Mi amante, el príncipe de jade.

Desconcierto

desconcierto.

Aquella noche, sucedió algo descomunal en el castillo del rey de todo, el lamento de la emperatriz trajo consigo una oleada de melancolía y misterio abrazador, los estragos fueron semejantes a si hubiese explotado una bomba, tras sus gritos de angustia, un poder abrumador salió de ella y sus hombros por fin se alejaron, sus cargas desaparecieron al igual que aquel profundo dolor que la esclavizaba a un sinfín de culpas y reproches.

Todos los vidrios habían explotado, los azulejos y los vitrales con hermosas y góticas imágenes que decoraban el palacio estaban regados por todos lados, la reina se sintió ajena a eso, aunque el poder que había causado todo eso había emanado de ella, parecía que había sido alguien más el problema.

Ella se dirigió a toda prisa para reunirse con su familia, estaba vestida de luto, los colores habían desaparecido para ella, al menos hasta hace unos momentos, mientras avanzaba, veía todo el caos por lo que había sucedido, toda esa confusión y aquellos que estaban heridos, por suerte nadie estaba herido de gravedad y al ser inmortales, podían curarse ellos mismos.

—¿Qué fue lo que sucedió? —se preguntaba Lía mirando a su alrededor desconcertada.

—¡Majestad! ¿se encuentra bien? —le preguntaron los guardias al verla tan confundida.

—Si, estoy bien, pero…no entiendo que pasó. —externó pensativa.

—Por favor acompáñenos, la escoltaremos con su majestad para ponerlos a salvo. —insistían los guardias mientras la rodeaban.

—No creo que sea un ataque…en realidad…

—¡Lía! —gritó Valeska desde el otro lado, él también estaba acompañado de sus guardias.

—¡Majestad!

—Valeska… ¿Estas bien? —preguntaron al mismo tiempo.

El rey la rodeo con sus brazos y le besó al frente, estaba aliviado de que estuviera bien.

—Me tenias preocupado, creí que te habían hecho daño.

—Estoy bien, nadie nos atacó ¿podemos hablar en privado? —le preguntó Lía mirándolo fijamente.

—Limpien todo esto y asegúrense de que nadie este herido, guarden la calma, no detecto ninguna amenaza, aun así, vigilen el perímetro. —ordenó el rey y todos hicieron lo que él decía.

Valeska se llevó a su esposa y una vez que estuvieron a solas, ella le contó lo que había sucedido.

—¿Dices que algo se desprendió de ti y ahora te sientes libre de cargas? —le preguntó Valeska confundido.

—Si, eso fue lo que pasó, quizás liberé mi agonía, mi cuerpo se deshizo de todo lo que me atormentaba, no era saludable que estuviera padeciendo todo ese dolor, a pesar de que perdí a uno de mis bebés, la vida continua, no digo que perderé la memoria y jamás lo recordaré, aun seguiré preguntándome como hubiese sido su voz, seguiré deseando haberlo visto convertirse en un adulto, saber sus gustos, su carácter, al igual que seguiré pensando en mi Beel, pero…ahora ya no me siento atrapada entre toda esa oscuridad, mis hijos me necesitan, quiero estar bien por ellos.

 Valeska no se sintió muy tranquilo con lo sucedido, eso no había sido normal, sin embargo, ver a su esposa con mejor semblante le hizo creer que las cosas podían mejorar para ella, así que la abrazó fuertemente y después de unos meses, la reina parecía una mujer renovada, fresca y feliz.

Minerva ahora tenía seis meses de edad, era como una manzana roja, brillante, hermosa y saludable, cada día se convertía más y más en la adoración de Valeska.

—Vaya, creo que me pondré celosa jaja. —exclamó Lía bromeando, al ver que Valeska no la soltaba y siempre quería mimarla.

—Tu sigues siendo mi universo, pero esta niña sabe domar mis puntos débiles, además me mira con esos ojos hermosos y no puedo resistirme. —externó el rey derritiéndose de ternura.

—¿Qué será de ti cuando Minerva crezca y se convierta en toda una señorita? Te morirás cuando te cuente sobre su primer amor.

De pronto, la mirada brillante de Valeska se apagó y miró a su reina despidiendo un aura maligna y aterradora.

—Ella jamás se casará, la haremos monja, ningún hombre la tocará con sus indignas manos, antes lo mato… —declaró el rey como un tirano despiadado.

—Ah…creo que mejor no tacamos ese tema jejeje ¿Dónde está Aspen? Es hora de sus clases de historia, debería ir a buscarlo, me propuse estar presente en sus actividades, quiero que me vea involucrada.

—Esta con la institutriz Amila, ya deberían estar por terminar, si vas ahora, podrás llevarlo tu misma.

—Te dejaré trabajar, tienes una reunión en un par de minutos ¿no es así?

—Si, ya vienen Leonardo he Igorif, puedo olerlos desde el otro lado, vienen con sus sermones. —exclamó Valeska con fastidio.

—Te irá muy bien mi amor, te veré en la cena. —Lía se despidió de su esposo con un tierno beso y cuando estaba por irse, él la detuvo jalándola de la cintura y sentándola en sus piernas.

—¿Te molestaría ponerte lo que te deje en la habitación? Quiero que nos desvelemos por lo menos dos noches seguidas. — le dijo Valeska con una voz ronca y profunda.

—Estaré ansiosa, te amo.

—Lía se fue y cerró la puerta con delicadeza, tenía el corazón brincando como un potro y las mejillas sonrojadas, no podía esperar para que el sol se ocultara y poder estar en los brazos de su amado villano.

Valeska se recargó en su escritorio y recargó su barbilla entre sus manos, sus ojos rojos brillaban intensamente, daba mucho miedo y al mismo tiempo tenía una apariencia irresistible.

Al instante entraron Igorif y Leonardo y después de saludar con respeto a su rey, sacaron una lista de las cosas que debían hacer, especialmente en las provincias.

—Espero su majestad se encuentre bien, traemos noticias de las provincias de Majná, Persiro y Aberlod.

—¿Y ahora que sucede?

—Al ser territorios adquiridos recientemente aún hay rebeldes que se reúsan a someterse a usted, especialmente los elfos de Aberlod, ellos tenían un rey que se había levantado de la nada, pero tuvimos que intervenir y el rey calló, está cautivo en el castillo, solicitamos su permiso para traerlo al castillo como prisionero y…




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