Mi amante, el príncipe de jade.

La serpiente del desierto.

 

Azazel era un guerrero por excelencia, su semblante era de una quietud absoluta, no necesitaba fanfarronear de su poder, él sabía de lo que era capaz, tenía un espíritu inquebrantable y un buen corazón, contrario a sus hermanos, el arcángel de la guerra luchaba por buenos propósitos.

—No te contengas, aprovecha la ventaja que te doy. —le dijo Azazel a Beel y ella asintió con la cabeza.

Y entonces atacó, era tan rápida y precisa, que el ángel de la guerra no pudo compararla con otra cosa que no fuera con la mordida directa de una serpiente, Beel tenía experiencia en el combate cuerpo a cuerpo, de hecho, entre ella y su hermano, Beel era la más letal.

Azazel se quedó sorprendido con aquella primera impresión, Beel se movía como una cobra furiosa y mientras se movía libre en el airé sacó sus garras afiladas y le cortó el brazo a Azazel y la sangre goteó perdiéndose en la arena.

—¡Lo lamento! Seré más cuidadosa la próxima vez. —externó Beel apenada.

—Muy bien, ahora me toca a mí. —Azazel se abalanzó contra Beel y comenzaron a pelear, en realidad ambos se estaban conteniendo, tampoco Azazel quería lastimarla.

—Sus golpes son mortales, pero tengo el presentimiento de que no me esta golpeando con toda su fuerza, si seguimos luchando cuerpo a cuerpo ganaré, pero en el momento en el que él use sus espadas, estaré en problemas. —se dijo Beel así misma mientras lo esquivaba.

—Ya vimos que este es tu lugar seguro, vamos a tener que sacarte de la comodidad para que puedas crecer en combate, eres un demonio bélico, puedo verlo por el color de tus ojos rojos, un ser hecho para la guerra y la destrucción, aunque tu personalidad no encaja con la descripción, me siento estafado. —le dijo Azazel mientras la atacaba.

—Soy un demonio, pero eso no significa que iré por ahí dañando a la creación, yo no soy así. —declaró Beel mientras se defendía.

—¿No te alimentas de Carne humana?

—No, solo como el fruto que crece en el inframundo, deje de consumir almas también.

—¿Cómo es que puedes controlar tus propios impulsos? ¿yo me alimento de cierta manera de la devoción y la fe de la creación, no puedo vivir solo de los frutos que dan los árboles de la vida.

—No recuerdo por que me desagrada tanto el sabor de la carne, es como si supiera que está mal, aunque en realidad mi comportamiento podría estar justificado y le diría que es parte de mi instinto como una criatura bestial, pero yo tengo una inclinación por proteger al desvalido, lo siento muy dentro de mí.

—¿Entonces cómo es que piensas asesinar a una niña inocente? —le preguntó Azazel dándole un golpe directo en la boca del estómago, Beel calló de rodillas sin aliento, le dolía mucho y sentía calambres que iban y venían.

Ni siquiera podía inhalar, pues el dolor era asfixiante.

—Tus palabras se contradicen con tus actos, solo un demonio sería capaz de intentar quitarle la vida a una criatura que aun no es capaz de defenderse, por lo menos espera a que ella pueda pelear por su vida, ahora le tienes mucha ventaja, tu victoria no sería más que una des honra, una vergüenza para la naturaleza noble que dices tener.

—Yo…solo… —Beel se tambalea, pero logra ponerse de píe.

—Estás siendo entrenada para convertirte en un arma, la propia espada del príncipe de los cielos, al final si eres un demonio bélico, un ser que será usado para destruir y vengarse de todo aquello que lo aqueja, pasarás de ser un diente de león a una bestia hambrienta de venganza, algún día volverás a encontrarle gusto a la carne y te obsesionarás por el sabor de la sangre.

—Usted no me conoce… —exclamó Beel furiosa.

—¿Qué dijiste demonio?

—¡Usted no me conoce en lo absoluto! ¡no me juzgue sin saber quién soy en realidad! —gritó Beel enardecida.

—¡Tu tampoco sabes quién eres! ¡lo has olvidado por completo! Perdiste tu autonomía, tu vida y todo lo que amabas.

—¡Nadie me amaba! Siempre fui la esclava de una bruja, nací en el cuerpo incorrecto ¿acaso cree que quería ser un demonio? ¿piensa que desee nacer en la oscuridad del inframundo y revolcarme entre la inmundicia del pecado? Es muy fácil juzgarme desde su posición señor perfecto… usted siempre estuvo rodeado de luz, de paz…

—¿A caso querías ser uno de nosotros? ¿una humana talvez? Que ridículo, no hay nada más nefasto que aborrecer nuestra naturaleza. —

—Quería ser madre…tener una familia…pertenecer a un lugar, no se nada de mí, siento que mi nombre, mi rostro y todo lo que me compone no me pertenece, es como si viviera la historia de alguien ajena a mí.

—Entonces me das la razón, eres una criatura nefasta jaja.

—¡Cállese!

Beel enfureció de tal manera que adoptó su forma animal y se convirtió en una titanoboa y se enroscó en él con tal fuerza que Beel podía escuchar el crujir de sus huesos, al verse ene se estado, Beel se entristeció grandemente.

Sus ojos se llenaron de lágrimas he inmediatamente lo soltó, Azazel podía curarse solo, así que una vez que lo soltó, Beel regresó a su forma humana, quedando frente a frente.

—El señor Teldrasil es el único que me ve como realmente soy, fuera de él no tengo a nadie… por eso quiero convertirme en lo que sea que él necesite, si es una espada, un escudo o una vengadora, entonces con gusto pondré sus cargas sobre mi espalda y jamás renegaré.

Beel le clavó la mirada a Azazel, dejándole en claro su convicción y su postura y añadió:

—Yo sería incapaz de matar aun niño, pero cuando esa pequeña crezca, no solo iré por su cabeza, si intenta lastimar al señor Teldrasil, también me vengaré de aquellos que quisieron aprisionarme.

Azazel frunció el ceño y colocó su mano sobre su cabeza.

—No tienes idea de lo que mi hermano planea hacer contigo, estas tan cegada por él que lo que te diga lo tomarás como una amenaza y te volverás renuente a mí, me mantendré cerca como tu maestro, quizás así pueda evitar que te conviertas en una villana. —se dijo Azazel así mismo mientras la miraba.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.