Las puertas de hierro se abrieron de par en par ante el rey de todo, Valeska tenía el semblante sombrío, era evidente que estaba molesto, el primer insulto a su soberanía ya estaba hecho, Legnas lo esperaba del otro lado, montado en su caballo blanco y a su lado estaba Selfi, con un vestido azul cielo con detalles blancos y dorados, mantenía la mirada en el piso, a la espera de la reacción de su visitante.
—¡Bienvenido a Aberlord señor y rey de los vampiros! —exclamó Legnas con una sonrisa soberbia, estaba lleno de joyas y ropas finas, sus anillos tenían piedras preciosas tan grandes que era difícil ignorarlos, su corona estaba repleta de zafiros y diamantes y sus brazaletes de oro se veían pesados, sus ropas eran de la seda más fina y costosa, tenía lino y colores que costaban mucho dinero, en esto ya eran dos insultos más.
Selfi sabía que no tendría otra oportunidad para demostrarle al rey que ella estaba a su disposición, no le importaba lo que apsara con los otros elfos de Aberlord, ella quería salvarse si o si, así que se bajó de su caballo aun a pesar de las miradas de enojo que le lanzaba su marido y le hizo una reverencia a Valeska.
—Bienvenido alteza, espero haya tenido un buen viaje. —Selfi mantenía la mirada en el piso y se acercó con delicadeza hacia el rey aun si eso le costaba la vida, Beatriz desenvainó su espada, pero Valeska le hizo una señal de que estaba bien, entonces Selfi agarró un extremo de su vestido y lo rasgó, para limpiarle el polvo de sus zapatos.
Esta fue una señal de servicio y sumisión por parte de Silfi que era la autentica heredera del trono de los elfos, quería demostrarle a Valeska que era inocente de lo que se avecinaba.
Valeska miró a Legnas de arriba abajo con desprecio y después dirigió la mirada hacia Silfi, quién después de limpiarle los zapatos, permaneció en reverencia hacia él con la cabeza inclinada.
—Veo que le ha llamado la atención mi esposa, disculpe su comportamiento inadecuado, es muy torpe y mal educada, le prometo que la disciplinaré en cuanto tenga la oportunidad, sin embargo, es muy hermosa como ya se habrá dado cuenta, dicen que los reyes debemos poseer siempre lo mejor y yo tengo en mi posesión a la mujer más bella de todas. —declaró Legnas sintiendo un profundo desprecio por Silfi.
—Yo conozco otro dicho. —exclamó Valeska con seriedad y añadió. — dicen que un buen hombre, no es aquel que posee a la mujer más bella, se concediera un rey aquel caballero que hace de su esposa una reina, sin embargo, lo que realmente me llama la atención es el contraste que hay entre ambos, mientras tú vistes de manera ostentosa y ridícula, tu mujer rosa de lo sencillo a lo humilde, puedo ver que te preocupaste más por adornarle el rostro con un par de golpes y no con rubor o labiales para embellecerla aun más, estás muy extraviado elfo, tu realidad esta alterada, no eres más que un chiflado arrogante. —le dijo Valeska mirándolo de manera despectiva y esto indignó a Legnas.
—Mi nombre es Legnas, señor de los vampiros, soy un rey al igual que usted… — dijo Legnas apretando los dientes y Valeska lo interrumpió con voz fuerte y lo hizo brincar de golpe.
—¡Cállate! No eres más que un insignificante elfo con delirios de grandeza, un mendigo sin un bien alguno, me recibes como si fuéramos iguales cuando evidentemente las suelas de mis zapatos tienen más valor que tu miserable vida, hablas de honor, riquezas, posesiones cuando tus manos están completamente vacías, nada de lo que te rodea te pertenece, todo lo que llevas puesto es mío ¡Quítatelo!
—¿Qué? ¿Cómo se atreve? —le reclamó Legnas y Valeska usó su poder para despojarlo de la corona, las joyas y el caballo, una bruma negra salió de Valeska y rodeó a Legnas y la joyería comenzó a flotar, estaba paralizado, no podía, moverse, ni hablar, fue tirado del caballo a los pies del rey de todo, mientras que la corona, las pulseras y la joyería, regresaron a manos del verdadero emperador, Beatriz recolectó todo en una bolsa de tela.
Selfi veía aterrada lo que estaba pasando con Legnas, pero al mismo tiempo estaba complacida de verlo humillado, este era el mejor sabor para su boca.
—Eso debe ser terrible para ti, estar entre la tierra, despojado de tu corona y tus joyas que me arrebataste, completamente a disposición de un autentico rey ¿me juzgarías si te dijera que no siento la más mínima compasión por ti? Mírate, jaja, estas a mis pies, tu soberbia será tu ruina, puede que yo no sea la reina que debería ser, pero tu jamás usurparas mi trono, le pido al cielo que caigas esta misma noche al igual que mi padre y todos los ancianos que me dieron la espalda. — se dijo Silfi a sí misma mientras lo miraba fijamente.
Por fin Valeska quitó su poder sobre él y Legnas se puso de píe con la cara roja por la rabia que sentía.
—¿Cómo se atreve hacerme esto? ¿Osa atacarme en mi propio palacio? ¡esto es la guerra! —declaró Legnas y enseguida los ancianos saltaron sobre la escena.
—¿De qué estás hablando elfo miserable? La provincia de Aberlord me pertenece al igual que Majná y Persiro ¡Yo lo he conquistado todo! ¡yo soy el único señor de esta tierra! —declaró Valeska furioso.
—¡Nosotros solo seremos regidos por otro elfo! ¡jamás nos doblegaremos ante usted! —gritaron los ancianos del consejo llenos de ira, estos iban dirigidos por el padre de Silfi quien los encabezaba.
—¡Usted nos ha atacado primero! Lo que pase de ahora en adelante solo será en defensa propia. —exclamó el padre de Silfi con una sonrisa triunfante y añadió. —¡ataquen!
—¡Esta es mi oportunidad! Jajaja, ¡esta noche seré coronado oficialmente como el único rey y soberano de la raza élfica! Jajaja ¡habré asesinado al rey de todo y yo me coronaré como emperador! Lo único que tiene que hacer esa ramera es enterrarle el cuchillo —decía Legas extasiado.
Silfi tenía una sola orden, asesinar al rey de todo con una daga envenenada por ella, la cual guardaba en una de sus piernas atada con un ligero, ese sería el pase directo para que Legnas gobernara en su lugar.