Mi amante, el príncipe de jade.

Una dolorosa perdida incierta.

 

Beel se había arrastrado hasta la orilla de su cama, pero se estaba desangrando y aunque su cuerpo se estaba tratando de regenerar, la gravedad de las heridas eran tantas que estaba tardando más de lo normal, ella sentía que iba a morir, pero no tenía las fuerzas para pedir ayuda, estaba llorando y sentía mucho miedo.

Por otro lado, Teldrasil se encontraba irritado ¿acaso el demonio no había hecho su trabajo? ¿Por qué seguía sin presenciar la muerte de Caryn? Cada que un ángel nacía o moría, Teldrasil y sus hermanos se daban cuenta debido a una sensación en el pecho, de angustia o felicidad según el cazo, pero aquel vértigo de muerte nunca llegó, por eso Teldrasil se encontraba en incertidumbre.

—No puede ser… ¿me habrá visto la cara? ¿se habrá dado cuenta de mis intenciones antes de tiempo? ¿Dónde esta esa mujer ahora? ¿Qué hizo con la bebé? —Teldrasil apretó los dientes furioso, estaba tan molesto con Beel que no sabía como reaccionaria si la veía sin rastros de la sangre de aquella aberración.

Así que extendió sus manos y un espejo apareció delante de él y trató de visualizarla y no estaba en el inframundo, así que dio un vistazo al interior del castillo y supo entonces que Beel se encontraba ahí y lleno de ira se dispuso a manifestarse en su habitación.

—No puedo creer que esta incompetente me orille a esto, tendré que ser imperceptible, si no es capaz de hacer lo que le digo, la mataré de una maldita vez, ya estoy cansado de su conducta blanda.

Teldrasil se teletransportó al interior del castillo, adoptando un cuerpo invisible y sin esencia, ya que los ángeles tenían esas habilidades para andar entre la gente sin ser notados.

Una vez que ubicó la habitación de Beel se introdujo en ella, al ver los rastros de sangre se sintió inquieto y cuando la vio ahí tirada sus ojos se abrieron de golpe sintiendo aquella angustia que no podía explicar, su poder se alteró y recobró la visibilidad, cuando menos se dio cuenta, ya la tenía en sus brazos y estaba dispuesto a llevársela con él.

Emm sintió a su hermana y el peligro por el que esta estaba pasando y corrió con todas sus fuerzas hasta la habitación, cuando vio las manchas de sangre se llenó de miedo pensando lo peor y gritó a voz en cuello:

—¡Beel! —este grito llamó la atención de Lía quien abrió un portal hasta la habitación de su familiar, cuando ella llegó al lugar, vio a Emm gritando el nombre de su hermana desde la ventana, al ver toda la sangre se horrorizó y sintió un gran vacío en su corazón.

—¿Qué pasó? ¿Dónde está Beel? —preguntó Lía llena de pánico.

—No lo sé…se la han llevado, no pude ver a quién la tenía en brazos, era invisible para mí, no sé si Beel está muerta o consciente, pero su sangre esta por todas partes. —externó Emm en shock.

Lía calló de rodillas y tocó la sangre de Beel embarrándosela en las manos, las lágrimas le caían sin control.

—¿La secuestraron? ¿quién? ¿Por qué le harían daño a ella? ¿Qué es lo que quieren de mi pobre Beel? Se preguntaba Lía desconcertada, estaba angustiada por que no sabía cómo se encontraba ella.

Ella y Emm fueron al río al que Beel estaba acostumbrada a ir, pero no había rastro de ella, la buscaron por todas partes, incluso fueron al inframundo.

Una vez que llegaron y les preguntaron a sus amigos si sabían algo de ella, nadie le dio respuesta, se enteraron de lo sucedido con Caryn y de aquella explosión y Lía se desplomó, atando cabos en su cabeza.

—¿Qué sucede? —les preguntó Lilith con un mal presentimiento.

—Dices que intentaron secuestrar a Caryn y que una explosión llamó la atención de todos en el castillo, pero tu bebé no fue herida en lo absoluto, pero mi Beel si… las heridas que Emm cuenta que vio en ella, son semejantes a si le hubiese explotado algo muy potente, había tanta sangre…

—Estoy segura de que la protegió, no hay manera en la que Beel intentara dañar a Caryn la ama con todo su corazón. —externó Lilith con seguridad.

—¿entonces por que los hechos la involucran? ¿de que quería proteger a Caryn si ella está a salvo con ustedes? Los ángeles no pueden entrar aquí con facilidad, a no ser por cosas diplomáticas y de gran importancia. —expresó Emm con seriedad y añadió. —no puedo sentir a mi propia hermana, desde hace meses ha estado actuando muy raro, salía con gran urgencia al río y tardaba todo el día ahí, cuando antes solo iba un par de horas, se aislaba de todos, ni siquiera con la princesa tenía tanta comunicación y ahora pasa esto, Caryn fue raptada de su cuna y encontrada en el desierto de cenizas, una bomba explotó causando un gran estruendo y Beel tenía el cuerpo mal herido y desapareció en manos de algo que no pude ver ¿Cómo se supone que no pensemos mal de ella? ¿Cómo diablos vamos ayudarla si no sabemos que nos oculta y a quien protege?

—Tranquilízate Emm, no tenemos todo el contexto, pero Beel debió tener una buena explicación para estar aquí, ella no… —Emm interrumpió a Lilith de golpe y con lágrimas en sus ojos.

—¡No sabemos nada de ella! ¡nos mintió! ¡nos ocultó cosas! Y ahora su vida esta en peligro…ni siquiera sabemos si sigue con vida, la princesa ni siquiera la percibe…

—Emm… —Lía podía ver el dolor y la incertidumbre en el rostro dolido de Emm, el dolor lo estaba volviendo loco.

—No me miren así…nunca podrán entender las cosas que me pasan por la cabeza, si no encuentro a Beel y la traigo de regreso a casa, viviré mutilado para siempre, sentiré que me falta el alma y viviré con un zombi, esa es la maldición de perder a un gemelo idéntico, a tu alma gemela…desde que ella empezó alejarse de mí, comencé a fracturarme, mi hermana esta en peligro y no se ni por donde buscar, por que hace mucho que desconozco a mi propia hermana.

—La encontraremos, no importa cuanto tiempo nos lleve, si estuviera muerta ya lo abría sentido, el contra… —en ese mismo instante, el contrato almico que Lía tenía con Beel se rompió y ella se quedó en shock, se agarró el corazón y se puso a temblar, no había explicación alguna para que eso ocurriera, no era normal que un contrato almico se rompiera por pura voluntad del familiar, solo la dueña podía dar fin a esa unión.




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