Mi amante, el príncipe de jade.

Planes macabros.

 

Babani ahora era una mujer casada y vivía feliz mente junto a su enrome marido, el cual la consentía en todo, tenían un matrimonio estable y brillante, Lía, Lucia y Magnolia, estaban muy felices por ellos, la brujita al fin había encontrado el amor y se sentía plena al lado de Almond, a quién amaba con el alma.

Por otro lado, Lucia había dado a luz a un saludable bebé al que llamaron Eren, tenía dos pastelillos como mejillas, al ser descendiente del hombre más hermoso (así nombraron algunas mujeres a Alejandro) su tercer nieto era un precioso varón con un futuro por delante.

Durante ese tiempo, pasaron muchas cosas, por ejemplo, la amistad entre Teldrasil y Beel seguía siendo un secreto y se frecuentaban más que antes, el arcángel de la sabiduría estaba consciente de que su plan para deshacerse de Caryn estaba tardando más de lo debido, así que trató de acelerar las cosas, pues aveces se encontraba perdido entre el bienestar que le daba convivir con aquel demonio de belleza sobrenatural.

Ya pasó un año desde que me convertí en amiga de un ángel, ha sido mi único secreto desde entonces, cada vez que hablamos nos reunimos en la orilla del río y hablamos de todo y nada, me he vuelto dependiente de sus visitas, de su presencia, dudo que un demonio como yo tenga derecho a tener un ángel guardián, pero él ha sido eso para mí desde entonces, ahora me encuentro en la espera de su llegada, espero que descienda de los cielos para poder pasar el rato juntos otra vez.

Beel se encontraba impaciente, con un puño de flores que había arrancado en el camino, llevaba puesto un vestido rojo que le sentaba de maravilla y tenía el cabello recogido en media coleta, se veía preciosa.

Últimamente, sus seres queridos notaban que se arreglaba más y cuidaba cada detalle de su aseo personal, era más femenina y no por que Lía la obligara a verse así, si no por que a ella le nacía verse linda.

—Es un bonito día… —exclamó Beel mientras dejaba escapar un suspiro.

—¿Y esas flores? —le preguntó Teldrasil quién acaba a de llegar a su encuentro.

—¡Son para ti! Las recogí en el camino, pensé que eran bonitas y quise traértelas jeje. —le dijo Beel sonrojada.

—Siempre me traes regalos, vas a malacostumbrarme. —le dijo Teldrasil con una sonrisa.

Beel sacudió su vestido porque estaba lleno de hojitas y polen, se veía tan bonita que Teldrasil la recorrió de arriba a bajo y la besó dejando a un lado las flores que le había regalado la inocente Beel.

Ya era una costumbre para él besarla de manera improvisada, cada vez que le ganaba el impulso poseía sus labios, dejando a su víctima sin aliento.

Le había dicho que ellos eran amigos especiales y por eso podían besarse de esa forma, resistirse era cada vez más complicado para él, simplemente lo volvía loco, aunque no lo aceptara, esa chica demonio lo hacía volverse así de impulsivo.

—Ay… —Beel emitió un pequeño quejido, pues Teldrasil le había mordido el labio.

—Lo siento, me confundí con una manzana. —le dijo con una sonrisa sin vergüenza.

—No te preocupes… —exclamó Beel ruborizada.

—Oye, ángel ¿puedo preguntarte algo?

—Dime. —Teldrasil se mantenía aferrado a su cintura, como un coala a un árbol frondoso.

—¿Por qué no puedo decirle a nadie que somos amigos? Estoy segura de que si le explico a mi familia que tú eres diferente a los ángeles que nos traicionaron en la guerra, ellos te aceptarán, lo harán cuando vena lo amable y divertido que eres, así no solo podremos vernos aquí, podrías conocer a mi hermano Emm y también a la princesa, podríamos pasar el rato en el castillo, hay jardines preciosos donde podemos pasear tranquilos…

—¿No te ha quedado claro? Tu familia aborrece a mi especie, cuando sepan que eres amiga de un desertor, te prohibirán hablarme, te inventaran todo tipo de cosas para que me odies ¿quieres que ellos nos separen? ¿acaso no quieres volverme a ver jamás?

—¡No! ¡quiero verte todos los días! Me gusta estar contigo, me pondría muy triste si eso sucede, es solo que mi familia no es como la imaginas… —declaró Beel con tristeza.

—Yo tengo otro punto de vista y te aseguro que pasa lo mismo con ellos.

—¿Es por eso que yo tampoco puedo conocer a la tuya? ¿tu familia no aceptará que seas amigo de un demonio como yo?

—¿Ahora entiendes lo complicado de nuestra relación? Por eso es mejor que siga siendo un secreto, no pongas esa cara, diente de león, en lo secreto podemos ser nosotros mismos y pasar el rato sin represalias.

—Está bien…entiendo….

—¿Te gustaría dar un paseo conmigo? Iremos lejos del castillo, no tardaremos demasiado.

—¿A dónde iremos? —le preguntó Beel sorprendida.

—Vamos a volar un rato, así la tristeza abandonará tu linda cara.

Teldrasil agarró a Beel por la cintura pegándosela al cuerpo y ella estaba maravillada con la vista, el viento acariciaba su cara al mismo tiempo que se la refrescaba, estaba tan contenta que extendía sus brazos como si fuera un ave.

—¡Yuju! ¡soy un pájaro! Jajajaja. —gritaba Beel con alegría.

Teldrasil la miró con malicia mientras dibujaba una sonrisa en su hermoso rostro.

—Oye diente de león, ¿extrañas a Caryn?

—¿Qué?

—¿No quieres volver a ver a esa pequeña?

—Si, me gustaría abrazarla otra vez, hace mucho que no la veo.

—¿Qué tal si le haces una visita sorpresa? Tengo un regalo que puedes darle. —le dijo Teldrasil con seriedad.

—¿Un regalo? Debería avisarle a mi familia y… —Teldrasil la interrumpió de manera discreta.

—Si es sorpresa no tienes por qué avisarles, nadie debería saber que le darás un regalo tan especial, como ya lo sabes, Caryn es odiada por muchas criaturas, ya que es un hibrido entre un ángel y un demonio, debería recibir un amuleto de protección que contenga todas las oraciones posibles para que le sirvan de escudo y así las malas vibras no le afecten.




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