar de siempre, así que su felicidad se vio opacada cuando vio la columna de humo que provenía de su casa, Almond soltó la madera y corrió con todas sus fuerzas, aterrado de ver que su casa estaba en llamas y había hombres con la bandera del gobernador causando todo ese desastre.

—¡No! Dios mío….

Almond se encontró con el cuerpo desnudo de Bianca ya sin vida, estaba empalado y era evidente que la habían ultrajado.

—¡Bianca! —gritó Almond horrorizado y sus ojos se abrieron de golpe una vez que vio a sus tres hijos siendo arrastrados por caballos que después pisotearon sus pequeños cuerpos y Almond pegó un fuerte grito y comenzó a asesinarlos a todos.




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